Por Esteban Pintos
Publicado en PÁGINA 12
Durante una entrevista con Página/12
publicada hace una década, el exlíder de Soda Stereo contó cómo reflejó en
"Siempre es hoy", su cuarto álbum solista, la situación del país de
entonces: "La gente está muy confundida, todos estamos muy confundidos,
porque además las cosas están reflejadas por medios que nos confunden más aún,
y que también están confundidos como nosotros", dijo.
Soda Stereo, siempre Soda Stereo. Aunque
falten sólo cuatro días para la aparición de Siempre es hoy, cuarto disco
solista de Gustavo Cerati, y la conversación derive de las flamantes 17
canciones –sus motivaciones, sonido
e intenciones hacia la Argentina de la hiperinflación y el corralito y de cómo
eso conecta con su obra– finalmente aparece esa marca registrada que lo condujo
a la cúpula del rock latino desde mediados de los ochenta. En este caso, la
intromisión temática sucede porque durante la primera entrega de los premios
Video Music Awards Latinoamerica, organizada por MTV, el grupo recibió un
reconocimiento a la trayectoria y el mismo Cerati, Charly Alberti y Z Bosio
volvieron a pisar juntos un escenario, intercambiaron unas palabras y se
destinaron sonrisas de satisfacción, aun en el contexto general de una escena
destinada, únicamente, a ser televisada.
“La primera intención de MTV era que
tocáramos. Lo cual era absolutamente absurdo, pero bueno...”, dice Cerati a
Página/12 en el living de una casa de Coghlan. “Supongo que los gerentes
norteamericanos habrán dicho ‘probemos, en una de esas agarran viaje...’. En
todo caso, sirvió de excusa para que nos juntáramos. Hacía mucho que no
estábamos los tres juntos, más precisamente desde la última vez que tocamos. No
dejé nunca de pensar en eso: ‘Es Soda Stereo que se junta después de tanto
tiempo’. Pero era nada más que un premio que nos otorgaron, nada más. Soy una
persona que no logra emocionarse por ese tipo de cosas. No lo logro y creo que
no lo voy a lograr nunca. Lo que no quiere decir que haya disfrutado de
encontrarme con ellos. Y después, el premio en sí mismo. Yo sé que está
revestido de otros significados, pero no lo puedo ensalzar más que eso. El
premio fue un reconocimiento, en un show televisivo armado por MTV. Nos
sentimos agradecidísimos. Pero fue eso: un show. Stop.” No hace falta preguntar
más.
Pero el tema de esta nota es Siempre es
hoy, el disco que sorprende por su vocación guitarrera, el ritmo enérgico
impuesto por la banda de acompañamiento (Cerati, Flavio Etcheto, Leandro
Fresco, Fernando Nalé, Pedro Moscuzza, Javier Zucker) y las certezas que
emergen de las canciones. Títulos como “No te creo”, “Nací para esto” o “Vivo”
refieren inequívocamente a una sensación de seguridad que parece el correlato de
un sonido vivo que, como resultado,
condujo a la conformación de un disco vital. Más directo que Amor amarillo,
menos ambiguo que Bocanada y definitivamente menos ampuloso que 11 episodios
sinfónicos. Lo que resalta en Siempre es hoy, más allá de cierta búsqueda
morbosa por encontrar señales de la realidad personal de su autor (separación,
nueva pareja, etc.), son las guitarras de Cerati. El sonido
de esas guitarras, acústicas y eléctricas, distingue el nuevo disco, sumado al
pulso firme de la batería.
El ornamento electrónico que aparece y desaparece, determinan
la marcha rítmica general de un disco que ofrece, además, las participaciones
de Charly García (piano y Rhodes en “Vivo” y “Sudestada”), Domingo Cura (bombos
en la cabalgata electropercusiva “Sulky”), Camilo “Tea Time” (de Los Tetas, en
“Altar”) y sí, su actual pareja, ex modelo, actual conductora de televisión
Déborah de Corral (coros y demás ruidos en “Casa”, “Torre de marfil” y
“Altar”).
–¿Podría detallar el proceso de composición
y grabación de este disco? Le llevó más tiempo que ninguno de sus otros discos
solistas...
–Sí, como experiencia es la primera vez que
me tomo tanto tiempo en hacer un disco. A grandes rasgos, fueron dos etapas...
Quizá más, pero hubo dos bloques más definidos de surgimiento de canciones. Eso
resultó muy interesante. Por ejemplo, hubo una primera andanada de canciones
que fueron producto de jams que hicimos con la banda, de ahí salieron como
veintipico. Dejamos reposar eso y luego fuimos haciendo como una especie de selección
a lo largo del tiempo, de cómo iban pegando todas esas cosas que ocurrieron.
Después de hacer 11 episodios sinfónicos, el disco de +bien, volví un poco a la
carga con lo que había hecho, lo grabamos a partir de las ideas que yo había
editado y se agregaron una cantidad de canciones, de un nuevo período. El disco
se conforma por eso. He grabado en cuatro estudios diferentes, distinto a otras
veces en donde componía, grababa en un estudio, mezclaba y se acabó. Acá hubo
idas y venidas, momentos de decantación, algo que es muy interesante porque
muchas veces en el fragor de una grabación no se tiene una oportunidad de tener
una mirada a la distancia.
–El título del disco sugiere la idea de un
presente continuo, sin pasado al que volver ni futuro hacia donde dirigirse ¿Es
así?
–Es como una puerta hacia todos los
tiempos, en realidad. En el hoy se aglutinan todos los tiempos, esa es la
sensación que tengo. El hoy es como el futuro, o deseo que sea como el futuro.
O deseo que no sea como el pasado... Al mismo tiempo, el sentido del título del
disco es una celebración (y el disco, diría), a pesar de que tenga momentos y
momentos. No es una prisión temporal, todo lo contrario. Incluso los momentos
más “ásperos” son celebraciones de la vida, con todos sus vaivenes. Por otro
lado, está pensado para tocarlo en vivo, tiene esa impronta de grabación como
objetivo. Está definitivamente más ligado a eso que otros discos: Bocanada no
tenía nada de eso, Amor amarillo mucho menos... Es más directo, está
desprovisto de cinismo. En cuanto tuve cierta actitud cínica posmoderna, traté
de borrarla. En ese sentido creo que se emparenta con la aparente realidad que
vivimos. La gente está muy confundida, todos estamos muy confundidos, porque
además las cosas están reflejadas por medios que nos confunden más aún, y que
también están confundidos como nosotros... Entonces, quizás, la búsqueda de
ciertas certezas por decirlo así, la necesidad de que las cosas fuesen así, sin
filtro. Digo: evité cuidadosamente el chiste de sonar posmoderno y sarcástico,
en un país así. No me interesaba que el disco tuviera eso. Justamente porque
ese es el chiste fácil, el que aparece por todos lados. Ys me parece decadente.
–A lo largo de este año y sobre todo en sus
actuaciones por Latinoamérica, le han preguntado por la situación argentina
¿Cómo se llevó su actividad artística (recitales, grabaciones) con la realidad
argentina pos 20 de diciembre?
–No me quise sumar a Nito Artaza porque ya
está Cerutti... (risas) A mí también me pegó fuerte el tema del corralito. La
verdad es que, que se yo, en todo este tiempo estuve acá. Pero pasan cosas
increíbles... Por ejemplo, hay algo que grafica esta situación: el 20 de
diciembre, cuando la gente salía a la calle indignada y en cuestión de minutos
se iba produciendo a través de los medios un efecto ping-pong, de cómo eso se
iba agigantando, yo estaba dentro de un estudio de televisión. No teníamos la
más puta idea de lo que estaba ocurriendo, sí teníamos la sensación, pero no
teníamos la idea concreta, esa cosa gente-televisión-gente reaccionando. Ese
mismo día, estaba grabando para “Fútbol de primera” con un montón de gente
dentro del estudio que estaba como yo... Me acuerdo que enchufé la guitarra y
cuando prendí el equipo, salió el presidente casi depuesto en ese momento (De
la Rúa) con un mensaje tremendo... Yo dije “graben ahora, porque algo está
pasando” Quiero decir, eso demuestra un poco también que la conexión que uno
tiene con la realidad es medio relativa. Yo, en ese momento, estaba haciendo lo
mío... Pero en todo este tiempo viví situaciones muy extrañas, entre otras
cosas la saturación completa y absoluta de la información y la necesidad de
recuperar lo que uno es –aun a pesar de todas las circunstancias alrededor–, de
pensar en la vida, en el tiempo que se nos está yendo. Lamentablemente toda
esta mierda disparada y generada, y toda esta gran confusión... Quiero que se
entienda bien: a la cultura, al arte, en un punto le vienen bien. Es algo que
energiza, lo estoy viendo en las reacciones, como una fuerza contraria al
bajón. Lo que no quiere decir que no vea lo que está pasando, no estoy aislado.
Pero a mi manera me aíslo haciendo música. Fue un período de movimientos
fuertes en mi vida, y de replanteos fuertes también. Todo eso ocurrió más o
menos al mismo tiempo que todo el delirio del afuera, de la realidad.
–Con Soda Stereo en un pico de popularidad,
usted vivió otro período muy crítico de la realidad argentina: la
hiperinflación de 1989. ¿Qué diferencias y semejantes ve entre aquella y esta
crisis?
–A veces parece que “un solo hombre ha
nacido, un solo hombre muere”. Es como una sensación de vaivenes cíclicos por
los cuales nosotros, como argentinos, estamos condenados. Pero con una
diferencia: yo siento que lo de la hiperinflación fue una situación de
descontrol tremendo, pero esto ha sido ya directamente... fatal. Parece que ya
no podemos soportar más ningún ciclo. Creo que la hiperinflación fue una gran
decepción, desde el punto de vista de que veníamos muy contentos de haber
recuperado la democracia y haber salido de una cosa muy fatídica, la guerra de
Malvinas. De ahí sale Soda Stereo...
–Sus canciones fueron parte central de la
banda de sonido de aquella
“primavera democrática”...
–Sí, estábamos así. Me acuerdo que poníamos
“El Sodazo” cuando venía Alfonsín. Hace casi veinte años votábamos a Alfonsín
porque sentíamos que era el papá bueno que iba a venir a ordenar las cosas. No
fue así. Y después se nos cayó la inocencia: nos dimos cuenta de que estaba
todo muy bien con que la gente pudiera expresarse pero... que nos estaban
llevando a cualquier lado. Esa es la sensación que aún tengo de este país: hay
una idea instalada en nosotros que es muy nociva. Y que de alguna manera se
refuerza con esos movimientos brutales cíclicos que se producen, que hacen que
la gente se sienta estafada. Por un lado, en teoría, no creíamos racionalmente
que podíamos llegar a ver la destrucción de buena parte del país, y la estamos
viendo. Sin embargo, en otro sentido, más perverso, también nos imaginábamos
que esto podía llegar a ocurrir. ¿Por qué? Porque todos sabemos que en la
Argentina muchas cosas se hacen mal. Y la verdad es que gran parte de las cosas
se hacen mal porque a mucha gente no le interesa hacer las cosas bien. A mucha
gente no le interesa el otro. Hay quienes piensan que yo no tengo relación con
el entorno social, porque mis canciones están escritas en primera persona, con
cosas que tienen que ver conmigo o que son demasiado metafóricas. Pero es
imposible que no te influya lo que pasa. Es como pensar que Spinetta en la
época de Pescado Rabioso escribía esas letras porque era un tipo drogado... Es
absurdo. Hay diferentes niveles de antena.