29/11/10

Roberto Follari: “La democracia liberal es poco democrática”

Por Javier Lorca
Publicado en PAGINA 12

“La democracia neopopulista es incluyente de la plebe, de los de abajo”, mientras que, en tiempos de globalización, la democracia liberal tiende a conformar “la fachada gestional de las políticas del gran capital internacional”, sostiene Roberto Follari, pensando en el presente latinoamericano. Doctor en Filosofía y profesor de la Universidad Nacional de Cuyo, Follari desarrolla estas ideas en su libro La alternativa neopopulista (Homo Sapiens), sobre el que dialogó con Página/12.

¿Por qué habla de neopopulismos en América latina? ¿Qué diferencia a los actuales regímenes de los populismos previos?
Los diferencia la situación del capitalismo a nivel internacional: hoy no estamos ante la posibilidad fuerte de constitución de burguesías nacionales en Latinoamérica ni ante una clase obrera tan organizada como la que el primer peronismo cohesionó en Argentina. El neoliberalismo dejó enormes espacios sociales de desocupación y marginalidad, que el neopopulismo recupera como base social propia. También dejó crisis institucionales cuasi terminales del sistema político –la guerra del agua en Bolivia, la caída de Mahuad tras la toma de Quito en Ecuador, el Caracazo en Venezuela, el 2001 en Argentina–, y de ahí se salió gracias al peso del poder político que ejerce el neopopulismo. Estas diferencias redundaron, también, en una mayor radicalización de los neopopulismos actuales hacia la izquierda, respecto de sus predecesores. Por ejemplo, en políticas como la defensa de los derechos humanos, o la asunción del capitalismo hegemónico como el único gran adversario a enfrentar, en vez de la añeja “tercera posición” también antisoviética.

¿Por qué considera que estas experiencias “neopopulistas” son más democráticas que las democracias parlamentarias o las democracias liberales?
La democracia neopopulista es incluyente de “la plebe”, de los de abajo, de los marginados del sistema institucional liberal, un sistema que para considerar a alguien como “ciudadano” necesita asignarle competencias de escritura y formalidades ilustradas que los sectores pauperizados de Latinoamérica no tienen. La llamada democracia liberal tiene poco de democrática en tiempos de globalización. Es simplemente la fachada gestional de las políticas del gran capital internacional. Al no concentrar poder político y sostenerse en un pluralismo chirle y formalista, simplemente se somete a los poderes dominantes y convierte a la política en esclava de los poderes fácticos. Entonces no extraña que, en gran parte, los republicanos sean –como se ve claramente en Argentina, Ecuador o Venezuela– los mismos que apoyaron golpes de Estado en nombre del orden, los que mantienen las mismas políticas económicas privatistas que aplicaron esas dictaduras y los que hacen una política exterior antirregional, genuflexa y dependiente del poder imperial, sobre todo del estadounidense.

Si una de las características de los populismos en general es la interpelación o relación directa del líder con el pueblo, ¿cómo incide esto en sociedades de masas, profundamente atravesadas por los medios de comunicación? ¿Tiene esta característica algo que ver con las tensiones entre gobiernos y grupos mediáticos?
El mundo mediático, principalmente el televisivo, convierte un acontecimiento en agenda absoluta; es decir, al salir en todas las emisoras a la vez, hay hechos que alcanzan una magnitud de presencia pública impensable en tiempos anteriores. De cualquier modo, el líder populista no se hace en la TV, basta ver el caso de Néstor Kirchner, muy renuente a la televisión. El cara a cara del líder con el pueblo es en la calle, en la plaza, es físico y está ganado por la presencia de lo simbólico y lo carismático, contra los estilos de la política liberal, que carece de contenidos motivacionales y emocionales importantes. Por supuesto que la presencia de los pobres, los desclasados, los desheredados, los “cabecita negra” en la calle, molesta a las conciencias ilustradas y a las clases altas y parte de las clases medias. Por eso su reacción, acicateada desde los intereses que son tocados por la política neopopulista, porque ésta no se limita a administrar, produce poder y logra redistribución social de bienes y servicios, a la vez que mejoras democráticas impensables para muchos republicanos, como la ley de medios en Argentina o los derechos establecidos en las Constituyentes de Ecuador o Bolivia.

¿Cuáles son las particularidades, desde su perspectiva, del caso argentino?
Siempre digo que los argentinos que dicen estar con Chávez y Evo pero contra los Kirchner lo dicen porque no toleran las impurezas de cualquier realidad política. Conozco bien Ecuador y también Venezuela y estoy seguro de que si vivieran allá estas personas serían kirchneristas y antichavistas. Porque más allá de las diferencias retóricas –“socialismo del siglo XXI”, de lo cual no se habla acá–, el parecido de los modelos es enorme. Incluso en las falencias y limitaciones que tienen estos procesos. No en vano los presidentes han sido muy cercanos entre sí, y nadie puede creer que estas afinidades se basan en desinformación. De cualquier modo, si en algún momento parecía claro que Correa o Chávez tenían mucha más radicalidad que los Kirchner, hoy eso es muy discutible –la ley de medios argentina es mucho más pluralista y descentralizadora del poder mediático que la propuesta ecuatoriana–. Eso sí, Argentina no ha querido o no ha podido establecer una Constituyente, tiene una política exterior menos frontal en sus diferencias con Estados Unidos, y en el armazón de su fuerza propia tiene el problema de que el peronismo resulta central y, ciertamente, no todo el peronismo es kirchnerista.

Teniendo en cuenta la centralidad del líder para los regímenes populistas, ¿cómo puede influir en la configuración de identidades y en el escenario político el fallecimiento del ex presidente Néstor Kirchner?
Con la muerte de Néstor Kirchner ha nacido la posibilidad de un mito. Habrá que ver en cuánto es capaz de resimbolizarse su figura hacia futuras contiendas populares. Esto hace indiscutible la figura de Cristina como la continuadora del modelo, pues ya eran una dupla en cuanto al proyecto abrazado por los dos, y nadie fue más cercano a Néstor que ella. Hay que ver cómo establece Cristina la conducción política –allí son necesarios adláteres bajo su mandato–, porque hasta ahora ella era la estadista y él el armador político. Ahora ambas cosas recaen en la Presidenta y se verá cómo las asume. Los primeros pasos han sido muy auspiciosos.

¿Cómo analiza la particular relación entre estos “neopopulismos” y el campo intelectual?
La mayoría de los intelectuales son platónicos. Prefieren la coherencia interna en la comodidad subjetiva de su propia ideología, que las contradicciones y dificultades de abrazar realidades políticas, con sus espinas y sus asperezas e imperfecciones. Por tanto, para muchos intelectuales la mejor política es aquella de la que se habla, pero nunca se hace. Y se habla sin saber, porque la política jamás es una extensión directa ni de las propias intenciones ni de las nociones teóricas. Por eso, y por ser “ilustrados”, muchos intelectuales detestan al populismo, como extensión de su habitus de clase –alta o media–, para la cual los de abajo encarnan la grosería, la vulgaridad, la renuncia al pensamiento y a los libros, así como a la elegancia de los esquemas puros. Por suerte, siempre han existido excepciones, y desde los Jauretche o los William Cooke en Argentina a los Lander o Lanz en Venezuela, hay quienes se sustraen a estos modelos de abdicación frente a la realidad. Y hoy Carta Abierta es un ejemplo valioso en la Argentina de cómo poner el pensamiento al servicio de las políticas populares.

¿No cree que la polarización política está debilitando el pensamiento crítico?
De ninguna manera. El espíritu se templa en el conflicto, los tiempos de vaguedad política o de facilidad en oponerse a todo no son de crecimiento, sino de un forzado consenso. Ahora se pone a prueba quién es el que se juega en la calle, quién se banca el paseo por el desierto que fue durante años ser kirchnerista, quién prefiere una ruptura con el que piensa diferente a una connivencia para ganar el viaje a un congreso académico. El espíritu crítico debe mostrarse capaz de jugarse por la positiva cuando corresponde, no debiera avergonzarse de ser oficialista ante las modas oposicionistas y antipolíticas dominantes en el mundo académico. Por supuesto que ese oficialismo deberá ser filoso en la crítica a la derecha, pero también hacia los errores del propio bando. Pero éstos no deberán ventilarse en Clarín o en La Nación, ciertamente, que ya bastante corren el bastón en su propio favor.

¿Hay una relación necesaria entre el surgimiento de estos “neopopulismos”, cada uno con sus especificidades, y el hecho de que se haya profundizado la integración regional? ¿O se trata sólo de una coincidencia política coyuntural?
Por cierto que hay relación, esta integración no es casual. Es cierto que el caso de Brasil es ambiguo, pues tiene pocas características populistas y tiene más bien rasgos liberales. Pero como potencia geopolítica regional, para Brasil su liderazgo es importante, y para eso requiere de procesos de integración. También son decisivos para Venezuela desde su perspectiva bolivariana, y para Argentina, en su intención de formar un bloque autónomo frente a las grandes potencias. El gran resultado de todo esto es la vigencia de la Unasur, cuyo valor para enfrentar intentos de golpes de Estado derechistas en la región se ha demostrado extraordinario.



26/11/10

El enemigo perfecto

Por Reynaldo Sietecase

Estado civil: feliz”. La frase de Mauricio Macri no sólo refiere a su reciente casamiento con la bella empresaria Juliana Awada, el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires está convencido de que el 2011 será “su año”. Tiene decidido competir por la presidencia de la Nación y sólo le resta resolver, a su regreso de la luna de miel, si unifica las elecciones porteñas con las nacionales. La gran apuesta es convertirse en el principal rival de Cristina Kichner si es que la presidenta, finalmente, decide ir por la reelección. Su asesor electoral, Jaime Durán Barba, lo alentó públicamente: “es el mejor candidato opositor, el más sólido y el menos afectado por la muerte de Néstor Kichner”. Lo curioso es que en el gobierno nacional coinciden con el consultor ecuatoriano: Macri tiene todo para convertirse en el enemigo perfecto. Entre otras cosas, afirman, garantiza la confrontación de dos modelos diferentes y antagónicos.
Un empresario exitoso, un político moderno, recién casado, alegre y pragmático versus la presidenta de la Nación, viuda, sin su aliado incondicional, desgastada por la función pública y acosada por las fuerzas inmanejables del peronismo. Sobre esta simplificación trabajan en el PRO. El escenario que vislumbra Durán Barba sólo tiene tres nombres de peso: Cristina, Macri y Ricardo Alfonsín. Y aspira, claro, a una segunda vuelta sin radicales en carrera.
El asesor macrista piensa que el Peronismo Federal no logrará plantar un candidato con posibilidades y que será Macri quien se beneficie con esa imposibilidad. En efecto, después del portazo de Carlos Reutemann y el crecimiento de CFK en las encuestas, de distintas maneras, el peronismo empezó a cerrar filas detrás de la presidenta. Por esa razón, aunque Macri siempre aspiró a captar parte del voto peronista, el ecuatoriano le sugirió hacer una campaña “desperonizada” al estilo de la que lo depositó en el principal sillón de la Ciudad. También descuenta que Francisco De Narváez volverá al redil. Después de múltiples volteretas (intentó acercarse a Duhalde, Scioli, Reutemann y Cobos, respectivamente) dilapidando capital político y del otro, el empresario multimediático buscará reeditar la vieja sociedad. “El colorado” fue un invitado de lujo en la fiesta donde Mauricio, imitando a Freddie Mercury, se tragó parte del bigote postizo.
Para Durán Barba los problemas que tuvo Macri en la actual gestión no menoscabaron su imagen. Ni los conflictos sociales, ni la toma de colegios, ni los muertos en los derrumbes complican su chance. Tiene la teoría del traje de amianto. “Todas las mediciones lo ubican entre los tres o cuatro dirigentes con mejor imagen en el país”, repite como un catecismo laico el hombre que en los próximos días lanzará un libro con título pretencioso y de manual: El arte de ganar.

Por la Nación o por la Capital
Entre los colaboradores más cercanos del ingeniero conviven dos opiniones. Los que abonan a la estrategia presidencial aseguran que después de su tercer casamiento, el Jefe de Gobierno porteño está en el mejor momento para “ir por todo”. Las razones trascienden el amor. La flamante esposa lo acompañará en la campaña y están convencidos de que su presencia será un antídoto para la imagen fría y pragmática que le devuelve el espejo. Creen además que para bajarse de la pelea nacional y disputar la reelección en la Capital siempre hay tiempo (esto es relativo porque la decisión no puede pasar de marzo). Horacio Rodríguez Larreta, Marcos Peña y Diego Santilli, militan en este grupo. “Además la candidatura presidencial es una cuestión de necesidad política. Cómo hacemos otra gestión con un gobierno nacional que nos boicotea créditos y obras”, confiesan.
Los que piensan que Macri debería apostar a la reelección, argumentan que antes de dar el salto a la presidencia “a Mauricio le conviene consolidar el poder en la Ciudad”. En buen romance: hacer una buena gestión sobre la experiencia de la actual y con los principales lineamientos trazados. En definitiva: demostrar que es un buen administrador y recién después apostar a la presidencia. Abonan esta idea los amigos más antiguos de Macri, los empresarios José Torello y Nicolás Caputo. La diputada nacional Gabriela Michetti, sin resignar sus aspiraciones a la sucesión, no rechaza esta estrategia que para su rival interno, Rodríguez Larreta, es una herejía.
Sobre una eventual doble candidatura, a la reelección en la Ciudad y luego a la presidencia, nadie habla. Es una variante que estudian, por ejemplo, en Proyecto Sur. Pino Solanas, el candidato más peligroso para la continuidad del PRO, podría anotarse en las dos carreras. Todo depende de los acuerdos futuros que la fuerza que lidera el cineasta pueda cerrar.
En tanto, en el gobierno nacional coinciden con Durán Barba. Consideran positivo que Macri se convierta en el principal opositor. Creen que la polarización con el Jefe de Gobierno puede operar positivamente en un doble sentido: terminar de cerrar el apoyo de gran parte del peronismo detrás de la candidatura de CFK y, a la vez, aglutinar el voto “progresista”.

Unificar o no: esa es la cuestión
Macri cree también que la causa judicial por el espionaje telefónico, por la que fue procesado, no llegará a afectarlo. Esta semana la Cámara de Casación le dio la primera alegría: a través de un fallo abrieron la posibilidad para que el juez Norberto Oyarbide pueda ser apartado de la investigación. Al regreso de Beirut, su destino mielero, deberá concentrarse en dos tareas: planificar los recorridos proselitistas por el país (estará durante la semana en la Capital y los fines de semana en el interior) y resolver la fecha de las elecciones en la Capital para que su partido pueda retener el gobierno.
Dos fuentes de la administración macrista ratificaron lo publicado hace un mes por Diario Z. La decisión de unificar está tomada. El argumento es el que más le gusta a Macri: “es una locura que los porteños voten cinco veces en el año y que se haga semejante gasto”. La movida tiene que ver con la conveniencia política. En el PRO creen que la candidatura presidencial de Macri puede empujar hacia arriba al candidato local y, a la vez, sumar votos porteños a la postulación presidencial. Esta idea es la que más le gusta al Jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta. La ex vicejefa de Gobierno, Gabriela Michetti, con mayor intención de voto que su oponente interno, no está preocupada por contar con ése envión y se animaría a dar batalla en soledad.
La unificación de los comicios requiere una ley pero en el PRO descuentan que conseguirían los votos con facilidad. “A casi todos les conviene ya que no hay candidatos muy fuertes a nivel local”, explican. En el Frente para la Victoria de Capital no existen dudas. Son concientes de que el crecimiento de CFK en las encuestas aumenta las posibilidades de hacer una buena elección. Después de la muerte del ex presidente muchos hablan de unidad y aspiran a conformar una alianza con sectores progresistas de la Ciudad. El Senador Daniel Filmus es el primer anotado en la carrera.
En la UCR también apuestan a la unificación. Tienen dos candidatos fuertes a la presidencia (Cobos y Alfonsín) pero no cuentan con un nombre relevante en intención de votos en el plano local. Si el ganador de la interna es Alfonsín, descuentan una alianza con los socialistas.
En la Coalición Cívica, más allá de la imprevisibilidad de Elisa Carrió, también abogan por la unificación. El candidato porteño Adrián Pérez no cuenta todavía con el aval judicial pero la líder del ARI confía en que finalmente le darán el ok. Caso contrario le tocará el turno al “joven y brillante economista” Alfonso Prat Gay. Ambos necesitarán del paraguas de Carrió.
Donde hay menos entusiasmo con el voto unificado es en Proyecto Sur. Solanas lanzará su candidatura a presidente el 7 de diciembre en un acto en Ferro. Afirman que no se lanzarán más nombres al ruedo. Sin embargo, unos días antes la corriente interna Buenos Aires para Todos impulsará a Claudio Lozano para la Capital. El economista de la CTA prefiere competir en soledad. Pino no le sumaría muchos votos y prefiere discutir los temas locales sin la interferencia de la cuestión nacional. Un eventual acuerdo de Solanas con Hermes Binner y Luis Juez cambiaría este esquema. Aunque por ahora la posibilidad de un Frente Progresista con el socialismo pero sin el radicalismo -como sueñan Solanas y Juez- parece lejana.
Existe una variante más a la que Macri podría apelar: unificar las elecciones de Jefe de Gobierno con la elección de Comunas el 5 de Junio. La justificación sería la misma pero en busca de un objetivo diferente. “Todo se resolverá en Marzo”, explican. Seguramente con las encuestas en la mano.

20/11/10

Georges Perec en el laberinto


Por Enrique Vila-Matas 
Publicado en EL PAÍS (España)

Todavía no alinean a Perec al lado de Proust y de Céline en el gran canon de la literatura francesa del siglo pasado. Está demasiado vivo. Todavía hoy genera ideas, quizás incluso las genera más que antes, y mueve a los espíritus. Además, él no quería ser importante, huía de toda la parafernalia de lo solemne. Todavía hoy, cualquier línea suya da trabajo feliz a sus lectores. Es como si estuviera diciéndoles todo el rato que abran puertas, bajen escaleras, interroguen a todo aquello que les parezca que ha dejado de sorprenderles para siempre. Perec es un genio. Tiene una página de Tentativas de agotar un lugar parisino que puede perfectamente resumir su mundo: está sentado en un café de la plaza de Saint-Sulpice y se dispone a inventariar todo lo que ve allí (es decir, se prepara para agotar todo aquello que tiene delante, o al lado, en cualquier parte) y nos previene de que no está interesado en las estatuas de los cuatro grandes oradores cristianos de la plaza (Bossuet, Fénelon, Fléchier y Massillon) porque ya han sido suficientemente registradas y fotografiadas; quiere, en cambio, ocuparse de "lo que generalmente no se anota, lo que no se nota, lo que no tiene importancia, lo que pasa cuando no pasa nada, salvo tiempo, gente, autos y nubes".
Experto en esquivar la grandeza, fue un maestro del arte de la atención a lo minúsculo. En ese descenso al territorio de lo pequeño reside paradójicamente su grandeza, que también se apoya en otra paradoja, su afán de que perdure el vacío de la vida: "Escribir es tratar meticulosamente de retener algo, de hacer que algo de todo esto sobreviva: arrancar algunos pedazos precisos al vacío que se forma, dejar en alguna parte, un surco, una huella, una marca, o un par de signos".
Sus padres, judíos polacos que emigraron a Francia, murieron muy jóvenes, su madre en Auschwitz. Esto condiciona posiblemente su visión de la literatura que, aparte de un juego, es también una lucha trágica contra el olvido. Y al lado de esto, como una emoción añadida, ese frenesí encantado, esa pulsión por agotarlo todo. Creo que para comprender el providencial papel que en la historia más reciente de la literatura juega su obra conviene que viajemos hasta el contexto de la crisis de la gran literatura narrativa del siglo pasado. Terminada la época de las grandes novelas exhaustivas y extenuantes (las de Joyce, Proust, Thomas Mann o Robert Musil especialmente), la literatura narrativa se encontró en un callejón sin salida: mientras los ingleses, por ejemplo, mirando como siempre por encima del hombro, se refugiaron en los grandes modelos narrativos, que son extraordinarios, de sus siglos XVIII y XIX, los franceses se inclinaron por las formas experimentales (auge del Nouveau Roman y posteriormente Tel Quel), formas que no llegaron a cuajar, pero terminaron por crear las condiciones para la aparición de un auténtico artista contemporáneo, Perec, Georges Perec, que se alzó contra las pretensiones de los nostálgicos y, girando la espalda a lo supuestamente importante, se ocupó de lo pequeño: "¿Cuántos gestos hacen falta para marcar un número de teléfono? ¿Por qué?".
Ahora, transformado en un catálogo exhaustivo de gestos -que es lo que, a fin de cuentas, podría ser esta sorprendente y brillante muestra perecquiana que acaba de inaugurase en A Coruña-, el autor de Las cosas y de La vida, instrucciones de uso se encuentra ante la hipotética oportunidad tardía y extraña de pasear por parajes gallegos inesperados por los que sin duda cruza todas las noches, sin yelmo ni protección alguna, con un pequeño ciclomotor de manillar cromado, contagiando de euforia inesperada a todo el barrio viejo de la ciudad de A Coruña. Hasta un bar próximo a la Fundación Luis Seoane, donde se presenta la gran exposición dedicada a la dimensión visual de su literatura, se ha sumado a la fiesta y promete servir muy pronto creps de Perec, y también Perec Decrep, un cóctel nuevo. El casco antiguo de A Coruña se ha vuelto único, tan impar como el señor del manillar cromado. Y hasta se ha visto reforzado en su rebeldía por la calma tensa que ha venido a sustituir a la potente tempestad de los pasados días. Como si se esperara un acontecimiento.
Recorrí la exposición en compañía de Hermes Salceda y Alberto Ruiz de Samaniego. A Hermes (que ha colaborado en la zona dedicada a OuLiPo dentro de la muestra y tradujo no hace mucho con Marisol Arbués el perecquiano ¿Qué pequeño ciclomotor de manillar cromado en el fondo del patio?) le parece que hay que ir a la Fundación a centrarse en el ojo de Perec, en las cosas que él miraba y en la forma que tenía de hacerlo: "Uno de los aciertos de la exposición es la continua presencia de textos perecquianos que en algunas piezas permite apreciar el aspecto visual de la forma de escribir de este autor, y en otras el traslado de las técnicas de escritura al lenguaje visual y viceversa: listas, trampantojos, letanías, heterogramas...".
Alberto Ruiz de Samaniego es director de la fundación, comisario de la exposición y autor de una interesante obra ensayística que parece fundada por la Orden de Maurice Blanchot. Ha destacado en la Seoane por la osadía de sus magníficas y originales propuestas, que se rebelan contra una supuesta grisura de la provincia. Pienso ahora en su muestra sobre Michelangelo Antonioni como pintor, en la de Fritz Lang como escultor, y en esa inquietante muestra, Atlantikwall, impresionante recorrido por los búnkers nazis anclados en el norte de Europa.
Pere (t) c -el título de la exposición- juega con el verdadero apellido del escritor, Peretz, y con la expresión latina que significa "lo demás", que en singular podría servir como referencia a la inmersión del escritor en mundos más o menos ajenos a la literatura.
La muestra incluye una selección de fondos de la Association Georges Perec y una serie de obras realizadas por artistas nacionales e internacionales. A lo largo del asombroso itinerario por el laberinto perecquiano, el espectador se encuentra con manuscritos y fragmentos de sus principales obras literarias, a los que se suman algunas de sus famosas listas y enumeraciones, una selección de los bocetos preparatorios que, a modo de story board, dibujaba para planificar libros como La vida, instrucciones de uso. Entre otras sorpresas, el visitante encontrará un cuadro que quizás creyó algún día que no existía: el que está en la portada de El gabinete de un aficionado y que solo se vio en la edición española de Anagrama; es una pintura de Isabelle Vernay-Levêque, que ha cedido el cuadro por primera vez en su historia.
Ya solo La vida, instrucciones de uso contiene mil referencias al arte de la pintura. Hay también películas, míticas para los perecquianos, como El hombre que duerme, y la que realizó sobre Ellis Island y la emigración europea de principios del siglo pasado a Estados Unidos.
Si algo claro tiene el visitante que recorre esta exposición es que acabará agotado antes de agotar la infinita, laberíntica, ilimitada muestra de cómo trabajaba uno de los más grandes artistas del siglo pasado. Y lo que en cambio ignora -aunque ahora va a enterarse- es que si visita la toilette femenina, podría esperarle una sorpresa de órdago, diabólica para ser más preciso, aunque no sigo, porque, además, no sabría explicarla, quizás porque pertenece a la estirpe de "lo que no se nota".

13/11/10

Adiós Mr. Berlanga


Por Gregorio Belinchón 
Publicado en EL PAIS


"Como alcalde vuestro que soy, os debo una explicación". Si hubiera que escoger una frase que haya marcado la memoria de la España de los últimos 70 años, ahí está el arranque del discurso de Pepe Isbert en ¡Bienvenido, mister Marshall! Con la muerte esta madrugada de Luis García Berlanga (Valencia, 1921) desaparece un genio de las artes, el creador que junto a Luis Buñuel ha marcado el cine español en el siglo XX. Por desgracia, su comedia, tan pegada a la realidad española, tuvo muy poca repercusión en el mundo anglosajón.
Porque a través de la obra de Luis García Berlanga cualquier espectador aprende cómo ha sido la España del siglo XX, y más aún, de dónde vienen los actuales lodos de la del XXI. Así mismo, Berlanga se definió como ácrata, como anarquista burgués independiente, como pesimista, valenciano, tímido (de ahí que como contrapartida, y así se justificaba, no paraba de hablar), como amante y creador de paradojas... Michel Piccoli, con el que trabajó en Tamaño natural y París Tombuctú, dijo de él: "Es Don Quijote" y añadió: "Bueno, también podría ser Sancho". Berlanga ha sido muchas cosas; incluso de su obra ha nacido un adjetivo: berlanguiano. Hasta Franco tenía su propia definición sobre el cineasta. Cuando sus ministros le contaron que era un anarquista, un bolchevique o un comunista, el dictador les respondió: "Berlanga es mucho peor que eso, es un mal español".
De niño, García Berlanga era un solitario (llegó a pasar un año en Suiza por problemas de salud), hasta que la Guerra Civil le cambió la vida. "Llegó la contienda y tuve que salir de casa. En el 36 yo tenía 15 años. Y a los 13 ya sabía qué pasaba en España, porque mi padre era diputado republicano [de Unión Republicana] y mi abuelo había sido senador con Sagasta. Mi familia era una familia de políticos, y con ellos supe que la política era una cagada, como todo...". Para García Berlanga, esa guerra supuso "unas largas vacaciones", que se acabaron de repente, cuando atraparon a su padre huido en Tánger. "Condenaron a mi padre a la peña de muerte, y por eso me fui a la División Azul... en realidad, estaba enamorado de un chica y pensé que con esta muestra de valor se quedaría prendada de mí". Nunca pegó un tiro, pasó un montón de frío y allí conoció al actor Luis Ciges, un clásico en su carrera. A su padre le fue conmutada la pena no por su hijo Luis, sino porque vendieron sus posesiones... y la chica no le hizo caso. A la vuelta a España decidió estudiar Derecho y más tarde Filosofía y Letras, hasta que en 1947 cambió su vocación e ingresó en la primera promoción del Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas de Madrid. Empieza el Berlanga cineasta.
"Bardem y yo éramos los renovadores, pero no llegamos a inquietar al cine oficial". Juntos escribieron un primer guión, La huída, que fue prohibido por la censura, y levantaron otro proyecto, Esa pareja feliz."Bardem y yo la preparamos como si fuéramos a construir la torre Eiffel:dibujos, alzados, a qué altura debía ir la cámara... todo debido al atracón de prepotencia que habíamos adquirido en las clase de Serrano de Osma y Antonio del Amo y con los libros de Kulechov, Eisenstein, Pudovkin y demás genios, rusos sobre todo". Berlanga recordaba que durante el rodaje midió mucho sus palabras para no chocar constantemente con Bardem. "Al menos, el filme trataba de cosas más cercanas, naturales, divertidas y distintas a las que se filmaban por aquel entonces", gracias en gran parte a su protagonista, Fernando Fernán Gómez, que encarnaba a un eléctrico del cine español. Esa pareja feliz no se estrenó hasta después de ¡Bienvenido, míster Marshall!, con lo que el encargo a Bardem y a Berlanga les llegó de una manera rebuscada (a través de militantes comunistas). "Había tres condiciones previas: que saliera Lolita Sevilla, que pasara en Andalucía y que fuera de risa". La pareja se junta con Miguel Mihura para escribir el guión, aunque en Berlanga recayó la dirección.Bienvenido, mister Marshall (1953) es el inicio del cine moderno en España y los cimientos del estilo Berlanga: humanista, ácido y triste, de finales agridulces, pegado a la vida. Villar del Río,el pueblo volcado en hacer felices a los estadounidenses, se recreó en Guadalix de la Sierra (Madrid). "Se estrenó sin mucho éxito, pero la mención especial al guión que ganamos en Cannes la convirtió en un acontecimiento". La leyenda asegura que Edward G. Robinson, miembro del jurado, se indignó con el plano dela banderita estadounidense de papel que flotaba hacia una alcantarilla, y la vetó para premios mayores. La censura no le dejó rodar uno de los sueños de los habitantes de Villar del Río, y curiosamente fue esa pieza, en forma de cortometraje, la última que dirigiría el valenciano:El sueño de la maestra, en 2002. Su carrera se abrió y cerró con la misma obra, que contenía, por supuesto, dos de sus características más populares: la constante repetición de la palabra austrohúngaro y sus planos secuencias, que ensayaba con conciencia.
En esas primeras películas -Novio a la vista (1954), Calabuch (1956), Los jueves, milagro (1957)-la tristeza final y el ambiente gris de la época eran amortiguados por la solidaridad entre los protagonistas. Tras cinco años levantando películas que nunca se harían, y mientras estalla el talento de jóvenes de Carlos Saura y triunfa en Cannes Luis Buñuel conViridiana, Berlanga se encuentra con un guionista, Rafael Azcona, con su bisturí dialéctico, y el cine del valenciano entra en nuevos campos: incomunicación, insolidaridad, cierta crueldad y a la vez mayor humanismo. Llegan así Plácido (1961) y El verdugo (1963). La presentación de esta última, con escándalo incluido, en la Mostra de Venecia la convirtió en un filme político, algo que su director nunca había buscado, y por ello estuvo nueve años sin poder rodar hasta La boutique (1967) y ¡Vivan los novios! (1970).
Otro parón de cuatro años le lleva finalmente a Francia, a rodar Tamaño natural (1973), con Michel Piccoli enamorado de una muñeca hinchable. Es su último trabajo en el franquismo y el primero en el que, siempre acompañado de Azcona, da rienda suelta a su lado erotómano -con su especial fetichismo por los zapatos de tacón- al que dedicó alguna de sus mejores frases, estilo: "Un buen culo es más relevante que todas las ideologías". Por ese erotismo estuvo durante años detrás de la colección de novelas eróticas La sonrisa vertical, de la editorial Tusquets. Tamaño natural recibió ataques por todos lados y Berlanga vio confirmada su habitual sensación de soledad creativa.
Con la democracia llegan las películas más corales de Berlanga (que rueda mientras dirige la Filmoteca Nacional entre 1979 y 1982), como la trilogía de los Leguineche que componen La escopeta nacional (1977),Patrimonio nacional (1981), con la que obtuvo el Premio Nacional de Cinematografía, y Nacional III (1982), toda una disección de las maneras imperantes en España. Traslada el éxito de esa estructura a la Guerra Civil con La vaquilla (1985), un triunfo abrumador de crítica y público gracias a un guión escrito 25 años antes, prólogo del premio Príncipe de Asturias de las Artes en 1986: fue el primer cineasta en obtener el galardón, justo cuando impulsa la creación de la Academia del Cine. Dos años más tarde fue elegido académico de Bellas Artes de San Fernando.
Su lado más fallero se muestra en Moros y cristianos (1987) y en Todos a la cárcel (1993), con la que consiguió el Goya al mejor director. En los noventa debutó en el teatro, como director del sainete Tres forasteros de Madrid, en 1995 en Valencia, y también en su Valencia natal filmó la serie Blasco Ibáñez, la 
novela de su vida. En esos años Berlanga demostró no tener pelos en la lengua: aseguró que "el cine español está robotizado por las subvenciones del Ministerio" y se opuso junto a Bardem a las ayudas que favorecían las películas de los directores debutantes. También disfrutó de todo tipo de homenajes y parabienes, como diversas celebraciones en Guadalix en conmemoración de varios aniversarios de ¡Bienvenido, míster Marshall!, antes de meterse en el rodaje de París-Tombuctú (1999), su decimoséptimo y último largometraje. En él resumió sus vicios ("El ciclismo, el Valencia, la literatura erótica..."), yen su promoción definió su estilo: "Nada debería estar sujeto al guión, los actores deberían inventar la película. Yo tengo fama de ser caótico, pero es mi forma de trabajar y lo que he perseguido siempre. Y siempre he huido de la farsa, todo lo que se ve en mis películas es real, son cosas que he vivido o me han pasado". En el último plano de París-Tombuctú puso la frase: "Tengo miedo". Siempre con su vestir elegante, aseguraba -y era creíble o no, como todo lo que le contaba- que había dejado de ir al cine en los años noventa, "por causas que no se pueden entender, como dejar de beber vino o de besar a las chicas". La última que vio en gran pantalla fue "Torrente, de mi amamantado Santiago Segura".
El siglo XXI ha sido el del lento declinar físico del genio, acuciado por su alzhéimer. En 2002 murió de cáncer su hijo Carlos, y él poco apoco fue desapareciendo de la escena pública. En octubre de 2009 la Mostra de Valencia le rindió un homenaje donde se estrenó el documental Por la gracia de Luis, dirigido por JoséLuis García Sánchez, fundador del centro de Altos Estudios Berlanguianos, al que acompañó un libro ¡Viva Berlanga!, en el que sus amigos recordaban sus mejores momentos. Esta misma semana se ha presentado un anuncio de Médicos sin Fronteras protagonizado por Berlanga en el que llamaba la atención sobre las enfermedades olvidadas. El anuncio se ha convertido por tanto en un bello mensaje póstumo de Berlanga.
A pesar de su fallecimiento, aún queda un último berlanga, el que está confinado en la arqueta 1.034, una caja de seguridad de la Caja de las Letras del Instituto Cervantes. Cerrada el 27 de mayo de 2008, el contenido se desvelará el 12 de junio de 2021, cuando se cumpla el centenario del nacimiento del cineasta.


11/11/10

Nick Hornby: "Juliet desnuda"

Entrevista con Nelly Kaprièlian
Publicado en LOS INROCKUPTIBLES

Si Alta fidelidad seguía los desengaños amorosos de un treintañero obsesionado con el rock, un melómano coleccionista de vinilos, Juliet, desnuda va un paso más allá en la amarga crueldad que surge cuando un fan deja su vida de lado por la fascinación que le produce su ídolo. La novedad: el rockero Tucker Crowe irrumpe en la pareja de adolescentes tardíos desengañados que forman los protagonistas, Duncan y Annie. ¿Para poner todo patas para arriba? Preocupado por los compromisos y las obligaciones, por el tiempo que pasa y se lleva todas nuestras ilusiones, Hornby acaba de publicar, a los cincuenta y tres años, una novela sobre la “madurez” tan cómica como melancólica.

¿Por qué el rock te interesa tanto como material novelesco?
Nick Hornby: Escribo antes que nada a propósito del arte, no solamente acerca del rock. Habría podido escribir sobre un escritor, pero no estoy seguro de que sea interesante para mis lectores, yo incluido (risas). Es verdad que el rock siempre fue muy importante para mí desde la adolescencia, y aunque a veces mi relación con la música es menos intensa, siempre está presente.

Quince años después de Alta fidelidad, volviste al rock desde la perspectiva del fan…
La gran diferencia con Alta fidelidad es que pasé al otro lado. En ese entonces, no sabía qué era tener fans. Ahora, conozco los dos puntos de vista y puedo escribir sobre la doble relación fan-estrella. Los míos tienen una relación con alguien que creo no ser yo. Cuando las celebridades comienzan a hablar de ellas mismas en tercera persona, creemos que están locas. De hecho, es bastante exacto, ya que hablan de sus personalidades públicas y no de ellas mismas. Comprendo esa distinción, aunque todavía no me expreso de esa forma. Los que se hacen las ilusiones más alocadas son los estadounidenses, porque soy inglés y eso es exótico para ellos. Los fans no me aburren nunca: comprendo muy bien su psicología.

¿Todavía sos un fan?
Voy a ver fútbol sin parar, de ahí mi libro Fiebre en las gradas. Soy fan de escritores y de músicos, pero un fan de espíritu sano. Si un artista hace algunos álbumes que no me gustan, dejo de seguirlo. En mi novela, a Duncan le parece que los discos de su artista preferido son interesantes incluso cuando no le gustan. La vida es muy corta para perder así el tiempo.

En Juliet, desnuda la pareja de Duncan y Annie es fanática de la música: esta obsesión los une al mismo tiempo que les impide cuestionarse íntimamente sobre sus propias vidas, sus deseos, su pareja. ¿Ser fan ayuda a vivir o te arruina la existencia?
Hay mucho esnobismo alrededor del concepto de fan. Si Duncan fuera un universitario y amara a Keats con la misma obsesión, la gente no se lo tomaría mal. Sin embargo, estaría igual de loco ¡pero empleado por el gobierno! Si la obsesión tiene una credibilidad intelectual, pasa. Esos universitarios hacen un buen trabajo de “mensajeros” para la literatura, pero no querrías, sin embargo, vivir con ellos o quedarte en un ascensor en su compañía porque son igual de monomaníacos que Duncan. Personalmente, no confío en las personas que no tienen obsesiones. Entonces: sí, este tipo de obsesión ayuda a vivir, con el riesgo de enceguecerte frente a tu propia vida o respecto de los que te rodean. Annie se da cuenta de repente de que su historia con Duncan no la hace feliz. Es el problema con el tipo de relaciones que no van del todo bien, pero tampoco del todo mal: podés pasar toda tu vida acomodándote porque no hay una verdadera razón para terminar. Me interesaba de Duncan que era muy bueno para analizar la música en sus detalles técnicos, pero a nivel emocional, no puede entenderla.

¿Te inspiraste en alguien para el personaje de Tucker Crowe, el músico del que Duncan es fan?
Me imaginé a Jackson Browne cruzado con Richard Thompson y Alex Chilton…

¿Recordás cuál fue el impulso inicial al empezar a escribir la novela?
Un artículo de Vanity Fair sobre Sly Stone. El texto estaba escrito por un periodista fan que había dedicado mucho tiempo a intentar encontrarlo para un entrevista, en vano. De repente, Stone se le apareció sobre una moto en medio del desierto. Me pareció genial. La idea de que alguien que te parece inalcanzable surja y vaya hacia vos… Como cuando en mi novela Crowe, desaparecido desde mediados de los ochenta, contacta a Annie. Pensaba también en la manera en que Internet cambió las cosas en relación a los artistas. Hace veinte años, uno estaba solo con su obsesión; hoy te podés comunicar con otros y eso alimenta nuestra locura. Por supuesto, quería también escribir sobre la relación entre Duncan y Annie y la toma de conciencia de ella de que su vida, así, no va más.

¿En qué momento elegiste darle al personaje de Annie más importancia que a los otros?
Cuando tuve la idea de que sería su crítica negativa del disco lo que haría reaccionar a Tucker Crowe y no todos los artículos positivos que Duncan había escrito en Internet. Cuando escribe que ese álbum de demos, Juliet, naked, no es tan bueno como el original, Juliet, Crowe se dice que, por fin, alguien comprendió su trabajo. Creo también que la relación entre un fan obsesionado y un artista no suele ser tan interesante. Quería entonces que Duncan estuviera un poco marginado. Y hay algo irónico en el hecho de que estuvo toda su vida obsesionado por Crowe pero que es su mujer quien lo va a encontrar.

Hay algo muy gracioso: si bien sus fans la idealizan, la vida de Crowe está lejos de ser ideal. ¿Querías mostrar esa contradicción?
Cuando escuchás las letras de las canciones, los músicos parecen tener cierta sabiduría, un cierto conocimiento de la vida, o al menos uno quiere creerlo. ¡Y te enterás de que están casados por séptima vez! ¡¿Cómo se puede ser sabio y haberse casado siete veces?! Quería escribir sobre eso…

¿Cuál es el gesto de fan que más te marcó?
Ser fan tiene algo que ver con la fe. La estrella de rock está vista como un santo y lo que toca como una reliquia. Nick Cave hizo una lectura en una librería de Londres y los libreros le permitieron fumar en el interior. Cuando quisieron vaciar el cenicero, ¡no había más colillas! ¡Los fans se las habían llevado!

¿No tenés ese tipo de fetichismo?
No a ese nivel. Pero me encantan los libros firmados por los autores, sobre todo si se murieron hace mucho. Me encantaría tener un Dickens dedicado. Dickens es mi escritor preferido: combinaba tristeza y humor, sabía cómo escribir para la gente y tenía una energía increíble: ¡inventó trece mil personajes!

¿Los contaste?
No, hay un diccionario de todos sus personajes. Lo leí.

¿Y vos cómo hacés para escribir cosas a la vez graciosas y tristes?
Ese tono es el exacto reflejo de lo que soy como persona. Los libros y las películas que prefiero son así: graciosas y desesperadas a la vez.

¿Quién es el escritor que más te enseñó?
Anne Tyler. Tiene una empatía increíble hacia sus personajes y muchos lectores. Me gusta la idea de que mis libros sean leídos; no quiero escribir novelas de las que sólo hablen los escritores, sino libros que le hablen a todo el mundo.

¿Te diste cuenta de que Juliet, desnuda es tu libro más triste?
Sí, y es también lo que siento de mí mismo. Lamentablemente, creo que todo se vuelve cada vez más sombrío a medida que se envejece, los problemas se vuelven más serios. ¿Cuánto verdaderos problemas se tienen a los treinta? A los cincuenta nos afectan más, crecen adentro nuestro. Empezamos también a entender que ya vivimos más de la mitad de nuestra vida.

¿A quién votaste en las últimas elecciones legislativas inglesas en mayo de este año?
Al Partido Laborista. Siempre voté por ese partido. Ahora todos se pelean por ser Tony Blair: los políticos de izquierda intentan hacernos creer que son muy fiables en el plano económico, los de derecha que son más abiertos de lo que uno piensa. La izquierda intenta hacerse pasar por la derecha y a la inversa… De todas formas, en Inglaterra no se vota por los líderes de los partidos, sino por el miembro del parlamento que rige tu municipio. En Londres, vivo en Islington, el representante es laborista y siempre tuvo una gestión irreprochable. Por eso voy a seguir votando por los laboristas. De hecho, elegí vivir en Islington desde que me mudé a Londres porque mi equipo preferido, Arsenal, tiene base ahí y el estadio está justo al lado. //


Juliet, desnuda de Nick Hornby.
Traducción de Jesús Zulaika. Anagrama, Barceklona, 2010, 352 páginas.

10/11/10

Un nuevo modelo de pareja política

Por León Rozitchner
Publicado en PAGINA 12

Néstor Kirchner no hizo, es cierto, la revolución económica que la izquierda anhela: inauguró –nada menos– una nueva genealogía en la historia popular argentina: “Somos hijos de las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo”, nos dijo, abriendo los brazos de una fraternidad perdida. Fue capaz de hacer reverdecer un lugar en el espacio político que, según es pensable, los hombres les debemos a las madres, al menos a las de la primerísima infancia, sin las cuales el anhelo de una vida feliz no hubiera sido posible. Viniendo desde el horror que los asesinos habían marcado en el cuerpo de cada argentino, abrió el lugar a una Justicia que no venía sólo del derecho: venía desde ese “otro derecho” que es un orden previo a la ley que la violencia sostiene, engendrado desde el cuerpo amoroso de las Madres, no del cuerpo del Estado y del Padre Terrible. Esa es desde entonces nuestra nueva ascendencia política. Había que tener, para hacerlo, una fuerza afectiva y un coraje que venía desde más abajo y desde algo más profundo para hacer reverdecer en el cuerpo de la ciudadanía aterrada una imagen de cobijo y de vida (que quizás ya esté madurando sus frutos en el campo político). En esa dramatización sintética con la cual Kirchner inicia su gobierno –la Ultima Escena– dos modelos de Argentina se enfrentan y uno de ellos triunfa cuando la efigie del jefe de los asesinos es bajada a tierra. Podemos decir que fueron las Madres y las Abuelas, todas figuras femeninas, aquellas que en medio del horror implacable, y sólo por salvar a los hijos que habían engendrado, inauguraron un nuevo espacio político –el espacio del amor generoso materno en el campo patriarcal impiadoso–. Las Madres despiertan en casi todos nosotros la promesa de una felicidad perdida que quedó grabada en el fondo del alma. Esas son ahora las premisas históricas y colectivas de nuestro recomienzo: parten desde donde las madres procuran al hijo su cobijo, allí cuando ellas le dan todo sin pedirle nada, por amor al arte, sin equivalentes, ese orden amoroso donde se inicia espontáneamente el derecho a la vida (tan contradictorio y opuesto al capitalismo) y que ese sea el lugar ensoñado de una “vida feliz” que todos –desde San Agustín a Marx– le reconocen a la primera infancia, como si ella relampagueara siempre en un instante de desesperanza. Y es lo que la derecha no podía imaginar siquiera que le pasara a tanta gente cuando muere Kirchner. No entienden a éstas, nuestras madres que lloran con Cristina la muerte de un hombre que por lo menos no quiso ser déspota: que tenía algo de madre y de femenino en su destartalada estampa. Por algo los blancos pañuelos de las Madres fueron el sudario que cubría los restos de Néstor.
Intentemos leer lo que nos está pasando desde esta otra perspectiva, que por incluir lo llamado “subjetivo”, donde el afecto y lo imaginario abren de nuevo la Primera Escena primordial, no es menos material, social y política. Sería deseable que para pensar la política nosotros también bajemos a tierra para buscarla desde nuestro personal origen. El hombre y la mujer, cuando sus cuerpos en verdad se aman y se compenetran, intercambian las figuras de los amores que los hicieron nacer a la vida como semejantes en la diferencia. Así también se hicieron los Fernández-Kirchner: un modelo de pareja humana que corrige y amplía a la pareja del primer peronismo, donde Evita sumisa proclamaba la necesaria adoración al hombre que la había escogido sacándola de la turbiedad de las candilejas porteñas. Ella era sólo el complemento sumiso: hacía por caridad cristiana, para ayudarlo, lo que Perón hacía por ley del Estado, mientras les pedía a los descamisados que lo amaran al Coronel con la misma devoción femenina –no materna– con que ella lo amaba. El, hombre-hombre por un lado, ella mujer-sumisa-amorosa y devota por el otro.
Cristina Fernández es una mujer que se unió a un hombre desde otro lugar corporal histórico: donde el encuentro de la heterogeneidad de los sexos en la militancia temprana no se impuso como sumisión, sino como igualdad dentro de esa diferencia. Seamos objetivos: ambas son dos modelos que una misma matriz política engendra. Cristina no es más buena ni más mala que Evita: es una mujer histórica distinta, aunque algo las una y otro algo las separe. Cristina es un animal político femenino en pie de igualdad con el animal político masculino de su marido Néstor, cosa que no pasaba con Perón y Evita. Ocupa un rango superior a Evita en la escala de Richter de la evolución femenina. Aquí las diferencias no se contraponen, sino que se complementan, como se complementan los cuerpos que al amarse se unen. De allí surge, desde muy abajo, otro modelo político –tiránico o acogedor, según sea la cifra– en los representantes del poder colectivo en el gobierno. Y por eso también desde allí surge ese odio nuevo, tan feroz y mucho más intenso, que se apoderó de gran parte de nuestras clases media y alta argentinas.
Por eso, tantas mujeres sumisas y ahítas de alta y media clase, tan finas y delicadas ellas, no nos ahorran sus miserias cuando se muestran al desnudo al dirigirle sus obscenas diatribas: no ven lo que muestran. Son mujeres esclavas del hombre que las ha adquirido –o ellas lo hicieron– y al que se han unido en turbias transacciones, donde el tanto por ciento y las glándulas se han fusionado en una extraña alquimia convertida en empuje que llaman “amoroso”. La envidian a Cristina desde lo más profundo de sus renunciamientos que el amor “conyugal” exige pero no consuela. Cristina las pone en evidencia a todas: se han quedado, sin jeans que las ciñan, con el culo al aire. Ella tiene, teniendo lo mismo o más de lo que ellas tienen, lo que a todas juntas les falta. Pero saben que tampoco podrían nunca llegar a tenerlo. Por eso, ellas no la envidian: la odian como a una traidora de clase –de clase de mujeres, digo–. La han cubierto de insultos y desprecios: de las ignominias más abyectas que nunca vi salir antes de esas boquitas pintadas de servil encono. Cristina las pone fuera de quicio. Esto también constituye el suelo denso y material de la política, tan unido a la lucha de clases entre ricos y pobres. Ellas también son el resultado de la producción capitalista de sujetos en serie: mercancías femeninas con formas humanas, con su valor de uso y su valor de cambio.
¿Y del odio de sus maridos? De esos machos viriles que ven en Cristina, mezclados con sus maduros atractivos femeninos que les hacen cosquillas desde el cerebro hasta sus partes pudendas, a esa mujer que un flaco feo y bizco ha conquistado, no se la tragan. Primero los humilla que sea el suyo un tipo de mujer que nunca ni siquiera podría posar en ellos su mirada, y que los supera con su inteligencia. Segundo, y como consecuencia, ven avanzar el peligro en la amenaza de un modelo femenino que termine con la sumisión de sus mujeres en las cuales ellos han invertido tanto: toda una vida de negocios turbios y de duro trabajo de oficinas, de atender la clientela, de contar ganado o hectáreas de soja, y de groups financieros para poder “mantenerlas”, como si de amor se tratara esa transacción que los sigue minando por lo bajo y los hace sentir tan vacíos e impotentes y adictos al Viagra. Sienten en la figura femenina desafiante de Cristina –aunque exageren– la revolución en marcha.
¿No ven todos ellos en el nuevo modelo de mujer que Cristina Fernández les ofrece, un desafío, un estado de insubordinación y hasta de guerrillerismo cuando de la liberación de las mujeres y la amenaza del orden amoroso materno alcanza la política? La “seguridad” por la que todo lo establecido clama –desde la CIA y hasta los inversionistas–, ¿no será la que también alimenta la inseguridad de la pareja pequeño y gran burguesa, por más plata que tengan, esa corriente nueva que desciende incontenible como agua turbia que todo lo arrastra, hasta alcanzar el campo de la política que cruje entonces ahora tanto desde abajo como desde arriba? Los hombres honestos y las fieles mujeres y felices estamos en peligro, nos gritan implorando y añorando el terror de las fuerzas represivas: se mueren de miedo. Y ahora, como antes con Evita y ahora con Néstor, prolongando a los asesinos saludan y dan vivas al cáncer y al infarto. Gritan, frente al enemigo, “viva la muerte”, como aquel general franquista durante la guerra civil española. Sienten el peligro, forman un solo bloque con sus hombres: no quieren perder nada.
Si les preguntáramos a muchos de nuestros políticos ¿en qué ha quedado convertida la figura de la madre que les dio la vida?, los hechos contestan. Entre la madre de la infancia y las mujeres, la codicia y el dinero se han interpuesto. Algunos ya no van de putas porque tienen plata, compran las “modelos” y las tienen ahora en casa. Este también es un “modelo” político de la pareja humana en el capitalismo.
Y aquí es entonces cuando volvemos a Cristina Fernández, que no es sólo “de” Kirchner. Es nuestra Presidenta –¿para muchos, acaso, una “madre política”?– que, sobre la estela de nuestras Madres, ha asumido un modelo fraternal distinto en su ser mujer política. Por eso es que quizás tanta gente ve en ella lo que ninguna otra mujer en nuestra escena actual (ni tampoco casi ningún hombre) ha sido capaz de suscitar en nuestra última historia. Quizás el orden amoroso pueda llegar por nuestro afecto y nuestra memoria, ese que venciendo el terror las Madres y Abuelas han abierto para la ciudadanía, a convertirse en la premisa sensible de una nueva voluntad y de un nuevo razonar político: que se abra en la democracia el acogimiento y el fervor de las madres de nuestra primera infancia. Quizás ella con nuestro apoyo logre prolongarlo y, al hacerlo, nuestras propias fuerzas de hombres que recuperan su origen al sostenerla se ahonden. Para sostenerla con nuestro cuerpo sensible del cual el Espíritu Santo nos había despojado de nuestras madres carnales al reemplazarlas con una Madre postiza: exangüe, melancólica y virgen.
Con las nuevas madres y abuelas argentinas ha vuelto a ocupar la escena política esa primera mujer-madre corporal, gozosa y generosa, que todos –hombres y mujeres– hemos tenido para poder llegar a la existencia y ahora a la vida política de la que el terror de Estado nos había distanciado. Es nuestro propio fundamento más hondo el que ha reverdecido con ellas. Quizá la política necesite ahora el apoyo de todos nosotros desde más adentro y desde más abajo. Porque Cristina Fernández-Kirchner ha prolongado y asumido como mujer-madre, y con el hombre que fue su marido, un nuevo modelo social de pareja política. No es poco para recuperar el origen materno del imaginario colectivo que busca una sociabilidad distinta. De todos modos, habremos ahondado un lugar nuevo y más fuerte si, para defendernos, la defendemos: no nos queda otra. Y no he sido ni soy, por eso, “kirchnerista”.

9/11/10

El almirante que mostró la hilacha

Por Osvaldo Bayer
Publicado en PAGINA 12

Un personaje tan completo como el muerto no vamos a encontrar en toda la historia argentina. Completo en su total decadencia moral, crueldad, ambición fuera de toda medida. Almirante de la Marina de Guerra de la Nación. Massera, a secas.

Traicionó, como otros tantos uniformados en nuestra historia desde 1930, a su juramento pronunciado al recibirse de guardiamarina de ser fiel a la Constitución Nacional. Pero, claro, ante tantos otros ejemplos desde Uriburu, en ese ’30, ya casi sólo sería un delito argentino. No, lo feroz de su conducta se puede sintetizar en una sola palabra: la ESMA. Para qué más. Basta ver la celda mínima donde estuvieron tiradas en el piso durante seis meses las tres primeras Madres de Plaza de Mayo. Arrojadas luego desde un avión, vivas, al río. Almirante Massera, esa fue su máxima acción de guerra como almirante. Almirante argentino.

La ESMA: una fábrica del máximo horror a lo Massera. Sí, esa expresión va a quedar para siempre en la historia: Torturar a lo Massera, hacer desaparecer a lo Massera, robar niños a lo Massera.

Y su ambición, sus negocios, su afán de figuración, su ansia de poder: quería ser presidente, millonario, estanciero, empresario, propietario de todo lo que tenía a su alcance. Y llegó sólo a ser un infame y corrupto traidor a todo principio de ética, de humanismo, de grandeza. Eso sí, cuando entraba en una iglesia era el primero que se arrodillaba y santiguaba. Completo. ¿Dónde aprendió todo eso? ¿De sus padres, en la Escuela Naval, en los cursos de oficiales, en su conocido fervor católico?

Massera. Un vocablo que quedará para siempre entre los próceres de la picana eléctrica, invento argentino. Una galería interminable que empieza con el comisario Polo Lugones, el coronel Falcón, el teniente coronel Varela... y la lista sería interminable en esta historia argentina que comenzó con aquellos increíbles hombres de Mayo. Los nombro: Belgrano, Moreno, Castelli, Monteagudo. Y nace la pregunta desesperada: ¿qué nos pasó a los argentinos? Desde aquel Mayo a ese marzo del ’76 en que iba a empezar la marcha hacia la desaparición del respeto a la vida. Comienza la “desaparición” llamada ya la “muerte argentina” en los diccionarios de ideas afines. Para siempre. Videla, Massera, Agosti, Viola, Galtieri, y cien, mil más, todos los que obedecieron, y sus civiles: Martínez de Hoz y los ministros que juraron por “Dios y por la Patria” y sus embajadores y sus soplones y rufianes.

¿Qué más podemos escribir de este ser que acaba de morir: de sus negociados, sus veleidades, sus calenturas, su sonrisa siempre cínica? ¿Para qué? Si basta con nombrar lo que ya nombramos: la ESMA. Está todo dicho. El templo de la infamia más perversa de la historia humana. Un sinónimo de Auschwitz. Los argentinos, sí, tenemos nuestro Auschwitz. Y nuestro Himmler. Uno, silencioso, de mirada con el dejo de desprecio a la vida; el nuestro, ruidoso, de carcajada sonora, de darte el golpecito amigo en la espalda, del abrazo. Aquel, sombrío como un cuervo sin sotana; el nuestro siempre sonriente, amistoso, un galán con espada al cinto y gorra cargada de perversidades.

Sí, ya sé, me van a decir que me están faltando los adjetivos. No, me sobra el dolor, pensando en los últimos minutos de Rodolfo Walsh en la ESMA, y en todos los Rodolfo Walsh y las Azucena Villaflor que cayeron en las manos de ese verdugo sucio y voraz.

Permítaseme este escrito donde trato de hacer un resumen de los sentimientos que me provoca esa figura y la de todos los serviles que le hicieron la venia y le dijeron: “Ordene, mi almirante”.

Nos quedará para siempre el dolor. Rodolfo, Azucena. En nombre de los miles.

Ojalá exista el infierno para el almirante de la muerte, los negociados y la corrupción.

Lo merece. Allí con Roca, Falcón, el Polo... y tantos otros. Una galería argentina. En contraposición con la otra galería argentina. La de los Héroes del Pueblo, los Hijos del Pueblo, como les cantaba la gente humilde de principios del siglo pasado a quienes daban todo por una vida mejor. Los que creían en un mundo de la mano abierta contra los que siempre propiciaron la ESMA.

8/11/10

Michel Houellebecq ganó el premio Goncourt

Publicado en LA VANGUARDIA

Michel Houellebecq ganó hoy el premio Goncourt, el galardón literario más importante de Francia, por su novela "La Carte et le territoire".
Houellebecq, de 52 años, es uno de los escritores galos vivos más polémicos y con mayor proyección internacional. El escritor se alzó con el premio con el apoyo de siete de los nueves miembros del jurado.
"La Carte et le Territoire" ("El mapa y el territorio") es un texto, a caballo entre la realidad y la ficción, en el que el autor explora con su pluma quirúrgica y sórdida la depresión, la locura, la ambición, el dinero, el amor y la muerte, editado en Francia por Flammarion.
El jurado del Goncourt saldó hoy su deuda con el autor de 'Las partículas elementales' (1998) y de 'Plataforma' (2001), que partía como máximo favorito para hacerse con el galardón estrella de la literatura francesa y que se le había resistido ediciones anteriores.
El nuevo libro de Houellebecq, a menudo definido como "l'enfant terrible" de la literatura francesa y al que se le ha llamado desde "reaccionario" a "islamófobo", se sirve de un humor oscuro para describir el mundo que percibe desde el balcón de sus ojos tristes.
Experto retratista de la miseria afectiva y sexual del ser humano, Houellebecq, al que también se cita como el "profesor de la desesperanza", es un autor tan polémico como exitoso pues su mirada cínica de un mundo frío contabiliza cientos de miles de ejemplares vendidos.
Otorgado por primera vez en 1903, el Premio Goncourt, ha reconocido a autores como Marcel Proust (1919), André Malraux (1933), Simone de Beauvoir (1954) y Marguerite Duras (1984).
El reconocimiento del Renaudot, también fallado hoy, recayó sobre Virginie Despentes, por su obra 'Apocalypse bébé', una novela de intriga que se desarrolla entre París y Barcelona y en la que confluyen desde detectives privados hasta atípicos personajes de los bajos fondos.


7/11/10

La era está pariendo un corazón


Por Silvio Rodríguez

Le he preguntado
a mi sombra
a ver cómo ando
para reírme
mientras el llanto
con voz de templo
rompe en la sala
regando el tiempo.


Mi sombra dice
que reírse
es ver los llantos
como mi llanto
y me he callado
desesperado
y escucho entonces
la tierra llora.


La era está pariendo un corazón
no puede más
se muere de dolor
y hay que acudir corriendo
pues se cae el porvenir.


En cualquier selva del mundo
en cualquier calle.


Debo dejar la casa
y el sillón
la madre vive hasta que muere el sol
y hay que quemar el cielo
si es preciso por vivir
Por cualquier hombre del mundo
por cualquier casa.

2/11/10

“Siento la responsabilidad de hacer honor a su memoria y su gobierno”

Por Cristina Fernández
Publicado en TIEMPO ARGENTINO

Son las 17:40 horas del día lunes, en unos instantes más voy a recibir las cartas credenciales de nuevos embajadores en la República Argentina, un día más de gestión de gobierno, pero evidentemente un día diferente en mi vida que, como todos saben, cambió en forma definitiva.
He leído o escuchado que este es mi momento más difícil, en realidad es otra cosa, es mi momento más doloroso. El dolor es algo diferente a las dificultades o a las adversidades. Yo he tenido en mi vida política o en mi gobierno, en particular, muchísimas dificultades y muchísimas adversidades, pero el dolor es otra cosa... Es el dolor más grande que he tenido en mi vida, es la pérdida de quien fue mi compañero durante 35 años, compañero de vida, de lucha, de ideales. Una parte mía se fue con él, está en Río Gallegos. Pero no es este un momento para utilizar la cadena nacional para terapia emocional, sino para agradecer. Yo quería dedicar estos pocos y breves minutos para agradecer a todos y a todas, a todos los hombres y mujeres que se movilizaron, que quisieron verlo, que quisieron despedirlo, que rezaron por él, que lloraron por él, que no pudieron llegar tal vez acá porque vivían lejos pero se reunieron en otros lugares, que me entregaron rosarios... Los rosarios de él los tengo todos, colgados en mi casa de Río Gallegos. Agradecerles las flores y las cartas, las camisetas de Racing, que él adoraba, hasta también las otras camisetas que me regalaron que eran de otros clubes, pero igual a él el fútbol le gustaba mucho, y las banderas también que me entregaron.
Yo quiero agradecer mucho esa inmensa y formidable muestra de cariño y de amor, que él se la merecía. No voy a tener falsa humildad porque como decía una dirigente muy importante, que ya falleció: hay que ser muy grande para ser humilde y yo no soy grande, así que no voy a ser humilde, simplemente voy a decir que él se lo merecía. Y permítanme agradecerles en forma especial a las decenas, a las decenas de miles y miles de jóvenes que cantaron y marcharon con dolor y con alegría, cantando por él, por la patria.
Quiero decirles a todos esos jóvenes que en cada una de esas caras yo vi la cara de él cuando lo conocí, ahí estaba el rostro de él, exacto. Y decirles a esos jóvenes que tienen mucha más suerte que cuando él era joven, porque están en un país mucho pero mucho mejor, en un país que no los abandonó, en un país que no los condenó ni persiguió. Al contrario, en un país que los convocó, en un país que los ama, que los necesita, en un país que vamos a seguir haciéndolo distinto entre todos.
Y a los millones y millones de argentinos –que parece que somos más de 40 millones porque además tuvimos la suerte de que él nos debe de haber ayudado, ya que el Censo salió muy bien–, quiero decirles que siempre he tenido un gran sentido de la responsabilidad en todas las funciones que he cumplido: cuando fui legisladora provincial, cuando fui legisladora nacional y, más aún, como presidenta, porque siento que de mí depende la suerte de todos los argentinos.
Pero déjenme decirles que desde este miércoles, además de esa inmensa responsabilidad que siempre sentí y ejercí con mucho amor, con mucho corazón, con mucha convicción, con mucha pasión, siento otra gran responsabilidad, que es la de hacer honor a su memoria y hacer honor a su gobierno que transformó y cambió el país.

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