28/3/07

La pasión por Zeami Fushikaden (cuento nipón)


Para Samantha Berger

I

Para nadie era un secreto que en la obra de Teatro No de nombre Hanjo (en la traducción al español se le hace llamar La Dama Han) el personaje Nochojite (mujer de verdadero nombre Hanago en el papel de loca) era ejecutado espléndidamente por el mismo Zeami Fushikaden, autor y director de la obra.


II

La expresión corporal que demostraba Zeami sobre el escenario (normalmente Zeami hacía buen uso de una vieja técnica de danza oriental) más el perfecto uso que daba a la máscara de tipo Koomote, era motivo suficiente para convencer al público de la fragilidad de ese personaje-mujer al borde del delirio, lo cual provocaba una enorme sensibilidad en el público.


III

Por la perfección y belleza de la obra, Hanjo fue repuesta en más de dos ocasiones en el viejo Teatro de Arima, Hyogo, Japón. Con un éxito completo en todas sus funciones. Por supuesto que este éxito no dejaba de tener relación con el sentido del rito que el Teatro No hasta ahora despierta en el público japonés.


IV

A lo largo de todas las temporadas, y en todas las funciones, era común ver en los asientos preferenciales a una joven de la nobleza llamada Sachiko Nobushige, quién amaba este tipo de Teatro, sobre todo las piezas que el propio Fushikaden escribía y actuaba.


V

Una de las reglas que siempre se ha implantado en el Teatro No es que todos sus participantes: actores, músicos, coro, y hasta auxiliares, deben ser exclusivamente varones. Nunca hasta el día de hoy se ha aceptado el ingreso de una mujer, a menos que sea en el papel de espectadora, como en el caso de la joven Sachiko Nobushige.

Pasar por encima de esa regla se considera un delito grave. Esto puede significar, incluso para la persona que falta a esta ley, a no volver a ver ni a participar de ninguna manifestación del No.


VI

Dentro de los ayudantes de escena, sólo uno estaba destacado para atender a todas las exigencias del personaje que caracterizaba Zeami Fushikaden. Este rol lo cumplía a la perfección un muchacho de nombre Tetsuro, primo lejano de Zeami.


VII

A pesar de encontrarse detrás del escenario, Tetsuro ya se había percatado, al igual que Zeami, de la constante presencia de la joven Sachiko. Y es que a pesar de su labor, Tetsuro no dejaba de mirar a la admiradora de su maestro. Pero sólo la parquedad de Tetsuro hacía dudar de cualquier gusto que él pudiera tener sobre ella.


VIII

Para Sachiko no hay momento más esplendoroso que ver a Zeami ejecutar su papel de mujer loca. Y es que en esa posición de actor, no deja de estar presente - sobre todo para ella - la idea de que Zeami sigue siendo un escritor detrás de una máscara. Una máscara que cubre el verdadero rostro del autor de esos diálogos tan bien escritos.


IX

Una vez terminada las funciones, no resultaba nada raro para Tetsuro ver completamente desnudo a su maestro Zeami. Eso no le molestaba en lo más mínimo, así como tampoco le molestaba limpiar el sudor que abundaba sobre la frente de su maestro una vez que se despojaba de la máscara del personaje Nochojite. Tal vez sea irrelevante decirlo, pero en algunas ocasiones, mientras Tetsuro cumplía su función, Zeami no mencionaba ni una sola palabra.


X

Una vez fuera del teatro, y al haberse despedido de todos los correspondientes, Zeami tomaba camino hacia su casa, seguido por Tetsuro que, como ya era costumbre, llevaba el maletín con todas las cosas personales del maestro. Y a pesar de que vivía a unas cuadras antes de la casa de Zeami, Tetsuro, siempre fiel, lo acompañaba hasta la puerta de su casa, cerciorándose de que todo terminase bien.


XI

Todo aquel recorrido que realizaban Zeami y Tetsuro, era seguido con suma cautela por Sachiko, que no dejaba de guardar cierta distancia para que el dramaturgo y su acompañante no se dieran cuenta de su presencia.


XII

Cabe mencionar que el modesto barrio donde vivían Zeami y Tetsuro, no se comparaba en nada a las calles donde quedaba la lujosa casa de la familia Nobushige, la cual se caracterizaba por tener sembradas una moderada cantidad de abetos al lado de la acera.


XIII

Sólo en una ocasión se dio el caso de la ausencia de Tetsuro. Aquella vez Zeami se las arregló para atenderse asimismo durante el transcurso de la obra. Una vez terminada la función, el mismo Zeami recogió todas sus pertenencias y las colocó en su maletín. Se despidió del resto del elenco, así como de los invitados y algunos concurrentes que se acercaban para felicitarlo. Una vez librado de todos esos seguidores, Zeami tomó el camino hacia su casa sin permitir que nadie lo acompañara. Como era de suponer, esa vez Sachiko lo siguió como lo hacía cada noche.


XIV

En todo el camino, Sachiko procedió a seguir mucho más de cerca a Zeami sin importarle que esta vez él se diera cuenta de su presencia. Los pasos que ella daba se producían casi como un eco de los pasos de Zeami. Esto hizo que en más de una ocasión el dramaturgo volteara constantemente la mirada. Esto por lo común ocurría en las calles desérticas que tomaba Zeami para llegar a su casa.


XV

Una vez en la puerta, Zeami se detuvo a observar a Sachiko, que sin ningún temor permaneció a sólo unos metros de él. Después de un largo momento de silencio, Zeami hizo un gesto de invitación a Sachiko para que ingresara a su casa. Como era de esperar, Sachiko aceptó la invitación. Una vez dentro, y después de una larga conversación, Zeami pidió permiso para lavarse las manos con el fin de servir la merienda. En ese momento, y tal vez con el mayor atrevimiento, Sachiko cogió las manos del dramaturgo y las acercó al agua, frotándolas una y otra vez con sus propias manos. Sin saber por qué, este acto de aseo que hacía Sachiko en las manos de Zeami, le hizo recordar al dramaturgo la dedicada labor que realizaba Tetsuro cada vez que estos dos se encontraban solos. Por supuesto que ese hecho nunca lo daría a conocer.

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