11/11/10

Nick Hornby: "Juliet desnuda"

Entrevista con Nelly Kaprièlian
Publicado en LOS INROCKUPTIBLES

Si Alta fidelidad seguía los desengaños amorosos de un treintañero obsesionado con el rock, un melómano coleccionista de vinilos, Juliet, desnuda va un paso más allá en la amarga crueldad que surge cuando un fan deja su vida de lado por la fascinación que le produce su ídolo. La novedad: el rockero Tucker Crowe irrumpe en la pareja de adolescentes tardíos desengañados que forman los protagonistas, Duncan y Annie. ¿Para poner todo patas para arriba? Preocupado por los compromisos y las obligaciones, por el tiempo que pasa y se lleva todas nuestras ilusiones, Hornby acaba de publicar, a los cincuenta y tres años, una novela sobre la “madurez” tan cómica como melancólica.

¿Por qué el rock te interesa tanto como material novelesco?
Nick Hornby: Escribo antes que nada a propósito del arte, no solamente acerca del rock. Habría podido escribir sobre un escritor, pero no estoy seguro de que sea interesante para mis lectores, yo incluido (risas). Es verdad que el rock siempre fue muy importante para mí desde la adolescencia, y aunque a veces mi relación con la música es menos intensa, siempre está presente.

Quince años después de Alta fidelidad, volviste al rock desde la perspectiva del fan…
La gran diferencia con Alta fidelidad es que pasé al otro lado. En ese entonces, no sabía qué era tener fans. Ahora, conozco los dos puntos de vista y puedo escribir sobre la doble relación fan-estrella. Los míos tienen una relación con alguien que creo no ser yo. Cuando las celebridades comienzan a hablar de ellas mismas en tercera persona, creemos que están locas. De hecho, es bastante exacto, ya que hablan de sus personalidades públicas y no de ellas mismas. Comprendo esa distinción, aunque todavía no me expreso de esa forma. Los que se hacen las ilusiones más alocadas son los estadounidenses, porque soy inglés y eso es exótico para ellos. Los fans no me aburren nunca: comprendo muy bien su psicología.

¿Todavía sos un fan?
Voy a ver fútbol sin parar, de ahí mi libro Fiebre en las gradas. Soy fan de escritores y de músicos, pero un fan de espíritu sano. Si un artista hace algunos álbumes que no me gustan, dejo de seguirlo. En mi novela, a Duncan le parece que los discos de su artista preferido son interesantes incluso cuando no le gustan. La vida es muy corta para perder así el tiempo.

En Juliet, desnuda la pareja de Duncan y Annie es fanática de la música: esta obsesión los une al mismo tiempo que les impide cuestionarse íntimamente sobre sus propias vidas, sus deseos, su pareja. ¿Ser fan ayuda a vivir o te arruina la existencia?
Hay mucho esnobismo alrededor del concepto de fan. Si Duncan fuera un universitario y amara a Keats con la misma obsesión, la gente no se lo tomaría mal. Sin embargo, estaría igual de loco ¡pero empleado por el gobierno! Si la obsesión tiene una credibilidad intelectual, pasa. Esos universitarios hacen un buen trabajo de “mensajeros” para la literatura, pero no querrías, sin embargo, vivir con ellos o quedarte en un ascensor en su compañía porque son igual de monomaníacos que Duncan. Personalmente, no confío en las personas que no tienen obsesiones. Entonces: sí, este tipo de obsesión ayuda a vivir, con el riesgo de enceguecerte frente a tu propia vida o respecto de los que te rodean. Annie se da cuenta de repente de que su historia con Duncan no la hace feliz. Es el problema con el tipo de relaciones que no van del todo bien, pero tampoco del todo mal: podés pasar toda tu vida acomodándote porque no hay una verdadera razón para terminar. Me interesaba de Duncan que era muy bueno para analizar la música en sus detalles técnicos, pero a nivel emocional, no puede entenderla.

¿Te inspiraste en alguien para el personaje de Tucker Crowe, el músico del que Duncan es fan?
Me imaginé a Jackson Browne cruzado con Richard Thompson y Alex Chilton…

¿Recordás cuál fue el impulso inicial al empezar a escribir la novela?
Un artículo de Vanity Fair sobre Sly Stone. El texto estaba escrito por un periodista fan que había dedicado mucho tiempo a intentar encontrarlo para un entrevista, en vano. De repente, Stone se le apareció sobre una moto en medio del desierto. Me pareció genial. La idea de que alguien que te parece inalcanzable surja y vaya hacia vos… Como cuando en mi novela Crowe, desaparecido desde mediados de los ochenta, contacta a Annie. Pensaba también en la manera en que Internet cambió las cosas en relación a los artistas. Hace veinte años, uno estaba solo con su obsesión; hoy te podés comunicar con otros y eso alimenta nuestra locura. Por supuesto, quería también escribir sobre la relación entre Duncan y Annie y la toma de conciencia de ella de que su vida, así, no va más.

¿En qué momento elegiste darle al personaje de Annie más importancia que a los otros?
Cuando tuve la idea de que sería su crítica negativa del disco lo que haría reaccionar a Tucker Crowe y no todos los artículos positivos que Duncan había escrito en Internet. Cuando escribe que ese álbum de demos, Juliet, naked, no es tan bueno como el original, Juliet, Crowe se dice que, por fin, alguien comprendió su trabajo. Creo también que la relación entre un fan obsesionado y un artista no suele ser tan interesante. Quería entonces que Duncan estuviera un poco marginado. Y hay algo irónico en el hecho de que estuvo toda su vida obsesionado por Crowe pero que es su mujer quien lo va a encontrar.

Hay algo muy gracioso: si bien sus fans la idealizan, la vida de Crowe está lejos de ser ideal. ¿Querías mostrar esa contradicción?
Cuando escuchás las letras de las canciones, los músicos parecen tener cierta sabiduría, un cierto conocimiento de la vida, o al menos uno quiere creerlo. ¡Y te enterás de que están casados por séptima vez! ¡¿Cómo se puede ser sabio y haberse casado siete veces?! Quería escribir sobre eso…

¿Cuál es el gesto de fan que más te marcó?
Ser fan tiene algo que ver con la fe. La estrella de rock está vista como un santo y lo que toca como una reliquia. Nick Cave hizo una lectura en una librería de Londres y los libreros le permitieron fumar en el interior. Cuando quisieron vaciar el cenicero, ¡no había más colillas! ¡Los fans se las habían llevado!

¿No tenés ese tipo de fetichismo?
No a ese nivel. Pero me encantan los libros firmados por los autores, sobre todo si se murieron hace mucho. Me encantaría tener un Dickens dedicado. Dickens es mi escritor preferido: combinaba tristeza y humor, sabía cómo escribir para la gente y tenía una energía increíble: ¡inventó trece mil personajes!

¿Los contaste?
No, hay un diccionario de todos sus personajes. Lo leí.

¿Y vos cómo hacés para escribir cosas a la vez graciosas y tristes?
Ese tono es el exacto reflejo de lo que soy como persona. Los libros y las películas que prefiero son así: graciosas y desesperadas a la vez.

¿Quién es el escritor que más te enseñó?
Anne Tyler. Tiene una empatía increíble hacia sus personajes y muchos lectores. Me gusta la idea de que mis libros sean leídos; no quiero escribir novelas de las que sólo hablen los escritores, sino libros que le hablen a todo el mundo.

¿Te diste cuenta de que Juliet, desnuda es tu libro más triste?
Sí, y es también lo que siento de mí mismo. Lamentablemente, creo que todo se vuelve cada vez más sombrío a medida que se envejece, los problemas se vuelven más serios. ¿Cuánto verdaderos problemas se tienen a los treinta? A los cincuenta nos afectan más, crecen adentro nuestro. Empezamos también a entender que ya vivimos más de la mitad de nuestra vida.

¿A quién votaste en las últimas elecciones legislativas inglesas en mayo de este año?
Al Partido Laborista. Siempre voté por ese partido. Ahora todos se pelean por ser Tony Blair: los políticos de izquierda intentan hacernos creer que son muy fiables en el plano económico, los de derecha que son más abiertos de lo que uno piensa. La izquierda intenta hacerse pasar por la derecha y a la inversa… De todas formas, en Inglaterra no se vota por los líderes de los partidos, sino por el miembro del parlamento que rige tu municipio. En Londres, vivo en Islington, el representante es laborista y siempre tuvo una gestión irreprochable. Por eso voy a seguir votando por los laboristas. De hecho, elegí vivir en Islington desde que me mudé a Londres porque mi equipo preferido, Arsenal, tiene base ahí y el estadio está justo al lado. //


Juliet, desnuda de Nick Hornby.
Traducción de Jesús Zulaika. Anagrama, Barceklona, 2010, 352 páginas.

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