14/11/09

La pasión de Roland Barthes


Por Ernesto Schoo
Publicado en LA NACION

"A lo largo de la década de 1950, Roland Barthes (1915-1980) escribió más de ochenta artículos sobre teatro para publicaciones como Lettres Nouvelles, France Observateur y, sobre todo, Théâtre Populaire . Es la época de El grado cero de la escritura (1953), Michelet (1954) y las Mitologías ". Así comienza el prefacio, por Jean-Loup Rivière, de Escritos sobre el teatro, que Paidós acaba de publicar en su colección Biblioteca Roland Barthes. El teatro fue uno de los tempranos amores del semiólogo y pensador francés, que sería uno de los fundadores (aparte del estructuralismo) de la revista Théâtre Populaire.
Los grandes amores de Barthes fueron, al principio, Brecht -a partir de la famosa visita del Berliner Ensemble a París, en 1955, con Madre Coraje - y el TNP conducido por Jean Vilar, con su astro indiscutido, Gérard Philipe. Sus bêtes noires, siempre, la Comedia Francesa y la gestión cultural de André Malraux. Con el tiempo, se desengañó de Brecht, de Vilar y hasta de Philipe, a quien critica amargamente en un Ricardo II de Shakespeare. A comienzos de la década del 60, Barthes dejó de ir al teatro "y éste ya no era objeto de escritura", observa Rivière. ¿Por qué? No hay respuesta, hasta hoy. Sin embargo, en 1975, al plantearse la continuidad de sus trabajos de semiótica y como observador de la vida, RB apunta: "En la encrucijada de toda obra, quizás el teatro".
El volumen, de 380 páginas, contiene algunas reflexiones memorables, que no se agotarán en esta sola columna. Molière es, para él, "el más tierno de nuestros trágicos". Tras postular que Eurípides desvirtúa la esencia de la tragedia clásica, al introducir la psicología "potencia antitrágica donde las haya, (que) invade el teatro y solicita del público emociones de tipo pasional y ya no moral", anota que "en el orden de los espectáculos, hoy en día sólo hay un juego que excluya la pasión individual, y es el deporte". Una nota para France Observateur, del 27 de mayo de 1954, titulada "Una actriz trágica sin público", que reseña la labor de María Casares en una mediocre pieza de Julian Green, El enemigo, comienza así: "El arte de María Casares ostenta el mayor poder de la tragedia: fundar el espectáculo sobre la evidencia de la pasión (?) El gran actor no es el que salva un texto malo, sino el que lo desenmascara. Es el caso de María Casares (?) Ahora queda la cuestión de saber para quién actúa esta actriz trágica. Mucho me temo que no actúa para nadie. El público de El enemigo, por ejemplo, la aplaude, pero resulta evidente que no la quiere, y es mejor así. Casares le incomoda".

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