29/10/12

Apartheid sin vergüenza ni culpa


Por Gideon Levy
Publicado en HAARETZ 
Traducción: María M. Delgado

A medida que se acercan las elecciones, la temporada de encuestas de opinión pública ya está entre nosotros. Pero he aquí una encuesta [i] más preocupante y significativa en sus revelaciones que las que nos informan si Yair Lapid está despegando o Ehud Barak está cayendo en las encuestas.
Ésta pone al descubierto un retrato de la sociedad israelí, y la imagen es muy, muy enferma. Ya no son sólo los críticos en el país y en el extranjero, sino los israelíes mismos los que están abiertamente, sin vergüenza y sin culpa, definiéndose a sí mismos como racistas nacionalistas.
Nosotros somos racistas –están diciendo los israelíes-, practicamos el apartheid e incluso queremos vivir en un Estado de apartheid. Sí, esto es Israel.
Entre sus terribles resultados, la encuesta descubre un cierto candor inocente. Los israelíes admiten que esto es lo que son y no están avergonzados de ello. Encuestas similares se habían realizado antes, pero nunca los israelíes habían aparecido tan satisfechos de sí mismos, aun al admitir su racismo. La mayoría de ellos piensa que Israel es un buen lugar para vivir, y la mayoría de ellos piensa que éste es un Estado racista.
Es bueno vivir en este país, dice la mayoría de los israelíes, no a pesar de su racismo, sino tal vez a causa de él. Si se revelara una encuesta así sobre la actitud hacia los judíos en un Estado europeo, Israel habría puesto el grito en el cielo. Pero cuando se trata de nosotros, las reglas no se aplican.
La parte "judía" de la "democracia judía" ha ganado a lo grande. Lo "judío" le hizo un knock-out a la "democracia", reventándola contra las cuerdas. Los israelíes quieren más y más judío y menos y menos democracia. A partir de ahora, no digamos más “la democracia judía”. No existe tal cosa, por supuesto; no puede existir. A partir de ahora, digamos: “el Estado Judío”, sólo judío, y nada más que para los judíos. ¿Democracia? Claro, por qué no. Pero sólo para los judíos.
Porque eso es lo que quiere la mayoría. Porque así es como la mayoría define su Estado. La mayoría no quiere que los árabes voten por el Parlamento, no quiere tener vecinos árabes ni compañeros de clase árabes. Dejen que nuestro campo sea puro; tan limpio de árabes como sea posible; y tal vez aún más.
La mayoría quiere carreteras segregadas en Cisjordania, y no se inmuta ante lo que esto implica. Incluso la connotación histórica no le molesta en lo más mínimo. Quiere discriminación en los lugares de trabajo, y quiere transferencia [de población]. Basta de encubrimiento y de simulación. Esto es lo que queremos. Porque eso es lo que somos.
La derecha probablemente atacará al Fondo Nuevo Israel por haber encargado la encuesta. ¡Horror!, va a chillar; ¡izquierdistas que odian a Israel! Pero el griterío de la derecha no va a cambiar el resultado. Esto fue hecho por una empresa de sondeos confiable y reconocida. Además, ¿qué hay de malo en la encuesta? ¿Qué hay de nuevo que no supiéramos antes, aparte de la pérdida de la vergüenza? Dejemos que la derecha demuestre que no somos así, que muchos israelíes quieren vivir con los árabes. Que la mayoría ve a los árabes como gente como ellos, iguales en derechos y oportunidades. Vamos a ver cómo demuestran que la encuesta es errónea. Eso sería un verdadero motivo de celebración.
La encuesta no sólo enfrenta a los israelíes con su presente, sino también con su futuro. Ese parece haber sido el principal objetivo de quienes la llevaron a cabo. La encuesta les dice a los israelíes: ustedes querían asentamientos, querían ocupación, quieren a Netanyahu, y no han hecho nada por la solución de dos estados, que ya murió. Ahora vamos a ver cuál es la alternativa.
La alternativa, como cualquier niño sabe, es un solo Estado. ¿Un Estado? La mayoría de los israelíes dice que será un Estado de apartheid, pero no hace nada para evitarlo. Algunos de ellos incluso lo desean. Ni siquiera se preguntan: ¿Hacia dónde vamos? ¿Adónde nos están llevando? ¿Cuál es la visión para los próximos 10 ó 20 años? Bueno, si todo va bien, si todo continúa tal como está ahora, los israelíes saben cuál es la respuesta, y es una amarga verdad.
Hasta entonces, la imagen de Israel 2012 es la siguiente: no queremos a los árabes, no queremos a los palestinos, no queremos igualdad, y al diablo con todo lo demás.
Valores: shmvalores; moral: shmmoral [ii]. Democracia y Derecho Internacional: esos son asuntos para los antisemitas, no para nosotros. Nosotros seguiremos votando a Netanyahu, recitando que somos la- única-democracia-de-Medio-Oriente, y gimiendo que el mundo entero está contra nosotros. 


[i] Se refiere a la encuesta publicada por Haaretz en: http://www.haaretz.com/news/national/survey-most-israeli-jews-would-support-apartheid-regime-in-israel.premium-1.471644?fb_action_ids=4804153582959&fb_action_types=og.recommends&fb_source=aggregation&fb_aggregation_id=246965925417366 Un resumen en español fue publicado en: http://www.elperiodico.com/es/noticias/internacional/judios-apoyan-apartheid-israel-anexiona-cisjordania-2232351

[ii] Juego de palabras recreando expresiones burlonas usadas por Ben Gurión (ONU= Shmonu, OTAN=Shmotan). 

Publicado originalmente en Haaretz: http://www.haaretz.com/news/national/survey-most-israeli-jews-would-support-apartheid-regime-in-israel.premium-1.471644

Los tres Pablos

Por Vinicius de Moraes

Qué año tan sin criterio
este del setenta y tres,
que se llevó al cementerio
a tres Pablos a la vez.

Pablazos y no pablitos
en el tiempo y en el espacio,
Pablos de muchos caminos:
Neruda, Casals, Picasso.

Tres Pablos que se empeñaron
contra el fascismo español,
tres Pablos que tanto amaron,tres Pablos llenos de sol.

Un trío de inmensos Pablos
en genio y en osadía,
hecho de gracia y trabajo,
pincel, arco y caligrafía.

Tres Pablos muy difundidos,
Casals, Picasso, Neruda;
tres Pablos de mucho nombre,tres Pablos de tanta ayuda.

Tres líderes cuya muerte
el mundo entero sintió…
Oh, año triste y sin suerte
¡LA PUTA QUE TE PARIÓ!



17/10/12

El mejor superclásico de la historia


Una vez más se producen cambios en la forma de juego del Nacional. En el año 1972 se instituyen los interzonales. Ya en la primera fecha, como nunca en la historia, se enfrentan los más grandes de Argentina: River vs Boca. La cancha de Vélez es sede de una nueva edición del superclásico: el número 140 de la historia. River entra decidido a romper esta racha nefasta de 15 años sin títulos. Aún restaban tres para acabar con la malaria. Boca, por su parte, había obtenido el Metropolitano de 1969 en la casa de su acérrimo rival, River. Sí, el mismo contra el que tenía que disputar el próximo encuentro. Y comienza el partido. Merlo para Alonso (como tantas veces en aquellos años), éste abre para Mas. Cambio de frente de "Pinino" hacia la derecha, Blanco no logra interceptar el pase....Mastrángelo: gol. Es la apertura del marcador al minuto de juego. Pero River entró voraz. Decidido a pasar por encima al xeneize. Y tan solo ocho minutos después se produce la siguiente jugada: enorme corrida del gran J.J.López, deborda, tira centro y aparece Mas que, con un gran cabezazo, hace infructuosa la volada de Rubén Sánchez. 2-0. ¿Partido liquidado? El encuentro lo domina River en todas sus facetas. Boca parece dormido. Pero es entonces cuando "Perico" Pérez sale a descolgar un centro y comete la imprudencia de patear a Curioni, delantero de Boca. Es penal, claro. Correcto Pestarino. Ahí va Suñé. Gran shoteador que, cuatro años más tarde, amargaría a todo River al vencer al mismísimo Fillol con un tiro libre en la final del Nacional. Pero ahora está salado. Y encima está frente a frente con el "ataja-penales" Pérez. Y el arquero riverplatense contiene el lanzamiento. Todo ésto en tan solo 13 minutos. Toco por acá, la paso por allá, cambio de frente, algún lujo...Así es River. Llega el minuto 24. Ponce desborda a Giustozzi, un milagro para ese entonces, y tira centro. Allí aparece el infalible Curioni, quien con una extraordinaria tijera vence a Pérez. Es 2-1 y otra historia. Ahora es Boca el que avanza impulsado por el reciente gol. Y River se repliega. Minuto 42: tiro libre para Boca. Se preparan Potente, Curioni y Ponce. Pero va Mané....golazo. Es 2-2. Pero sigamos rápidamente con el relato porque Boca se acerca nuevamente al arco defendido por Pérez. Ponce supera otra vez a Giustozzi y envía el centro. Ahora no aparece Curioni sino el otro: Potente. Con su botín izquierdo sopla la pelota al gol. Fin del primer tiempo y está Boca arriba 3-2. Algo impensado media hora antes. La gente, atada a sus asientos. Nadie se quiere perder este clásico que ya es considerado por los más eufóricos como "histórico". Comienza el segundo tiempo. Parece un replay del final del primero. Boca presiona, River sufre. Potente aprovecha y convierte nuevamente. Ahora es 4-2. Y con sabor a baile. Transcurren 5 minutos con una marcada superioridad xeneize. Es entonces cuando Pinino reaparece. Y, tras cabecear un centro de J.J., envía la pelota al gol. Pero, ¿es gol? Queda la duda flotando en el ambiente. Pero, sí, es gol. Pese a que Sánchez se repone del rebote que dio, no logra sacar la pelota, la cual ingresa en su totalidad. Es gol legítimo. ¿Y ahora? Ahora se viene River. ¡Cómo juega la mente! Domina River, gol de Boca, domina Boca, gol de River, domina River...Lleno de vaivenes está el partido. Y cuatro minutos después, aparece el infaltable Carlos Manuel Morete. El mismo que había sido tan bien contenido por Blanco hasta ese minuto 62. Fue una jugada impresionante, en la cual Morete superó la marca de "Cachín", Suñé y Mouzo (previo pase de Merlo) antes de cruzar el disparo ante la salida del arquero Sánchez. Es 4-4. PAR-TI-DA-ZO. Pero los jugadores parecen abatidos, cansados, satisfechos...El marcador parece justo, acorde a las situaciones que tuvieron uno y otro conjunto. Pero los goleadores son así...Minuto 90. El partido se muere. Dominichi tira un pseudo centro. Nadie la captura. Ni de River, ni de Boca. Los xeneizes la ven pasar. Es entonces cuando aparece él, completamente solo. Él es Carlos Manuel Morete. El héroe de la jornada. El verdugo de Boca. Quien reviente la pelota contra el fondo de la red. Es gol, es 5-4. Es victoria de River. Es el final de EL MEJOR SUPERCLÁSICO DE LA HISTORIA.

FICHA DEL PARTIDO:

RIVER: José Alberto Pérez, Zuccarini, Dominichi, Daulte, Giustozzi, J.J.López (37' ST Ghiso), Merlo, Alonso (24' ST Carlos Ángel López), Mastrángelo, Morete y Mas. DT: Julio Eulogio Urriolabeitía
BOCA: Rubén Omar Sánchez, Suñé, Mouzo, Oscar Domingo Blanco, Marzolini, Peracca (21' ST Alberto Domingo Romero), Pachamé, Potente, Ponce, Curioni y Ferrero. DT: José Varacka
GOLES: 1' PT Mastrángelo (RIV); 9' PT y 13' ST Mas (RIV); 24' PT Curioni (BOC); 42' PT Ponce (BOC); 45' PT y 6' ST Potente (BOC); 17' ST y 45' ST Morete (Riv)
INCIDENCIA: José Alberto Pérez le atajó un penal a Suñé a los 13' PT.
ÁRBITRO: Luis Pestarino

Partido correspondiente a la primera fecha del Interzonal del Campeonato Nacional de 1972. Jugado el 15 de Octubre de 1972 en el Estadio de Vélez Sarsfield con una recaudación de 221.220 pesos.

16/10/12

"El espectador emancipado" de Jacques Rancière


"Aquel que ve no sabe ver”: esta presuposición atraviesa nuestra historia, de la caverna platónica a la denuncia de la sociedad del espectáculo. Es común al filósofo que quiere que cada uno ocupe su lugar y a los revolucionarios que quieren arrancar a los dominados de las ilusiones que los mantienen en ese estado.
Algunos emplean explicaciones sutiles o instalaciones espectaculares para mostrar a los ciegos lo que estos no ven. Otros quieren cortar el mal de raíz, transformando el espectáculo en acción y al espectador en hombre que actúa.
Los estudios reunidos aquí oponen a esas dos estrategias una hipótesis simple: el hecho de ver no implica ninguna debilidad; la transformación en espectadores de quienes estaban destinados a las coacciones y a las jerarquías de la acción pudo contribuir a conmover las posiciones sociales, y la denuncia del hombre alienado por el exceso de imágenes fue de entrada la respuesta del orden dominante a ese desorden. La emancipación del espectador es entones la afirmación de su capacidad de ver lo que él ve y de saber qué pensar y qué hacer con ello.
Al examinar algunas formas y debates del arte contemporáneo, este libro intenta responder a las preguntas: ¿qué entender por arte político o política del arte? ¿Cómo nos situamos respecto a la tradición del arte crítico y del deseo de incluir el arte en la vida? ¿Cómo la crítica militante de la mercancía y de la imagen devino en la afirmación melancólica de su omnipotencia o la denuncia reaccionaria del “hombre democrático”?

El espectador emancipado
Jacques Rancière. Traducción: Ariel Dilon. Ediciones Manantial, Colección Bordes, 2012. 136 páginas.

10/10/12

De la cultura rock


Durante las décadas de 1950 y 1960 la juventud occidental construyó un universo con leyes, códigos y valores propios alrededor de una música nueva e intensa: el rock. La voluntad de diferenciarse del mundo adulto, oponerse a sus compromisos y censuras definieron los intereses centrales de esta nueva cultura. La rebelión fue su modo de funcionamiento y expresión principales. Sin embargo, la utopía –importante parte constitutiva de esta nueva cultura- se volvió decepción cuando quedó en evidencia la ingenuidad de la revuelta con la apropiación que el mercado hizo de ella, al convertirla en un objeto de consumo como cualquier otro.
En este libro, Claude Chastagner, profesor de Civilización Americana en la Université Paúl-Valery de Montpellier y especialista en música popular angloamericana, avanza en esta dirección para plantear una identidad estructural entre los objetivos de la cultura del rock y la organización capitalista occidental, una convergencia fundada en la estrategia del eslogan y el estrellato, la provocación y los excesos. Si esto es así, ¿es posible hablar de una “rebelión del rock”? Sus voces, ¿fueron (son) capaces de oponerse a la autoridad, al conformismo y al status quo?
A partir de un estudio minucioso, que va de los comienzos del rock hasta la actualidad, pasando por sus estilos, Chastagner entrelaza la historia de íconos del rock como Bob Dylan, The Beatles, The Rolling Stones, Pink Floyd, Led Zeppelin, The Who, The Sex Pistols, Frank Zappa, U2, entre muchos otros, para develar los mecanismos y las imposturas que definieron esta cultura y la relación que estableció con el mercado y la sociedad.

DE LA CULTURA ROCK 
Claude Chastagner, Editorial Paidós, Colección: Entornos 


Ascenso y caída del rey perverso


Por Susana Villalba
Publicado en Ñ

Este año hay y hubo varios acercamientos a “la obra escocesa” –no hay que decir Macbeth sin tocarse ahí–, como conjurando el maleficio. Su fama de yeta fue incluso parodiada en un capítulo de Los Simpson. Se habla de incendios de teatros, se cree que el recitado de las brujas despierta a los fantasmas. En su estreno, se desató una epidemia de peste y Shakespeare interpretó de apuro a Lady Macbeth porque murió el actor designado. La explicación más razonable es que fue una obra tan popular en la época posterior a su estreno, que las compañías que al final de la temporada no habían tenido éxito trataban de salvarse con ella: si fallaban perdían toda consideración. Era la obra de la buena o la mala suerte. Aunque también podría pensarse que se teme una expansión de la violencia de la obra, derivación de la idea contemporánea a Shakespeare: la armonía que se quiebra en un nivel, afecta el orden de toda la naturaleza, de todas las esferas del cielo y del inframundo. “Desbarátese la máquina del universo y perezcan ambos mundos”.

Una de las primeras interpretaciones que podemos hacer de la obra es precisamente que quien rompe el contrato social de su época, desata la violencia sin fin; si hace del poder algo que puede arrebatar sin legitimidad, todos lo harán. Por eso “el mal se afianza con el mal”, Macbeth no teme a la muerte sino a que le arrebaten el poder como él lo ha hecho. Es por esto que no parece fundamental la discusión acerca de si Macbeth tiene o no descendencia, la profecía de que sus hijos no heredarán el trono, significa que antes le será arrebatado por la fuerza. El poder no es algo corrupto por definición y sangriento, si los humanos tenemos este impulso, también somos capaces de establecer y respetar un contrato social para organizar precisamente las ambiciones de todos. Así como para nosotros es la democracia, en tiempos de Shakespeare se consolidaba lo que serían las Naciones Estado modernas, convenía la paz interna en reinos aglutinados bajo monarquías centralistas; la pelea sin fin por ocupar el trono se debía zanjar por la legitimidad de árboles genealógicos y matrimonios entre ellos, por más que un Macbeth defendiera el reino con su bravura. Si en la ficción el Rey Duncan tiene hijos, la profecía de que Macbeth será Rey no puede significar otra cosa que un crimen. Por ende, Macbeth sabe que sólo por el terror será obedecido porque no puede esperar una lealtad que él no cumplió.

En ese marco fue escrita y estrenada la obra, un año después de la llamada Conspiración de la pólvora, en 1605, un intento de asesinar al rey Jacobo I y secuestrar a su descendencia. Tres años después de que este monarca, antes rey de Escocia, asumiera la Corona de Inglaterra. El sector de la nobleza feudal que no se había reciclado en el naciente capitalismo, resistía esa monarquía que Shakespeare, como la mayoría de sus contemporáneos, apoyaba como ordenadora de la pasada anarquía por guerras internas.

Sin embargo, con Jacobo I el centralismo se había convertido en asfixiante absolutismo. Se puede sospechar que, si bien Macbeth advertía sobre el caos por no respetar la legitimidad del rey, embozadamente también advertía a éste de los peligros de la tiranía, el poeta era capaz de ambas cosas al mismo tiempo. Así como concilia con la inclinación de Jacobo I por la demonología, quien curaba el Mal de Rey, pero en el fondo desacredita lo sobrenatural.

El verdadero Macbeth fue rey de Escocia entre 1040 y 1057 y habitó el castillo de Dunsinane. Según las crónicas, fue un tirano sin escrúpulos y creyente de la hechicería, que había cometido magnicidio contra el rey Duncan. Aunque algunos señalan que su figura había sido deliberadamente oscurecida y modificados algunos datos en los Anales de Escocia, de Boethius, para reforzar la línea sucesoria que sería la de Jacobo I, octavo en descendencia de la monarquía escocesa, como las ocho generaciones que se profetizan a partir de Banquo. Shakespeare fusionó la de Macbeth con la historia del rey Duff, asesinado por su vasallo Donwald; se basó en las Crónicas de Inglaterra, Escocia e Irlanda , de Holinshed –basadas a su vez en Boethius– y en otras de George Buchanan y de John Leslie.

El ser y la nada

Macbeth es diferente a otros villanos shakespeareanos en que se padece a sí mismo. Tan incomprensible es su acción como la de Judas al traicionar por monedas que no disfruta antes de ahorcarse. Se podría pensar en una contracara de Hamlet, ya que tantos ensayos se han preguntado por qué no mata, han pensado por qué lo hace Macbeth. También podemos encontrar en este personaje algo de Icaro (“se pierde en los pliegues de su majestad como un enano que hubiera robado el manto a un gigante”). Y algo de Fausto (“entregué al enemigo común de los hombres la preciosa joya de mi vida eterna”). Pero sobre todo, la pregunta de su época era por el albedrío y la propia responsabilidad. Si en la representación de moralidades medievales católicas el hombre se debatía escuchando al ángel bueno y al malo, Macbeth discute con su propia conciencia (no duerme quien tiene mala conciencia). La Reforma había subrayado la predestinación en cuanto a la salvación, no a la decisión de las propias acciones. Macbeth desata o reconoce con los presagios su propio deseo y sólo en este sentido las brujas son instigadoras.Si realmente Macbeth creyera en un destino inamovible, lo dejaría llegar por sí solo. Además de Lutero y Calvino, esa modernidad incipiente en la que vivía Shakespeare, heredera del Renacimiento, había sido abierta por Bacon y Copérnico, entre otros.

El ruido y la furia

Se podría pensar a Macbeth como una cara oscura de El Quijote, del cual fue contemporáneo. Lo que antes fuera virtud de caballero es luego carnicería de loco. “Mi cerebro estaba agitado por recuerdos casi borrados”. Ese castillo gótico en tinieblas, los susurros de hechiceras, ese señor de un mundo que acaba en otro que comienza, escapado de una novela de Caballería, es un loco o un idiota que dio crédito a un relato de ruido y furia. Con el otro pie ya en la modernidad, escindido por contradicciones irresolubles como su misma época de transición, entre la realidad y el ideal, la ilusión y la razón, la libre competencia y el colectivo, el empirismo y la religión, el conflicto dramático de esta obra se desarrolla dentro del personaje. “¿Quién puede estar tranquilo y frenético, ser leal e indiferente al mismo tiempo?”, pregunta, pero él mismo lo es. Y la doble moral que proponía Maquiavelo tenía sus costos.

La profundidad existencial de algunos párrafos nos llevan también a encontrar un antecedente de Raskolnikov, quien asesina para afianzar su Ser humano pero con esa libertad encuentra también la Nada. O incluso a considerar al poeta inglés un precursor de la psicología: quien apura de un trago su deseo “derrama la copa de la vida”, porque el goce no está en la consumación.

También puede interpretarse que el lenguaje mismo es la tragedia. Macbeth actúa para hacer coincidir los hechos con las palabras pronunciadas. Las palabras engañan sin mentir; y quien escucha, entiende lo que quiere. Aparece un niño ensangrentado; seguramente Macduff –el que matará a Macbeth– cuando hubo de ser arrancado del vientre de su madre que no llegó a parirlo; pero las brujas dicen: ningún hombre parido por mujer te hará daño. No por nada Shakespeare, como señala George Steiner, siempre aprovecha certera e intencionalmente la polisemia y su entretejido de desplazamientos por resonancias.

En cuanto a Lady Macbeth, también ella ha dado pie a múltiples interpretaciones. Se suele decir que es la instigadora pero, más probablemente, comprende que un matrimonio es una empresa de a dos y que debe asumir un rol en la dupla: “quieres tener a tu lado una voz que te diga debes hacer esto”.

Podríamos hablar de antecedentes, entre ellos la Tragedia Griega y Séneca. Y haría falta una nota aparte para la prosecución. Desde reescrituras como las de Eugène Ionesco, Tom Stoppard o Griselda Gambaro, hasta la ópera de Giuseppe Verdi y Lady Macbeth de Mtsensk, de Dmitri Shostakovich, sobre el cuento de Nikolái Leskov, del que hay un filme de Andrzej Wajda.

Las versiones en cine son incontables, desde las mudas a partir de 1905, incluso de D. W. Griffith, impulsor del cine como relato y montaje; hasta la reciente de Geoffry Wright en 2006. Versiones gore , retrofuturistas, de autos que estallan, de mafia, humorísticas y hasta pornográficas, versión india (Jwala) o finlandesa (producida por Aki Kaurismäki), latinas (Sangrador y Cabezas cortadas), canadiense (Macbeth 3.000, de Warren Meech) o la japonesa, ya de culto, Trono de sangre, de Akira Kurosawa. Y por supuesto la de Orson Welles, de 1948 (Borges asistía al cine para escucharla) y de Roman Polanski, en 1971.

Buenos Aires trágica

Circunscribiéndonos al teatro y a Buenos Aires, se recuerda el Macbeth que interpretó Lautaro Murúa junto a Inda Ledesma y la versión de Carlos Somigliana y Rubén Santagada. En los 80, América Macbeth, de Máximo Salas, una puesta artaudiana con analogías mayas. La Señora Macbeth, de Griselda Gambaro, con Cristina Banegas dirigida por Pompeyo Audivert.

Recientemente, una excelente versión de títeres para adultos, dirigida por Gabriel Garabito. En el Festival Shakespeareano de Buenos Aires, este pasado verano, la compañía Teatro Sanitario de Operaciones realizó un abordaje cercano al happening, con siluetas de ahorcados, una cama matrimonial sacudida por fuerzas ocultas, lluvia real y cabezas de muñecas cortadas en un aquelarre del que participaba el público. También en ese Festival, la versión de Patricio Orozco en que se destacaba Cristina Pérez (del noticiero de Telefe), con celulares tan eficaces como espadas, teatro aéreo, videoarte y canciones de AC/DC y Manu Chao. Este año se vio también una puesta de Laura Silva y aún están en cartel El propósito colectivo , versión de Marcelo Bertuccio en el Teatro del CIC, que traslada el conflicto de ambición al teatro independiente; y en el teatro El Crisol: Crónica de los siameses, reescritura de Alfredo Megna, que pone el acento en la supuesta pérdida de un hijo.

6/10/12

Monopoly


Por Luis Bruschtein
Publicado en PÁGINA 12

En un tiempo, el término “operación mediática” podía referirse a una transmisión en directo desde el quirófano. En esta época ya no quedan inocentes en relación con los medios. No por eso no deja de sorprender que la utilización de este recurso ya impregne todos los estamentos de la sociedad, en especial el judicial. En estos tiempos, los abogados han tenido que aprender técnicas de venta y de oratoria y también de utilización de los medios. En un juicio siempre es importante tener a los medios de su lado. Esta “impregnación mediática” de todas las actividades habla también del inmenso poder que van adquiriendo los medios en estas sociedades.
Una demostración impecable de operación mediática fue la del juez Ricardo Recondo, representante de la corporación judicial en el Consejo de la Magistratura. Claro que en este caso el gran interesado era el propio cartel mediático y el juez allí era un mero intermediario. La estrategia fue lanzar una gran cortina de humo con el respaldo de toda la corporación de grandes medios, tanto del Grupo Clarín como de La Nación, para denunciar una supuesta operación para manipular la designación del juez que deberá dictaminar sobre la legitimidad del artículo 161 de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, o sea el artículo de desmonopolización.
Como el tero, que pone en un lado el huevo y pega el grito en otro, mientras el procedimiento normal era denunciado como amañado, Recondo ponía en funcionamiento un mecanismo forzado para apartar al Consejo de la Magistratura y así designar él mismo con otro juez, al magistrado que deberá decidir si se vuelve a dar marcha atrás la aplicación de una ley que fue sancionada por el Congreso.
Recondo fue la estrella de los programas periodísticos de TN y Canal 13. Hubo editoriales en Clarín y La Nación que ponían a este operador judicial en el rango de héroe justiciero y lo que en realidad estaba haciendo era crear condiciones favorables para que el Grupo Clarín no desmonopolice. De todos los programas a los que asistió, ninguno llamó aunque sea por teléfono a los delegados de la otra parte, por lo menos para hacer el famoso juego de las dos campanas. No podían hacerlo porque la operación requería poner el énfasis fuertemente en la descalificación del procedimiento normal. El procedimiento normal era la elección por concurso de la terna de jueces que aspiraban a ocupar el juzgado federal en lo Civil y Comercial número uno, que está vacante desde hace tres años.
La regulación que contiene el artículo 161 no es diferente de otras normas antimonopólicas que intentan limitar posiciones de mercado dominantes o hegemónicas. Su aplicación en el ámbito de la información es aún más necesaria. El poder de un monopolio mediático es mucho mayor que el de un monopolio en cualquier otra esfera. Una demostración fue la forma en que se le inventaron declaraciones al jefe del grupo Techint. Paolo Rocca salió a desmentir a Clarín recién después de que la Presidenta saliera duramente a responderle. Ese poder se expresa también en el ámbito judicial.
El juez Edmundo Carbone había hecho parte de su trayectoria durante la dictadura y sobrevivió en la carrera gracias a que fue incluido por el presidente Raúl Alfonsín en los pliegos que elevó al Congreso para que sean ratificados. En ese momento, cuando todavía no existía el Consejo de la Magistratura, el operador del radicalismo entre los jueces –la mayoría de ellos, obviamente, de la dictadura– era Ricardo Recondo, el subsecretario de Justicia de Alfonsín. Muchos jueces le deben sus nombramientos.
Edmundo Carbone, a cargo del juzgado número uno, había solicitado la jubilación en noviembre del 2009.
En diciembre de ese año dio lugar a la cautelar de Clarín contra el artículo 161 e inmediatamente se acogió a la jubilación y el juzgado quedó acéfalo. La medida de Carbone incluía otra inquietud histórica de ese grupo al rechazar el artículo que permitía a las cooperativas operar señales de cable. Carbone era un juez con antecedentes reaccionarios no solamente por su trayectoria durante la dictadura. Fue el que prohibió la exhibición de la película La última tentación de Cristo, de Martín Scorsese. Cuando dio lugar a la cautelar, se respaldó en una declaración curiosa, al asegurar que “no estaba demostrada la posición dominante de Clarín”. Algún poder debe tener para que Carbone le haya concedido todo lo que el poderoso grupo le reclamó.
El radicalismo no se animó a votar la ley de medios, junto con los legisladores del PRO y de la Coalición 
Cívica. Estos diputados perdieron la votación democrática en el recinto frente a votos del oficialismo y de muchas otras fuerzas provinciales y de centroizquierda. Ahora, dos miembros del radicalismo, Recondo y el diputado Oscar Aguad, más otro del PRO, el representante de los abogados Alejandro Fargosi, son los operadores en el Consejo de la Magistratura para frenar de cualquier manera lo que fue aprobado en forma democrática en el Congreso. El PRO y el radicalismo perdieron la votación parlamentaria cuando se opusieron a la ley de medios y no es democrático pretender ahora frenarla con operaciones mediáticas y judiciales.
Recondo, un destacado operador en la época en que los jueces eran repartidos entre los partidos políticos, antes de la existencia del Consejo de la Magistratura, basa todo su discurso público y mediático en las supuestas presiones del oficialismo sobre los magistrados. No hace tanto puso el grito en el cielo cuando una representante del oficialismo planteó flexibilizar el procedimiento para la designación de jueces. Y ahora hizo una campaña por todo lo contrario, o sea denigró ese procedimiento como una maniobra oficialista. No se puede ser tan contradictorio y al mismo tiempo mantener alguna seriedad ante la opinión pública, a menos que se tenga todo el respaldo de los grandes medios.
El procedimiento para designar jueces naturales en los juzgados vacantes es a través de concursos públicos de los cuales son elegidos los tres mejor calificados. Esa terna es elevada por la Magistratura al Poder Ejecutivo para que elija a uno de ellos. A su vez el Poder Ejecutivo debe presentar a su elegido al Senado que puede aprobar o no la designación. Después de tres años de tramiteríos y mucha discusión y cruce de acusaciones se había llegado a la conformación de las ternas. Es un procedimiento que tiende a minimizar la injerencia externa. El más democrático que se ha encontrado hasta ahora. Pero no se puede ser democrático según la conveniencia. Recondo se lanzó a una campaña mediática cuando percibió que los intereses del Grupo Clarín entraban en un territorio que no podía controlar. La excusa de que opera contra la ley de medios y no a favor de Clarín no tiene sentido porque ambas afirmaciones significan lo mismo. La excusa de que la ley de medios no es democrática o que el Gobierno la quiere usar en su disputa con los grupos mediáticos hegemónicos es mucho menos democrática que cualquier objeción que se le haga a la norma. Esa ley fue aprobada por el Congreso porque es un requerimiento de la sociedad –ésa es la esencia de la democracia– y lo que hay que hacer es aplicarla, afecte a quien afecte, sean oficialistas u opositores.
Finalmente Recondo dejó de lado el procedimiento democrático, y como también es vicepresidente de la Cámara Civil y Comercial, se reunió con su colega presidente de esa Cámara, Martín Farrell, y entre los dos designaron a un juez jubilado, Raúl Tettamanti, como juez subrogante del juzgado que se hará cargo de una causa tan delicada. El representante de la corporación de los jueces ante la Magistratura pisoteó así los procedimientos democráticos.
Recondo pontifica sobre un tema importante y necesario como la independencia de los poderes y alude a las presiones del Ejecutivo. Pero nunca se refiere a las presiones mediáticas, económicas, corporativas o sectoriales que sufren los jueces. De todas ellas la más poderosa es la de los medios, incluso más que la del Estado. Recondo asegura que los jueces no se atreven a juzgar a las autoridades de Gobierno porque ponen en riesgo sus carreras. Pero una campaña mediática puede pulverizar la carrera de jueces verdaderamente independientes que no acatan las reglas de juego de los grandes medios. Recondo es un gran opositor al gobierno. Según su teorema, su carrera debería estar por el piso y sin embargo no le va tan mal. Pero además, Recondo tiene el respaldo de la corporación mediática. Si se quiere, en ese debate en la Magistratura se cruzaron lanzas entre el poder del oficialismo y el de los medios concentrados –que no son instituciones democráticas sino grandes empresas– representados por Recondo. Finalmente la designación de Tettamanti por Recondo da una idea justa de cuál es el poder más peligroso.



5/10/12

Un “spa” apto para monstruos


Por Juan Pablo Cinelli
Publicado en PÁGINA 12

Con Lluvia de hamburguesas, una película con un notable humor absurdo y una narrativa tan simple como brillante, los estudios Sony consiguieron instalarse como cuarta posición en el mundo de las películas infantiles de animación digital. A la altura de lo mejor del género, sobre todo de lo hecho por Pixar, pero también por Fox y Dreamworks, la película no logró igualar en boleterías su gran éxito artístico. Pero no se rindieron. Tras otros trabajos interesantes, Sony ataca de nuevo con Hotel Transylvania, film en la línea de los anteriores que, sin llegar a la altura de Lluvia de hamburguesas, se permite algunas novedades dignas de atención.
Con un método similar al utilizado por Monsters Inc. para abordar el mito de los monstruos en el ropero, o a la fórmula de Shrek abrevando en el imaginario de los cuentos de hadas, Hotel Transylvania se permite subvertir el universo de los monstruos más populares de la tradición cinematográfica: Drácula, la criatura del doctor Frankenstein, el Hombre Lobo, la Momia, los zombies. A partir de injertar una pequeña variante que opera como mariposa bradburyana, los clásicos del horror acabarán transformados en un cuento para chicos (y grandes). Aquí Drácula ha convertido su castillo de los Cárpatos en un exclusivo spa, para que los monstruos puedan descansar sin ser molestados por las turbas humanas que, con antorchas, picas y horquillas, insisten en lincharlos. Merced a este giro, la aberración de este cuento son los humanos, un cambio en el punto de vista que no representa ninguna dificultad, ya que si en algo ha sido exitoso el cine es en generar mayor cariño por los monstruos que por sus víctimas habituales.
A pesar de las reformas operadas, la película respeta las tradiciones del género. Así, Drácula habrá fundado su hotel para monstruos en 1898, un año después de que Bram Stoker publicara su novela; la criatura de Frankenstein le tendrá pavor al fuego, y los zombies, que por ser los monstruos más jóvenes del cine pagan el derecho de piso como servidumbre multifunción descartable. Pero ocurre que Drácula además tiene una hija que acaba de hacerse mayor de edad al cumplir 118 años y que, como cualquier joven, quiere salir a conocer el mundo. Pero Drácula, posesivo y opresivo, tanto en su rol de padre como en el de líder de esa tribu de abominaciones, les ha hecho creer a todos que los humanos aún son una amenaza mortal que debe ser evitada. Pero no se trata de un engaño completo porque, encerrado como está hace más de un siglo, el buen conde está convencido de que las personas siguen siendo aquella horda obsesionada con el ajo y las estacas. Pero en pleno siglo XXI, donde Nerds, Geeks y demás freaks han impuesto su cultura en un mundo globalizado, tal vez las cosas sean muy diferentes. Y el Príncipe de las Tinieblas tendrá oportunidad de comprobarlo, cuando un adolescente mochilero (y humano) llegue por accidente hasta el hotel.
Con sencillez y sin pretensiones de profundidad, Hotel Transylvania rueda sobre el eje de ese particular conflicto que surge entre un padre empujado por miedo a la sobreprotección y una hija desbordada de deseos y hormonas que, adrede o no, pone al tipo al borde del ataque de nervios. Lo mismo que en el 97 por ciento de los hogares humanos, pero potenciado por un guión que aprovecha lo ilusorio del mundo creado, para aplicar precisos estiletazos humorísticos. Gran mérito en todo esto parece tener el director Genndy Tartakovsky, quien demostró solvencia con creaciones televisivas como Las chicas superpoderosas o El laboratorio de Dexter. Parte del estilo a la vez inocente y descontrolado de aquellas creaciones se mantiene en Hotel Transylvania. Y aunque no se aparte demasiado de las fórmulas probadas, allí está lo mejor, la personalidad de este film acerca de padres, de hijas y del monstruo que todos en este mundo llevamos dentro.


2/10/12

Eric Hobsbawm (1917-2012)

Por Sergio Wishñevsky
Publicado en PÁGINA 12

Ayer falleció el historiador Eric Hobsbawm. Autor de una producción historiográfica impresionante, se convirtió en referente de varias generaciones de historiadores de todo el mundo. En rigor, no debe haber una universidad vinculada con las ciencias sociales que no lo tenga como lectura obligatoria en muchas de sus cátedras. De hecho, su influencia llega a los programas de los colegios secundarios. De ahora en más se multiplicarán los homenajes, los dossiers, los seminarios, las interpretaciones y los debates dedicados a recorrer y analizar su obra.
En 2003 escribió su autobiografía Años interesantes. Una vida del S. XX, título que hace alusión a una maldición china, pero a él le encantó vivir tiempos interesantes. Con la maestría que lo caracterizó nos enteramos de su accidentada infancia. Nació en 1917 en Alejandría, creció en Viena y Berlín. En ese relato nos sumerge en las peripecias de la Primera Guerra Mundial, la desaparición del Imperio Austrohúngaro y con él “todo un universo cultural”. Relata que fue testigo presencial del ascenso de Hitler al poder, en 1933, y que ese mismo año se trasladó con sus tíos a Londres. Sus padres murieron siendo él pequeño. Se alistó en la Segunda Guerra y finalmente en 1947 consiguió un puesto de profesor en la Universidad de Londres. De ahí en más su carrera académica ascendente lo lleva al mismísimo cielo. Desde 1936 militó en el Partido Comunista y no se apartó de sus convicciones, ni las ocultó jamás. Defendió a la URSS incluso en 1956, cuando la invasión a Hungría alejó del PC a buena parte de la intelectualidad europea.
Hobsbawm fue un destacadísimo miembro y fundador del grupo de los historiadores marxistas ingleses junto a hombres como Edward Thompson, Christopher Hill y Perry Anderson. Desde las entrañas mismas de universidades como Cambridge tomaron temas tradicionales de la historiografía británica y les dieron una nueva impronta. La Revolución Industrial y la Revolución Francesa fueron revisitadas. Surgió lo que se llamó “la historia desde abajo”, la mirada se volcó a la vida de los sectores populares –antes invisibles–, la situación de los obreros, los campesinos desplazados, los marginales. Los conflictos de clase como clave explicativa. Libros como Rebeldes primitivos, de 1959, o Bandidos sociales, de 1965, aportan una nueva mirada sobre las formas de rebeldía popular y sobre cómo el Estado reconfigura las relaciones sociales y convierte en delito lo que antes eran tradicionales practicas locales. Historiadores de todo el mundo tomaron como modelo estas hipótesis, que en nuestras tierras brindaron la oportunidad de una muy fructífera relectura del Martín Fierro, Juan Moreira o los llamados bandidos rurales.
En el plano del estudio de las ideologías, en 1983 publica La invención de la tradición, título sugerente si los hay, que de alguna forma continúa en el muy recomendable, para nuestros debates actuales, Naciones y nacionalismo. El enorme mérito de estas obras radica en haber despojado al tema de la Nación del pedestal mitológico esencialista. Será muy difícil después de estos libros seguir viendo a las naciones como otra cosa que una construcción social. Sin embargo, eso no implicó un relativismo político ni un viaje a las afirmaciones indeterminadas. Por el contrario, el concepto permitió pensar la nación desde una óptica radicalmente democrática.
Sin embargo, la explosión de su fama y reconocimiento por fuera del intramuros académico fue sin dudas su tetralogía, escrita entre 1971 y 1994, La era de la Revolución, La era del capitalismo, La era del Imperio y La historia del S. XX (cuya traducción del inglés debió ser La era de los extremos). Logró el prodigio muy poco común de merecer un amplio reconocimiento del gran público y del mundo académico en simultáneo. En ellos podemos ver los grandes procesos sociales relatados y analizados desde distintas escalas. Las revoluciones burguesas y sus contradicciones. La política, la economía, la transformación de las ideas. Plagados de hipótesis sugerentes como la descripción del hogar burgués o el universo prometedor que el capitalismo abre al convencer a las multitudes de que el bienestar y la riqueza están al alcance de todos, en una “carrera abierta al talento”.
Al margen de su obra histórica, Hobsbawm escribió bajo el seudónimo de Frankie Newton, tomado del nombre del trompetista comunista de Billie Holiday, como crítico de jazz. Lo cual, al decir de Fito Páez, demuestra que era un historiador con swing.
En 1990 publica Los ecos de La Marsellesa y allí refiere una frase notable y seguramente incómoda para los historiadores que se ocultan, con cobardía, detrás de un pretendido discurso objetivo: “Luchamos en las batallas de hoy con trajes de época”. Su último libro, publicado en 2011, lleva como título Cómo cambiar el mundo, y en su última frase dice “Una vez más, ha llegado la hora de tomarse en serio a Marx”. Un maestro Hobsbawm, mostrando que se puede ser un historiador brillante y sincerar sus compromisos. Mostrando que se puede ser militante y trascender largamente el panfleto.


Un hombre que hizo cine con la pluma y la palabra


Por Luciano Monteagudo
Publicado en PÁGINA 12

Su nombre quedó inexorablemente ligado al de Fernando Solanas, como coautor de La hora de los hornos (1966-1968), la película política más influyente de toda la historia del cine latinoamericano. Pero Octavio Getino –fallecido ayer en Buenos Aires a los 77 años, de un cáncer– deja una obra amplia, que va más allá de esa referencia insoslayable. Como ensayista, guionista, director e incluso como docente y funcionario, Getino –que se definía a sí mismo como “investigador de medios de comunicación y cultura”– dedicó su vida simultáneamente al cine y a la reflexión política, logrando que ambos campos fueran para él sólo uno y el mismo.
Nacido en la ciudad de León, en la provincia de Castilla y León, España, el 6 de agosto de 1935, en la década del ’50 partió con rumbo a la Argentina, escapando de la dictadura franquista, y en 1964 ganó los premios del Fondo Nacional de las Artes y Casa de las Américas de Cuba por su libro de cuentos Chulleca, publicado por la editorial La Rosa Blindada. Entre sus múltiples tareas de su juventud, que precedieron a su incorporación al cine militante, mencionaba la de trabajador metalúrgico, lavacopas y periodista.
“Uno de esos encuentros que dejan huella en la vida de un hombre y lo estimulan a crear y a experimentar”, describió alguna vez Solanas su amistad con Getino, iniciada hacia 1963. Tres años después, en el momento en que Solanas y Getino iniciaban la realización de La hora de los hornos, el golpe militar de Juan Carlos Onganía derrocaba al gobierno civil de Arturo Illia anticipándose así a las elecciones de 1967, en las que se presumía que el peronismo, largamente proscripto, saldría ganador. El film pasó, entonces, a rodarse en condiciones de clandestinidad (con la productora publicitaria de Solanas como cobertura), situación que determinó la radicalización definitiva y extrema de su discurso, en la medida en que la película se tuvo que hacer no sólo al margen de las estructuras de producción convencionales, sino también de los controles policiales de la dictadura.
Durante dos años, Solanas y Getino recorrieron el país, grabando entrevistas y filmando con una cámara de 16mm sin sonido sincrónico, con el propio Solanas la mayoría de las veces como operador. Montado y sonorizado en Italia, a donde el material original llegó clandestinamente, La hora de los hornos tuvo su estreno en el Festival de Pesaro en junio de 1968, donde no sólo se llevó el premio principal, sino que se convirtió en un acontecimiento político-cultural. Todavía no había pasado ni siquiera un mes de las célebres revueltas del Mayo francés y la llama de París recién comenzaba a esparcirse por toda Europa. En ese contexto, la aparición de un film latinoamericano como La hora de los hornos, que era un declarado llamamiento a la revolución y concluía su primera parte con un plano fijo y sostenido del rostro del Che Guevara (de cuyo asesinato no se había cumplido un año), causó una verdadera conmoción en el campo del cine, que por esos días se cuestionaba no sólo su lenguaje, sino también su función social.
Esta nueva relación con el cine es la que se propuso establecer el Grupo Cine Liberación, formado al calor de la praxis durante el rodaje de La hora de los hornos y cuya primera declaración tuvo expresión pública en mayo de 1968, para acompañar el lanzamiento del film. Integrado por Solanas, Getino, el realizador tucumano Gerardo Vallejo y el productor Edgardo Pallero, Grupo Cine Liberación desarrolló un proceso de elaboración teórica a partir de la práctica, que derivó en el famoso manifiesto titulado “Hacia un Tercer Cine”, un texto de valor programático, que revisaba de manera drástica las relaciones entre cine y política y establecía caminos a seguir.
Como más tarde señaló Getino, que fue esencial en la redacción de ese manifiesto, “dividíamos la producción cinematográfica en distintos niveles, referidos no a la especificidad del cine mismo, sino a los proyectos que cada nivel traducía o expresaba”. Así, el Primer Cine era el que respondía al modelo imperial hollywoodense; el Segundo Cine aquel cine de autor “presuntamente independiente” y por lo tanto meramente reformista e incapaz de modificar las relaciones de fuerza con el sistema dominante (asociado en la Argentina con el denominado Nuevo Cine de la generación del ’60); y el Tercer Cine, “un cine de destrucción y de construcción. Destrucción de la imagen que el neocolonialismo ha hecho de sí mismo y de nosotros. Construcción de una realidad palpitante y viva, rescate de la verdad nacional en cualquiera de sus expresiones”.
El manifiesto “Hacia un Tercer Cine” tuvo poco después su continuación en una nueva propuesta titulada “Cine militante: una categoría interna del Tercer Cine”, que pretendía aclarar algunos aspectos que podían ser mal interpretados del texto original y donde se hacía distinción expresa de que “cine militante es aquel cine que se asume integralmente como instrumento, complemento o apoyo de una determinada política”. El Grupo Cine Liberación tuvo oportunidad de poner en práctica esta categoría interna del Tercer Cine con los documentales filmados en Madrid con Juan Domingo Perón y producidos por el Movimiento Peronista: Actualización política y doctrinaria para la toma del poder y La revolución justicialista, ambos realizados en 1971.
El primer film es una larga entrevista donde no hay más imágenes que las del propio Perón y los títulos que dividen las tres partes en que se compone la película (“El justicialismo, la identificación del enemigo y la unidad”; “Conducción política y guerra integral”; “El trasvasamiento, la organización y el socialismo nacional”). En el segundo film, Perón procede a historiar el nacimiento y desarrollo del justicialismo y el relato está acompañado por materiales de archivo.
Rodados en la quinta de Puerta de Hierro de Madrid por Getino y Solanas, con ayuda técnica del español Elías Querejeta (productor de Carlos Saura y Víctor Erice, entre muchos otros), ambos films tenían como objetivo común provocar una catarsis política al ofrecer una comunicación masiva con la palabra y, principalmente, con la imagen de Perón, a quien por entonces lo separaban de la Argentina 17 años de exilio. En el orden interno, con estos dos documentos Cine Liberación se propuso enterrar el divismo individualista del artista liberal y fundir su acción en un grupo sometido a la operatividad de una organización política.
Este procedimiento, que respondía a la categoría específica de “cine militante”, no impidió que casi simultáneamente el Grupo Cine Liberación se dedicara a El camino hacia la muerte del viejo Reales, primer largometraje dirigido por Gerardo Vallejo, testimonio de una familia campesina tucumana, víctima clásica de la explotación azucarera, realizado con la colaboración en el guión de Getino y Solanas, que también contribuyeron a su producción. Otros dos largometraje llevarían en los títulos la marca del Grupo Cine Liberación: Los hijos de Fierro, iniciado por Solanas en 1972 y finalizada recién cinco años después en el exilio, y El familiar, el único largometraje dirigido en soledad por el propio Getino.
Rodada en Salta y Tucumán en 1972, con guión de Getino y Jorge Hönig y la participación de algunos actores emblemáticos de la época, como Emilio Alfaro, Hugo Alvarez y Víctor Proncet (estos dos últimos participaron también, en 1973, de Los traidores, de Raymundo Gleyzer), El familiar propuso una compleja operación simbólica: se trataba de leer viejas leyendas populares del noroeste argentino desde un punto de vista político. Zupay (el diablo) hacía un pacto con un terrateniente, que sería rico a cambio de venderle las almas de sus peones a un misterioso personaje que adoptaba distintas formas, llamado El Familiar. “Desarrollo fílmico muy ambicioso y espectacular, uno de los films más extraños, fascinantes y críticos sobre las culturas populares”, escribió el crítico Agustín Mahieu en La Opinión, cuando el film finalmente llegó a su estreno comercial, en octubre de 1975.
De hecho, Getino mismo “liberó” su propio film, junto a decenas de otros títulos hasta entonces prohibidos, cuando en 1973 el gobierno recién asumido de Héctor J. Cámpora lo convocó como interventor del llamado Ente de Calificación Cinematográfica, un organismo tristemente célebre que institucionalizó la censura en la Argentina. Al frente del ente, Getino hizo exactamente lo contrario: abrió generosamente las compuertas para todo tipo de películas, entre ellas Ultimo tango en París, de Bernando Bertolucci, que fue un caso célebre, porque después de su autorización fue retirada casi inmediatamente de cartel por una presentación judicial.
“La guerra por Ultimo tango partió, como otras tantas guerras conocidas y desconocidas, del conocido sector cavernícola de la Iglesia, totalmente enfurecido porque alguien ajeno a sus filas se había hecho cargo –sin su autorización– del sello Ente que supieron y pudieron construir a través de los años (y de los siglos)”, recordaba Getino en un e-mail que le envió a José Pablo Feinmann para su obra Peronismo - Filosofía política de una persistencia argentina. “Los ejecutores del pedido de mi detención, expropiación de bienes (no tenía un mango y para salir del país hasta el bueno de Torre Nilsson aportó unos mangos para mi pasaje a Lima) y mi extradición fueron algunos fiscales que concurrieron a ver la película al cine donde apenas estuvo dos semanas (creo) y ordenaron su secuestro y el inicio de acciones judiciales contra todos los que estábamos en el ente.”
Con el golpe militar de marzo de 1976, Getino se exilió primero en Perú y luego en México, donde comenzó a desarrollar una amplia tarea como investigador de medios de comunicación y cultura. Entre sus muchos libros publicados se destacan El capital de la cultura: Las industrias culturales en Argentina y en la integración Mercosur, Cine iberoamericano: los desafíos del nuevo siglo y Cine argentino: entre lo posible y lo deseable.
Con la vuelta de la democracia, regresó al país y dirigió en 1987 una investigación sobre “Incidencia del video en las cinematografías de siete países latinoamericanos”. Fue director del Instituto Nacional de Cine entre 1989 y 1990 y en 1992 estuvo a cargo del primer estudio realizado en América latina sobre “Dimensión económica y políticas públicas de las industrias culturales”. Se desempeñó como docente en cursos de posgrado en Flacso (filial Buenos Aires) y en la Universidad Nacional de Tres de Febrero y fue consultor de organismos internacionales (Unesco, PNUD, FAO y Pnuma) en temas de medio ambiente, comunicación y cultura en varios países de América latina (Argentina, México, Perú y Costa Rica). Entre 2004 y 2007 coordinó el Observatorio de Industrias Culturales (OIC) de la Ciudad de Buenos Aires y el Observatorio Mercosur Audiovisual (OMA) de los organismos nacionales de cine de la región.


1/10/12

Shem trata la psiquiatría con mucho humor en su novela 'Monte Miseria'


Por Xavier Moret
Publicado en EL PAÍS

El escritor Samuel Shem lleva vendidos más de dos millones de ejemplares de la obra La casa de Dios, una divertida novela considerada por los estudiantes de medicina norteamericanos como "la Biblia". Ahora Shem ataca de nuevo con Monte Miseria (Anagrama), otra novela con el mismo protagonista, Roy Bach, pero ambientada en esta ocasión en un hospital psiquiátrico sobre el que vierte grandes dosis de humor.
En el libro pueden leerse frases como ésta: "Los peores psiquiatras son los que más cobran". O esta otra: "Tus colegas te harán más daño que tus pacientes". Shem también afirmó recientemente en Barcelona, a donde acudió para presentar su nuevo libro: "En mis novelas no digo que los médicos sean malas personas. Son el sistema y las instituciones los que provocan que se comporten de un modo extraño".El aprendizaje que de la psiquiatría hace un joven médico en un gran hospital es el eje de Monte Miseria, novela en la que se repiten las situaciones jocosas y en la que puede verse a psiquiatras aprendiendo a diagnosticar, en 14 minutos, a un aspirante al Premio Nobel provocando la ira de sus pacientes y a una serie de médicos hartándose de recetar Prozac como si de aspirinas se tratara.
Samuel Shem, activista "radical" de los años sesenta en Estados Unidos participando activamente en la guerra contra Vietnam, sabe de qué habla. De hecho, Shem es el seudónimo elegido por Stephen J. Bergman, psiquiatra y director de la sección clínica de la facultad de Medicina de Harvard, para escribir novelas.Insiste Shem en que su novela está basada en hechos reales y en algunas de sus experiencias como psiquiatra. "Lo que he aprendido con el tiempo es que lo importante en psiquiatría para ayudar a la gente es que haya una conexión entre médico y paciente", explicó recientemente en la presentación de la novela Monte Miseria. "La enfermedad de la edad moderna es el aislamiento y hay que luchar contra esto. En mis novelas explico cómo en los grandes hospitales las personas quedan aisladas unas de otras y llega un momento en que el psiquiatra se pregunta si es él el loco".
Preguntado sobre si opina que el método del psicoanálisis está superado, el escritor afirmó: "¿Si es útil el psicoanálisis? Miremos lo que ha pasado con Woody Allen. Lleva 30 años de psicoanálisis y se casa con su hija adoptiva. La verdad, no creo que el psicoanálisis haya ayudado a Allen".


notas