11/9/04

El hombre de la torre

Por Pablo Lettieri

Eddie era finalmente un hombre feliz. No había llegado a los cuarenta y poseía una carrera sin fisuras. Había logrado ingresar al selecto grupo de los que toman decisiones (o de los que al menos están convencidos de ello). No había sido fácil. No fueron pocos los obstáculos que había tenido que sortear desde el preciso momento en que había tomado la decisión de ser exactamente lo que era ahora: un hombre importante. Eddie recordaba (no se permitía olvidarlo) cuándo había sido ese preciso momento. Fue cuando él tenía tan sólo seis años y su padre estaba abandonando la casa familiar para siempre. Recordaba sobre todo a su madre, suplicando, rogando a su padre que no los dejara. Recordaba el llanto de sus hermanos menores. Recordaba el miedo que sentía. Y la intensa convicción de que la vida nunca más sería así para él. De que todo iba a cambiar. Tenía que cambiar. Por eso Eddie realmente se esforzó. Su ascendencia latina, su origen humilde, el tener que haber competido en el lugar más competitivo del mundo, nada pudo detenerlo en su carrera al éxito.

Ahora tenía un despacho en el piso 102, uno de los más altos de una de las dos torres más altas del mundo. Eddie Eddie era un hombre feliz. Lo había conseguido.

Por eso, cuando el avión se incrustó justo por la mitad de la Torre Sur, la primera de las Twin Towers, Eddie pensó que no iba a permitir que se derrumbara todo lo que tanto le había costado conseguir. Estaba detrás de un negocio importante y nada debía detenerlo. Por eso Eddie alentó a su equipo a seguir trabajando, asegurándoles que estaban a salvo, que lo que demonios fuera que estuviera ocurriendo en la otra torre no les afectaría a ellos.

Fue una decisión equivocada la de Eddie. Tal vez la primera que había tomado en su vida.


Hoy se recuerda el tercer aniversario del atentado a la Torres Gemelas. En la TV escucho que en el lugar, desde entonces denominado “Ground Zero”, construirán una nueva torre. Para el proyecto fue elegido un polémico arquitecto norteamericano de origen polaco, Daniel Libeskind, famoso por sus alegorías. El espacio se llamará “Jardines del Mundo” y la torre, que tendrá forma de espiral, medirá exactamente 541 metros, 1776 pies, igual que el año de la Independencia de los Estados Unidos de América. Otra alegoría: cada 11 de setiembre, entre las 8.46 y las 10.20, el lapso exacto de tiempo entre el impacto en la primera torre y el derrumbe de la segunda, en un mismo punto confluirán los rayos del sol y no habrá lugar para las sombras.

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