7/12/05

“No sé cómo llegué al segundo capítulo”


Entrevista con Hernán Casciari
Por Silvina Friera
Publicado en PAGINA 12


Mirta Bertotti es la flamante heroína de la blogonovela Más respeto, que soy tu madre, un nuevo género de ficción que utiliza al weblog como soporte narrativo, inventado por el periodista y escritor argentino Hernán Casciari. Ama de casa nacida en Mercedes (Buenos Aires), Mirta debe lidiar con un marido desempleado y malhumorado y dos hijos adolescentes que le sacan canas verdes. Sobre todo Caio, que fuma porro terapéutico, sale con una mujer de 44 años, La Negra Cabeza, una paraguaya que tira el tarot y le gustan los Redondos, le dice “mamá” a su suegra y anda en bombacha por el patio de la casa. Si los libros son de pensar, Mirta no los agarra; prefiere Internet y el bingo, juega al chinchón con las vecinas, cocina pastelitos de membrillo y escribe en su weblog por recomendación del hijo mayor, Nacho. Le llegan mails de todas partes del mundo, en los que le preguntan qué son las palabras que usa. Pero ella dice que no es malhablada, que los bocasucias son los gallegos. “¡Si hasta tienen un premio de cine que es la Concha de Oro! Yo no estoy en contra de las películas pornográficas, ¿pero no le podían haber puesto otro nombre al premio? Es como si acá en el Festival de Mar del Plata dieran un premio que fuera ‘La Poronga Gigante de Platino’.” El fenómeno que ha generado la familia Bertotti, desde que irrumpió en Internet, en septiembre de 2003, no para de crecer. Y ya se la compara con Los Simpson. Más respeto, que soy tu madre acaba de ser elegido como el mejor blog del mundo por la emisora alemana Deutsche Welle. En octubre se editaron los más de 200 capítulos de la novela en formato libro, en España, y en abril se publicará en la Argentina (Sudamericana) y se estrenará una adaptación teatral, en una sala de la calle Corrientes, dirigida por Carlos Rivas. “Nadie me da pelota: todos conversan con Mirta”, dice Hernán Casciari en la entrevista con Página/12 sobre la actitud de los lectores que aconsejan, retan o alientan a Mirta.


¿Cómo empezó con la blogonovela?
A finales del 2000 me enamoré de una catalana y me vine a vivir a Barcelona. Desde que puse un pie afuera del país, dejé automáticamente de escribir. Las diferencias idiomáticas no son tantas, pero son insalvables para narrar. No se puede escribir de tú con el mate en la mano: te sentís estúpido. Fue una época rara, en la que me quedé calladito la boca un rato largo. Un día supe que existía un formato sencillo en Internet, desde el que se podía escribir y publicar sin ser un experto en informática. Internet no es España ni es Argentina ni es nada. Se puede escribir voseando o incluso inventar un idioma. Más respeto, que soy tu madre empezó así. A lo bruto y sin mayores secretos: escribir lo que sea para sentirme cerca de un lugar en el que ya no estaba.

¿Los Bertotti están inspirados en rasgos de su propia familia o de vecinos de Mercedes?
Los Bertotti son una familia como la que podría vivir ahora mismo a la vuelta de la casa de mis viejos, pero llevados al paroxismo de la exageración. El barrio mercedino en el que viven los Bertotti es el mismo que el mío, la carnicería y la loca de enfrente se parecen. De los ochenta y pico de personajes secundarios de la historia, hay diecisiete que tienen, incluso, nombre y apellido real de vecinos de Mercedes. Mirta Bertotti, la narradora de la novela, tiene giros coloquiales que escuché mucho en mi adolescencia, un discurso muy marcado de “mamá de provincia” y una esencia optimista ante las desgracias económicas y morales de su familia, que se parece bastante, también, a la de mi propia madre. Quizá por esa cercanía, durante el primer año de la blogonovela, muchísima gente creyó que quien escribía, realmente, era un ama de casa.

Se ha comparado a Los Bertotti con Los Simpson. ¿En qué se parecen?
A estas alturas, y yo creo que para siempre, cualquiera que intente narrar con humor las peripecias de una familia será comparado con Los Simpson. Esto por un lado es una cagada, porque salís perdiendo siempre, pero por otra parte es una buena forma de sintetizar una historia para que la entienda todo el mundo: “Es como Los Simpson, pero en Argentina”. Pero en realidad, hay solamente dos elementos comunes entre la familia de Mercedes y la de Springfield: está escrita en chistes y existe un apellido común. Lo demás no tiene casi nada que ver. Los hijos Bertottis son dos adolescentes y un adulto, la droga es un elemento recurrente en mis historias, igual que la escatología, y cuando la trama gira hacia la ternura, mis personajes son demasiado tangueros para tener la piel amarilla y cuatro dedos en cada mano.

¿Por qué la droga es un tema recurrente en tus historias?
En realidad, lo es el porro. El hijo más absurdo de la familia (el Caio, 16 años) y su abuelo, el Nonno (de casi noventa), fuman marihuana. Lo hacen de un modo natural y permanente, ante la resignación de Mirta, que ya ni siquiera se escandaliza. Lo recurrente en cada capítulo no es la droga en sí, sino las historias entre este nieto y este abuelo. En lo personal, es la relación entre dos Bertottis lo que me divierte. Y el hecho de que compartan sus novias, sus bolsitas de porro y sus filosofías de vida me enternece mucho. Sin marihuana, estos dos amigos no serían los mismos.

¿Por qué una de las condiciones de la blogonovela es que sea hiperrrealista?
Sospecho que en Internet la “suspensión de realidad” mejora mucho si aquello que se narra es dable de ocurrir. No importa que sea probable, pero sí que resulte posible. Por eso hablo de hiperrealismo. Generar interacción en Internet, y que ésta semeje realidad, es casi tan importante como narrar. Pero aquí entran casi todos los géneros tradicionales. La ciencia ficción –con una buena dosis de probabilidad, como la ha planteado en los años treinta Orson Welles– es absolutamente posible. La versión radial de La guerra de los mundos, creo, funcionó maravillosamente por ser hiperreal, no por ser literatura fantástica.

¿Cambia el papel que cumple el escritor de blogonovelas en el mundo de la literatura?
El narrador online es completamente diferente al tradicional, si es que decide utilizar todos los recursos que brinda el lenguaje multimedia. De lo contrario, no. Quiero decir: si un escritor desea publicar en Internet sus cuentos en vez de hacerlo en papel, sin que éstos tengan cambios con respecto a su origen natural, el rol del escritor será el mismo. En cambio, si el narrador utiliza el diseño y la programación como recursos argumentales, la cosa ya deja de ser un solo de guitarra y se convierte en una orquesta de cuatro instrumentos: escritura, diseño, programación y marketing. Sobre el papel, lo mejor es describir las facciones de tu protagonista, hablar de su voz y de sus gestos. En Internet podés poner fotos o dibujos animados, las voces pueden oírse, los gestos multiplicarse. Hay un concepto audiovisual de la obra como complemento narrativo. Y, además, en la versión del escritor online es él mismo quien debe vender la obra, seducir al público para que se encuentre con ella.

¿Intervienen los lectores en la creación de Los Bertotti?
La participación de los lectores es vital en varios sentidos. Cada capítulo cuenta con un sistema de comentarios, donde ellos hablan literalmente con Mirta, la protagonista. La aconsejan, la retan, la compadecen. Una de las mayores sorpresas para mí, al escribir esta novela, fue la creación espontánea, una regla tácita, jamás escrita ni por mí ni por mis lectores, en donde nadie habla nunca con el autor. Nadie me da pelota: todos conversan con Mirta. La suspensión de realidad que se genera en la lectura colectiva de cada capítulo es realmente sorprendente. A mí esa marea de reacciones me sirve como termómetro; utilizo las charlas entre los lectores para saber por dónde debo ir.

¿Cómo funciona la comprensión en los lectores no argentinos, teniendo en cuenta las referencias o menciones a Tinelli, Susana, Sandrini o Coto?
Inicialmente, cada palabra demasiado argentina estaba subrayada con una línea de puntos roja. Cuando un lector foráneo pasaba el cursor por esa palabra, por ejemplo “Alfonsín”, aparecía una pequeña definición, también estaba redactada desde el discurso de Mirta: “Este hombre fue un presidente que nos cagó de hambre del ’83 al ’88 y que después se escapó porque fue siempre un bolastristre”. Cosas por el estilo. Más tarde, cuando lectores de todo Hispanoamérica comenzaron a conversar entre ellos en los comentarios, dejé de redactar explicaciones, porque me resultó mucho más divertido que un lector colombiano le preguntara a un lector argentino “¿qué quiere decir concheta?”, y el argentino le contestase “una chica de clase alta”, y un español a su vez explicara “aquí les decimos pija”, y que el resto de los latinoamericanos se riera y acabaran todos haciendo chistes sobre cómo les gusta la pija a las conchetas.

¿Imaginó que la blogonovela se iba a convertir en un libro publicado?
Cuando en 2003 escribí el primer capítulo y lo colgué en Internet, ni siquiera imaginé que fuera capaz de escribir el segundo. No por complicado, sino porque era un chiste, y uno sabe que los chistes, cuanto más cortos, mejor. No esperaba más que la llegada esporádica de los siete lectores de Mercedes a los que les había pasado la dirección de la página. Cuando esos lectores fueron trescientos, y después tres mil, y después más, ya directamente dejé de imaginarme cosas alrededor de Los Bertotti, porque me supera. Me sigue pareciendo milagroso no sólo que ya haya un libro en España, o que en unos meses se edite en Argentina, sino que haya podido escribir el segundo capítulo. Sigo sin saber por qué lo hice.

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