Por Pablo Lettieri
El corazón de las tinieblas fue escrita entre 1898 y 1899, en un momento en el que Conrad --para quien llevar a cabo una novela requería un gran esfuerzo-- parecía encontrar mayor facilidad de lo que era habitual en él. Como casi toda su obra es semiautobiográfica. Relata su propia experiencia como marino en el Congo y está «un poco, y sólo un poco, más allá de los hechos reales...»
La historia comienza con el joven capitán Charles Marlowe y el encargo, por parte de una compañía dedicada a la comercialización del marfil, de buscar a Harry Kurtz, el jefe de una misión perdida en los confines de la selva del Congo y que, según rumores, víctima de su misticismo y de la naturaleza ha sido arrastrado por la locura mesiánica.
A medida que avanza en su búsqueda, Marlowe comprenderá que este muy especial viaje no sólo lo llevará a descubrir los oscuros límites de un territorio misterioso, sino también los más oscuros límites de su propia alma.
Si bien El corazón de las tinieblas no es una de las novelas que hicieron famoso a Conrad -comparada, por ejemplo, con Lord Jim o Nostromo- se encuentran presentes en ella muchos de los temas que lo obsesionaban: el problema de la soledad humana, la lucha del hombre enfrentado a la naturaleza, y la angustia por la sensación de vacío, que es la condición espiritual del hombre del siglo XX. El hombre ocupa el centro de su obra, y Conrad está preocupado en probarlo constantemente en situaciones extremas. La tripulación de El negro del Narcisus se encuentra amenazada exteriormente por la tormenta e interiormente por el miedo a la muerte. En La línea de sombra, el joven capitán supera su arrogancia inicial y petulante hasta reconocer sus debilidades físicas y morales.
En El corazón de las tinieblas, Conrad sitúa a dos personajes opuestos en un mismo territorio hostil y los somete a una prueba de carácter. Por un lado, Marlowe -que es su propia proyección dentro del relato- representa la racionalidad y soporta el peso de las leyes sociales. Y aunque no deja de reconocer la fuerza de sus instintos que la selva parece despertar, no se deja conquistar por ella.
Kurtz, en cambio, está desprovisto de presiones sociales, carece de auto-control. “Su corazón está hueco”. Simboliza la oscuridad interior del ser humano. La permanencia en soledad con la naturaleza acaba por dominar a un hombre que no tiene en su interior la capacidad de dominar sus propios instintos.
Pero al final, nada es como parece ser. Kurtz descubre el terrible efecto que la selva ha provocado en él (“¡El horror!”) y lo pagará con la muerte. Y si bien Marlowe ha logrado escapar de los hechizos de ese horror, los cambios provocados durante su estancia no van a desvanecerse con el tiempo. Después del viaje, Marlowe no podrá ser el mismo.
Marlowe y Kurtz simbolizan ambas caras de la naturaleza humana. Y permiten a Conrad enunciar la eterna pregunta sin respuesta: “¿podremos dominar aquella cosa muda o ella nos dominará a nosotros?”.
“Apocalypse Now”:
Coppola filma a Conrad en el infierno vietnamita
El proyecto de filmar Apocalypse Now se había iniciado en 1969, en tiempos de la intervención de Estados Unidos a Indochina. El guionista John Milius y George Lucas se unieron con el fin de filmar una película ambientada en Vietnam. Le pidieron opinión a Francis Ford Cóppola y éste les aconsejó utilizar el argumento de El corazón de las tinieblas. Abandonado el proyecto poco tiempo después por sus iniciadores, Cóppola decide hacerse cargo del proyecto. Comenzaría entonces para él una travesía bastante similar a la de Marlowe.
El sólo hecho de la elección de los personajes principales del film provocó que Cóppola estuviera varias veces al borde del suicidio: Steve McQueen, Al Pacino, James Caan, Jack Nicholson, Robert Redford y Gene Hackman fueron algunos de los actores que quiso incluir en el proyecto y que, por diversos motivos, no pudieron aceptar. Finalmente, decide contratar para el papel del Capitán Willard (el Marlowe del film) a un actor hasta entonces desconocido: Martin Sheen.
Una vez comenzado el rodaje en las Filipinas, a principios de 1976, siguieron los problemas con un film que parecía interminable: un tifón destruye los decorados, el equipo de filmación no soporta la comida asiática (por lo que deben gastarse miles de dólares de comida norteamericana) y los helicópteros destinados a la filmación deben viajar al sur para reprimir una revuelta guerrillera.
El elenco, por otra parte, parecía haberse contagiado la locura que se desprende de las páginas de Conrad. Martin Sheen filma las primeras escenas más borracho que lo que aparece en el film. Dennis Hopper está tan drogado que no recuerda ni una línea del guión, aunque insiste en improvisarlas. Y Marlon Brando se presenta excedido de peso, con su cabeza rapada (decisión que toma sin consultar a nadie, ni siquiera al director) y, para colmo, con la intención de modificar completamente el libreto, según su parecer, «idiota, previsible y sin sentido dramático».
Finalmente, y luego de nuevas dificultades que se suceden durante el montaje, es exhibida durante el Festival de Cannes en 1979. Si bien el guión de Cóppola se basa en El corazón de las tinieblas, se notan también influencias de La reina africana, de John Huston y el Derzu Uzala de Akira Kurosawa. En su momento, Cóppola aclaró que «Apocalipsis Now se trata de una relación experimental y muy personal que debe enfrentar el público con la guerra. Hay una serie de cuestiones abiertas dentro del film, y su final se asemeja a un ejercicio jungiano». Nunca se supo con exactitud a qué final se refería Cóppola, ya que en la versión original el Capitán Willard (Marlowe) mata a Kurtz pero se queda en sus dominios reemplazándolo. Y en la versión definitiva decidida por el público, Willard cumple su misión y regresa a la civilización. Más allá de resultar algo excesiva la pretensión de ejercicio jungiano, lo cierto es que este film de casi dos horas y media de duración ha quedado como uno de los mejores acercamientos a un infierno llamado Vietnam. Y el monólogo final de Brando interpretando al mesiánico Kurtz en el infierno camboyano, como una de las mejores escenas de la historia del cine.
“Heart of Darkness”:
Una adaptación demasiado fiel
Mucho se ha discutido acerca de las adaptaciones que el cine ha llevado a cabo de novelas famosas. William Burroughs cuenta que una vez le preguntaron a Raymond Chandler: «¿Cómo se siente con lo que Hollywood le hizo a sus novelas». Y dice que Chandler contestó: «¿Mis novelas? ¿Por qué? Hollywood no les hizo nada. Todavía están allí, en mi biblioteca».
La anécdota sirve para entender una verdad tan simple como contundente: una cosa es una novela y otra -muy distinta- es la adaptación que, bien o mal, haga un director de cine sobre la misma.
Y tal vez allí radique la principal dificultad de Heart of Darkness (El corazón de las tinieblas), el film de Nicolas Roeg sobre la novela de Conrad. Y esa dificultad es que respeta demasiado al original. Se parece demasiado a la obra de Conrad y pierde así originalidad y fuerza. La travesía de Marlowe por el río en busca de Kurtz se hace por momentos tediosa, no transmite esa sensación de misterio e intriga en su figura que sí se revela en las páginas de Conrad y que convierte al relato en algo tan poderoso. Cuando nos empezamos a intrigar por Kurtz, allí aparece, en el cuerpo de John Malkovich. Sin embargo, el film posee algunos aciertos: no abusa del recurso de la voz en off y transcribe textualmente algunas de las mejores pasajes de la novela.