Calixto Bieito confiesa que ya no siente que sus montajes promuevan tanto escándalo como en el pasado. Conocido por sus radicales traslaciones de los clásicos, que le han acarreado desde amenazas de muerte hasta violencia física, el “Terminador catalán” (como lo definió alguna vez un crítico alemán) es también el más globalizado de los directores de escena españoles, y el más requerido y premiado por los teatros del mundo. “Debe ser que me estoy volviendo viejo, o que el público se está acostumbrando a mí”, admite esta tarde de finales de noviembre, en el Teatro San Martín. Ha venido por unos pocos días para seleccionar el elenco de su versión de La vida es sueño, que estrenará en julio en la Sala Martín Coronado. El director y réggiseur define al clásico calderoniano como “un cuento filosófico, existencial, casi nihilista sobre la realidad y la ficción, provisto además de una emoción que lo hace casi perfecto. Es puro teatro. Creo que fue Turgueniev quien decía que Segismundo era el Hamlet español, pero yo creo que es mucho más salvaje, brutal, de alguna manera caótico y menos intelectual que el personaje shakespeareano”. Acerca de trabajar con actores argentinos, Calixto Bieito asegura que “tienen una fama bien ganada en Europa por su expresividad y por ser muy pasionales. Y hasta ahora, el texto suena muy bien en argentino. Pienso que esta producción debería verse también en España para que nosotros podamos disfrutar de la riqueza de nuestra lengua”.
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