Para
Samantha Berger
I
Para
nadie era un secreto que en la obra de Teatro No de nombre Hanjo (en la
traducción al español se le hace llamar La Dama Han) el personaje Nochojite
(mujer de verdadero nombre Hanago en el papel de loca) era ejecutado
espléndidamente por el mismo Zeami Fushikaden, autor y director de la obra.
II
La
expresión corporal que demostraba Zeami sobre el escenario (normalmente Zeami
hacía buen uso de una vieja técnica de danza oriental) más el perfecto uso que
daba a la máscara de tipo Koomote, era motivo suficiente para convencer al
público de la fragilidad de ese personaje-mujer al borde del delirio, lo cual
provocaba una enorme sensibilidad en el público.
III
Por
la perfección y belleza de la obra, Hanjo fue repuesta en más de dos ocasiones
en el viejo Teatro de Arima, Hyogo, Japón. Con un éxito completo en todas sus
funciones. Por supuesto que este éxito no dejaba de tener relación con el
sentido del rito que el Teatro No hasta ahora despierta en el público japonés.
IV
A
lo largo de todas las temporadas, y en todas las funciones, era común ver en
los asientos preferenciales a una joven de la nobleza llamada Sachiko
Nobushige, quién amaba este tipo de Teatro, sobre todo las piezas que el propio
Fushikaden escribía y actuaba.
V
Una
de las reglas que siempre se ha implantado en el Teatro No es que todos sus
participantes: actores, músicos, coro, y hasta auxiliares, deben ser
exclusivamente varones. Nunca hasta el día de hoy se ha aceptado el ingreso de
una mujer, a menos que sea en el papel de espectadora, como en el caso de la
joven Sachiko Nobushige.
Pasar
por encima de esa regla se considera un delito grave. Esto puede significar,
incluso para la persona que falta a esta ley, a no volver a ver ni a participar
de ninguna manifestación del No.
VI
Dentro
de los ayudantes de escena, sólo uno estaba destacado para atender a todas las
exigencias del personaje que caracterizaba Zeami Fushikaden. Este rol lo
cumplía a la perfección un muchacho de nombre Tetsuro, primo lejano de Zeami.
VII
A
pesar de encontrarse detrás del escenario, Tetsuro ya se había percatado, al
igual que Zeami, de la constante presencia de la joven Sachiko. Y es que a
pesar de su labor, Tetsuro no dejaba de mirar a la admiradora de su maestro.
Pero sólo la parquedad de Tetsuro hacía dudar de cualquier gusto que él pudiera
tener sobre ella.
VIII
Para
Sachiko no hay momento más esplendoroso que ver a Zeami ejecutar su papel de
mujer loca. Y es que en esa posición de actor, no deja de estar presente -
sobre todo para ella - la idea de que Zeami sigue siendo un escritor detrás de
una máscara. Una máscara que cubre el verdadero rostro del autor de esos
diálogos tan bien escritos.
IX
Una
vez terminada las funciones, no resultaba nada raro para Tetsuro ver
completamente desnudo a su maestro Zeami. Eso no le molestaba en lo más mínimo,
así como tampoco le molestaba limpiar el sudor que abundaba sobre la frente de
su maestro una vez que se despojaba de la máscara del personaje Nochojite. Tal
vez sea irrelevante decirlo, pero en algunas ocasiones, mientras Tetsuro
cumplía su función, Zeami no mencionaba ni una sola palabra.
X
Una
vez fuera del teatro, y al haberse despedido de todos los correspondientes,
Zeami tomaba camino hacia su casa, seguido por Tetsuro que, como ya era
costumbre, llevaba el maletín con todas las cosas personales del maestro. Y a
pesar de que vivía a unas cuadras antes de la casa de Zeami, Tetsuro, siempre
fiel, lo acompañaba hasta la puerta de su casa, cerciorándose de que todo
terminase bien.
XI
Todo
aquel recorrido que realizaban Zeami y Tetsuro, era seguido con suma cautela
por Sachiko, que no dejaba de guardar cierta distancia para que el dramaturgo y
su acompañante no se dieran cuenta de su presencia.
XII
Cabe
mencionar que el modesto barrio donde vivían Zeami y Tetsuro, no se comparaba
en nada a las calles donde quedaba la lujosa casa de la familia Nobushige, la
cual se caracterizaba por tener sembradas una moderada cantidad de abetos al
lado de la acera.
XIII
Sólo
en una ocasión se dio el caso de la ausencia de Tetsuro. Aquella vez Zeami se
las arregló para atenderse asimismo durante el transcurso de la obra. Una vez
terminada la función, el mismo Zeami recogió todas sus pertenencias y las
colocó en su maletín. Se despidió del resto del elenco, así como de los
invitados y algunos concurrentes que se acercaban para felicitarlo. Una vez
librado de todos esos seguidores, Zeami tomó el camino hacia su casa sin
permitir que nadie lo acompañara. Como era de suponer, esa vez Sachiko lo
siguió como lo hacía cada noche.
XIV
En
todo el camino, Sachiko procedió a seguir mucho más de cerca a Zeami sin
importarle que esta vez él se diera cuenta de su presencia. Los pasos que ella
daba se producían casi como un eco de los pasos de Zeami. Esto hizo que en más
de una ocasión el dramaturgo volteara constantemente la mirada. Esto por lo
común ocurría en las calles desérticas que tomaba Zeami para llegar a su casa.
XV
Una
vez en la puerta, Zeami se detuvo a observar a Sachiko, que sin ningún temor
permaneció a sólo unos metros de él. Después de un largo momento de silencio,
Zeami hizo un gesto de invitación a Sachiko para que ingresara a su casa. Como
era de esperar, Sachiko aceptó la invitación. Una vez dentro, y después de una
larga conversación, Zeami pidió permiso para lavarse las manos con el fin de
servir la merienda. En ese momento, y tal vez con el mayor atrevimiento,
Sachiko cogió las manos del dramaturgo y las acercó al agua, frotándolas una y
otra vez con sus propias manos. Sin saber por qué, este acto de aseo que hacía
Sachiko en las manos de Zeami, le hizo recordar al dramaturgo la dedicada labor
que realizaba Tetsuro cada vez que estos dos se encontraban solos. Por supuesto
que ese hecho nunca lo daría a conocer.