20/9/04

El trabajo del escritor

27 
Y Jehová dijo a Moisés: escribe tu estas palabras
porque, conforme a estas palabras
he hecho pacto contigo y con Israel.


28
Y él estuvo allí con Jehová
cuarenta días y cuarenta noches,
no comió pan, ni bebió agua,
y escribió en tablas las palabras del pacto,
los diez mandamientos.


29
Y aconteció que descendiendo Moisés del Monte Sinaí
con las dos tablas del testimonio en su mano,
al descender del monte,
no sabía Moisés que su rostro resplandecía,
después de que hubo hablado con Dios.


Éxodo 34:27-29


Pedirle a un escritor que revele los secretos de su arte es como pedirle a un Cardenal que haga públicas sus experiencias de confesionario.


George Bernard Shaw
de una carta a Frank Harris
Y como la imaginación produce formas de objetos desconocidos, la pluma del poeta los metamorfosea y les asigna una morada etérea y un nombre.


William Shakespeare


Al principio, Bartleby escribió extraordinariamente. Como si hubiera padecido un ayuno de algo que copiar, parecía hartarse con mis documentos. No se detenía para la digestión. Trabajaba día y noche, copiando, a la luz del día y a la luz de las velas. Yo, encantado con su aplicación, me hubiera encantado aún más si él hubiera sido un trabajador alegre. Pero escribía silenciosa, pálida, mecánicamente.


Herman Melville
Bartleby, el escribiente
casi todos los escritores creen
que están haciendo
una obra excepcional.
Eso es normal.
Ser un tonto es normal.
Entonces yo salía de la cama
buscaba un pedazo de papel
y empezaba
a escribir
otra vez.
Charles Bukowski
El escritor


Mientras escribo, me siento justificado; pienso: estoy cumpliendo con mi destino de escritor, más allá de lo que mi escritura pueda valer. Y si me dijeran que todo lo que escribo será olvidado, no creo que recibiría esa noticia con alegría, con satisfacción. pero seguiría escribiendo. ¿Para quién? Para nadie, para mí mismo.


Jorge Luis Borges




La escritura es el lenguaje puro de los cielos.

Roland Barthes
Para mí, la creación nunca fue alegre. Me trajo tristeza... La tristeza del buen atleta que sabe que no puede ganar esa carrera. Escribir así es un dolor. Cada página que termino me parece floja, que no dice todo lo que podría decir.

Armando Discépolo

Al menos que sea un estúpido, uno no escribe por dinero. Ni, a menos que sea un estúpido, cuenta líneas o escribe pensando en lo que ganará por hora, por mes o a lo largo de su vida. Eso sería estúpido. En resumidas cuentas, uno ni siquiera escribe por amor (aunque me gustaría que fuese así. Uno escribe porque no hacerlo es suicida.


Stephen King
Prólogo a Skeleton Crew


Como autor, yo soy el público mientras escribo una obra. Trato de sorprenderme a mí mismo y de divertirme o sufrir por lo que pasa en la escena que escribo. Es la única manera de que eso mismo le pase después al público que la vea. 


Copi


Exploren los temas que nadie quiere tocar. Hablen de la indiferencia, de la frustración, de la falta de amor. Sean abyectos y serán verdaderos. 


Michel Houellebecq
Seguir vivos










La tarea del escritor es escribir,
no terminar obras.


Mauricio Kartun


Mi teoría básica es que la palabra escrita es un virus que se hizo posible por medio de la palabra hablada. No se ha reconocido como tal porque alcanzó una simbiosis estable con el huésped, si bien ahora la relación simbiótica está empezando a quebrarse.


William Burroughs
El trabajo 


Escribir no es grato. Es grato haber escrito. Uno siente placer mientras canta, pero no mientras busca un descenlace o establece una trama. Para empezar, no llaman los oyentes, no aplaude nadie y uno siente muchísimo desaliento. Yo siento que me flaquean las fuerzas cada tres frases. 


Alejandro Dolina


Se trata de las deficiencias de las palabras, que son menos numerosas que las cosas que designan y que gracias a la economía quieren decir algo. Si el lenguaje fuera tan rico como el ser, no sería sino el doble de inútil y mudo de las cosas; no existiría y, sin embargo, sin nombres para nombrarlas, las cosas quedarían en la noche.




Marcelo Cohen
Realmente fantástico y otros ensayos







El hombre, cuando escribe para que lo lean otros hombres, miente. Yo, que escribo para mí, no me oculto la verdad. Digo: no temo descubrir, ante mí, lo que oculto a los demás.

Andrés Rivera
El amigo de Baudelaire





Te escribo, entonces, desarmado, y me acojo al sueño eterno de la revolución, para resistir a lo que no resiste en mí. Te escribo, y el sueño eterno de la revolución sostiene mi pluma, pero no le permito que se deslice al papel y sea, en el papel, una invectiva pomposa, una interpretación pedante, o para complacer. Te escribo para que no confundas lo real con la verdad.

Andrés Rivera
La revolución es un sueño eterno

Escribir satisface dos necesidades básicas del ser humano: la de ser aceptado y la de ser vengado.



David Mamet
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18/9/04

La última pulpería, en Mercedes

Fotos de Juan Ignacio López Sampol

Por Hernán Guzzetti
Publicado en LA NACION
El río Luján, que la circunda, es el testigo infaltable de su vida. La Pulpería fue construida en 1830, asegura su actual dueño, Roberto "Cacho" Di Catarina, más conocido como "el pulpero". Sin embargo, Cacho aclara que su primer propietario fue Buenaventura Céspedes, que la compró en 1868, y sólo en 1910 la adquirió Salvador Pérez Méndez, su abuelo. De aquella época data su fachada, con imborrables huellas del paso del tiempo.
En la entrada de la Pulpería un palenque evita que los caballos se escapen y un cartel advierte que es la última pulpería en pie. Sus paredes son de 45 centímetros de espesor y están asentadas en barro. Su mostrador es de estaño y madera, y sobre las estanterías posan botellas que, camufladas por el polvo y las telarañas, encierran muchas anécdotas.
En la Pulpería hay calor y calidez. Del calor se encarga una poderosa salamandra, y la calidez la aportan dos modernos gauchos. El pulpero asegura que en otros tiempos su abuelo atendió a Segundo Sombra, que en la década del 20 trabajaba de resero y paraba allí para que sus bueyes descansaran. El audaz Juan Moreira fue otro de los que supieron acodarse en el legendario mostrador. Di Catarina conserva el amarillento pedido de captura del irreverente gaucho, que data de agosto de 1869.

HISTORIAS
Cada lugar de la Pulpería encierra historias. Unos guantes de box penden de una de las estanterías. "Es que antes las discusiones se resolvían los viernes, en peleas de boxeo a 5 rounds que organizaba mi abuelo a tales fines", recuerda Di Catarina. Sin embargo, el paisaje es muy distinto. Los visitantes son jóvenes que llegan en auto y lo estacionan al lado de Cachito, el caballo que el pulpero amansó personalmente. Los parroquianos de hoy hicieron de la Pulpería un símbolo, y por ello formaron la Agrupación Gaucha, que concurre a los diferentes desfiles de Mercedes.
Escuchar los relatos del pulpero hace pensar que la historia es un círculo que, muchas veces, se cierra sobre sí mismo. Cacho Di Catarina cuenta que su abuelo hizo quitar las rejas que estaban emplazadas sobre el mostrador y que protegían al pulpero de los robos. "No hacían falta porque la situación económica en aquel entonces no era tan mala", dice el pulpero citando a su abuelo. Sin embargo, la inseguridad ya dejó su huella en la Pulpería, y en lo que va del año sufrió dos robos. "Voy a tener que reponer las rejas, pero en la puerta. No estoy acostumbrado a la inseguridad, y por eso me cuesta meterle llave a todo", dice, con un dejo de tristeza.
El delivery parece ser otra de las caprichosas reiteraciones de la historia. Hoy es una costumbre urbana, pero Cacho cuenta que acompañaba a su padre a hacer el reparto de mercadería. Claro, que los pedidos no se hacían por teléfono, sino que los parroquianos se acercaban a la pulpería para hacer los encargos. Los comestibles descansaban en un sótano que hoy sólo está ocupado por la oscuridad.
Los gauchos, el pulpero y los caballos parecen postales de otra época. Sin embargo, tienen vida y movimiento en la Pulpería de Mercedes.








11/9/04

El hombre de la torre

Por Pablo Lettieri

Eddie era finalmente un hombre feliz. No había llegado a los cuarenta y poseía una carrera sin fisuras. Había logrado ingresar al selecto grupo de los que toman decisiones (o de los que al menos están convencidos de ello). No había sido fácil. No fueron pocos los obstáculos que había tenido que sortear desde el preciso momento en que había tomado la decisión de ser exactamente lo que era ahora: un hombre importante. Eddie recordaba (no se permitía olvidarlo) cuándo había sido ese preciso momento. Fue cuando él tenía tan sólo seis años y su padre estaba abandonando la casa familiar para siempre. Recordaba sobre todo a su madre, suplicando, rogando a su padre que no los dejara. Recordaba el llanto de sus hermanos menores. Recordaba el miedo que sentía. Y la intensa convicción de que la vida nunca más sería así para él. De que todo iba a cambiar. Tenía que cambiar. Por eso Eddie realmente se esforzó. Su ascendencia latina, su origen humilde, el tener que haber competido en el lugar más competitivo del mundo, nada pudo detenerlo en su carrera al éxito.

Ahora tenía un despacho en el piso 102, uno de los más altos de una de las dos torres más altas del mundo. Eddie Eddie era un hombre feliz. Lo había conseguido.

Por eso, cuando el avión se incrustó justo por la mitad de la Torre Sur, la primera de las Twin Towers, Eddie pensó que no iba a permitir que se derrumbara todo lo que tanto le había costado conseguir. Estaba detrás de un negocio importante y nada debía detenerlo. Por eso Eddie alentó a su equipo a seguir trabajando, asegurándoles que estaban a salvo, que lo que demonios fuera que estuviera ocurriendo en la otra torre no les afectaría a ellos.

Fue una decisión equivocada la de Eddie. Tal vez la primera que había tomado en su vida.


Hoy se recuerda el tercer aniversario del atentado a la Torres Gemelas. En la TV escucho que en el lugar, desde entonces denominado “Ground Zero”, construirán una nueva torre. Para el proyecto fue elegido un polémico arquitecto norteamericano de origen polaco, Daniel Libeskind, famoso por sus alegorías. El espacio se llamará “Jardines del Mundo” y la torre, que tendrá forma de espiral, medirá exactamente 541 metros, 1776 pies, igual que el año de la Independencia de los Estados Unidos de América. Otra alegoría: cada 11 de setiembre, entre las 8.46 y las 10.20, el lapso exacto de tiempo entre el impacto en la primera torre y el derrumbe de la segunda, en un mismo punto confluirán los rayos del sol y no habrá lugar para las sombras.

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