Por Pablo Lettieri
Publicado en LOS INROCKUPTIBLES
En el comienzo, cuando nacía el cine, entre los privilegiados asistentes a la primera proyección organizada por los hermanos Lumière se hallaba un joven mago e ilusionista, propietario del Theatre Robert Houdin de París. Intentó --sin éxito-- adquirir ese extraño y maravilloso aparato que había provocado el estupor del público, cuando las célebres imágenes de la llegada de un tren a la estación atravesaban la pantalla y parecía atropellarlos. No se rindió y adquirió en Inglaterra un aparato similar al de los Lumière. Convirtió su teatro en sala cinematográfica y comenzó a realizar sus primeros cortos. Mientras los demás utilizaban la máquina de imágenes para reproducir la realidad, encontró en él un medio para llevar a cabo sus fantasías de ilusionista, experimentando, descubriendo en cada film nuevos trucos. Georges Méliès se convirtió así en uno de los primeros y más geniales poetas del arte cinematográfico, además de uno de los más prolíficos: entre 1896 y 1913 realizó más de quinientas películas como Escamoteo de una dama en el teatro Robert Houdin (1896), El antro de los espíritus (1898), El diablo en el convento (1899), El hombre de la cabeza de goma y Viaje a la Luna (1902). El crecimiento voraz de la industria conspiró contra el artesano Méliès, que terminó sus días olvidado, en un humilde puesto de juguetes de la vieja estación parisina de Montparnasse. En el centenario de la primera proyección cinematográfica de este gran visionario, en la Sala Lugones se proyectarán sus cortos más famosos y algunos inéditos. Para presentar el ciclo, viajará especialmente a Buenos Aires Marie-Hélène Méliès, su bisnieta y curadora, acompañada por su hijo, que interpretará en el piano la música que acompañan los films. En tiempos de imágenes digitales y diseño industrial de films, un encuentro con la prehistoria del cine, a través de su primer y gran maestro.