15/9/11

Entrevista con Raúl Serrano: "Todo el teatro es mentira"


Por Mercedes Méndez
Publicado en TIEMPO ARGENTINO

Las paredes del living de la casa del reconocido director Raúl Serrano están tapadas de libros. El artista que hace diez años fundó una escuela donde aplica su método de actuación que se expandió por toda Latinoamérica, demuestra, con tanta literatura teatral, su necesidad de investigar. Ahora, después de cuatro años sin dirigir espectáculos, presenta en su teatro, Del Artefacto, la obra El viaje de Don Juan, basada en el texto de Molière, uno de sus autores favoritos. Además, habla de sus alumnos y su trabajo como maestro de actores, de sus clases y sobre su participación en política, cuando se presentó como candidato a diputado por la Ciudad en la lista de Daniel Filmus. La historia de un comunista que, por primera vez, se encontró con un gobierno real.
El viaje de Don Juan implica la vuelta de Raúl Serrano con una obra propia, después de años dedicados a la docencia. El director se propuso con esta pieza desechar lo espiritual y concentrarse en el cuerpo. Su Don Juan no busca enamorar mujeres, sino que trata de conquistar a Dios y dice que su espectáculo investiga "las represiones culturales que operan en el cuerpo, que es una mezcla de fisiología y de cultura". "Me interesó mostrar esa contradicción. La cultura es una mediación del cuerpo. Mucha gente vive su cuerpo como una cárcel", explica. 
-¿Cómo definiría a su teatro?
-Me interesa un teatro más acorde con lo humano. Yo considero que todo el teatro es mentira. El actor puede estar en una escena violando a Desdémona y después se va a comer a Pipo. Es lo bueno del teatro. No hay riesgo. El teatro es el único lenguaje artístico que mantiene el aura. El único arte que no se puede reproducir y que, por eso, mantiene su signo distintivo. El teatro es artesanía. No es industria. Expresa la capacidad individual junto con una idea colectiva.
-¿Por eso crece tanto el teatro independiente?
-La Argentina es uno de los países primeros en el mundo en cuanto al desarrollo del teatro. Hay más de 200 salas. ¡Ojo a sentir que afuera es mejor que acá, porque no lo es! En esto somos pioneros. Hay que estar orgullosos con lo que somos, parece que la periferia le está dando varias lecciones al centro. No veo ningún problema en que los artistas generen más teatro del que los espectadores pueden llegar a ver durante un fin de semana. Estamos hablando de gente que trabaja sin plata, que le quieren vencer a la alienación. Es un modelo de trabajo libre, donde no se piensa en términos de mercado, sino de valores. Estamos dando un ejemplo político. Para mí, en el germen de este movimiento de teatro independiente está el anticipo de un nuevo modo de vida social. Una forma de rescatar el nexo entre el individuo y el grupo.
-¿El actual momento político tiene que ver con este nuevo modo de vida social?
-Estoy muy contento con la época política que estamos viviendo. Durante los '90, con el neoliberalismo instalado, el grupo de quienes toda la vida militamos en el Partido Comunista nos sentimos derrotados. Nos preguntamos si nuestra lucha, los ideales por los que habíamos dado la vida, no se habían vuelto una utopía. Pero en 2003, con la aparición de Néstor Kirchner, cambiaron las cosas. Para mí esto es muy importante. A mi edad, significa sentir que no fracasamos. Fue emocionante ver cómo se construía una fuerza política, donde los jóvenes son el motor. Yo creo en el socialismo y, por el momento, todo lo que ha hecho la señora presidenta va en ese sentido. Ahora, si tengo que hablar de mi gobierno ideal, seguro que no lo es, pero lo ideal es ideal porque existe sólo en el pensamiento. Este es mi gobierno real, el que trabaja con las fuerzas que cuenta. Néstor Kirchner y Cristina Fernández nos han dado un ejemplo de acumulación política.

Antes de estrenar El Viaje de Don Juan, Serrano había presentado hace cuatro años en el Centro Cultural de la Cooperación la obra El deseo bajo los olmos. A pesar de tanta experiencia, el director reconoce que con esa pieza no tuvo satisfacciones. "Yo lo estaba estrenando cuando murió mi esposa, Alicia Bruzzo, y tuve una situación extraña con una serie de juicios que me hicieron y no me pude comprometer tanto con la obra. Ese espectáculo lo concebí sólo desde la dirección de actores, pero no desarrollé una metáfora escénica ni nada de eso. Y quedé un poco golpeado después", admite.

-¿Por qué decidiste trabajar con una obra de Molière?
-Hacía mucho tiempo que yo venía madurando un espectáculo del Don Juan de Molière. Esa obra fue una de las más censuradas de la historia. A Molière lo tuvieron que enterrar a las 12 de la noche y sin custodia porque el arzobispo de París prohibió que enterraran al más grande escritor de Francia. Fue justamente por haber escrito Don Juan.
-¿Cómo es tu Don Juan?
-Mi Don Juan no es un conquistador de mujeres, lo que él quiere es conquistar a Dios. Él enfrenta a todas las convenciones de este mundo que ponen límites al cuerpo. Dice que busca a Dios con su pensamiento, con sus sentimientos y con sus tripas. Y plantea: "¿Acaso mis pulsiones no son también obra de Dios?". De esta manera, mucho más que un conquistador de mujeres, él es un provocador. Es un tipo que no está de acuerdo con lo que le ocurre, no está de acuerdo con la sociedad en la que vive, pero no siendo un desfavorecido de la sociedad, sino siendo uno de los usufructuarios, porque él es un noble. No acepta los cánones de la sociedad, se queja de la relación con su padre, se enfrenta con las relaciones laborales, se enfrenta con los prejuicios de la mujer amada. Porque la mujer que ama le dice: "Yo lo amo a usted Don Juan, pero no como usted piensa, yo lo amo con el alma." Y él se queja, dice que eso no puede ser, que no se puede amar desde tan alto. "Usted vive su cuerpo como una cárcel señora, y yo busco otra cosa", dice él. Entonces mi Don Juan emprende un viaje, donde el cuerpo entra en distintas relaciones con distintos problemas de la vida.
-¿Y por qué se focaliza tanto en el cuerpo?
-En primer lugar, me parece una reivindicación filosófica política: todos los Derechos Humanos son derechos del espíritu, del pensamiento. Porque en la realidad, no hay ninguna ley que se dedique a asegurar los cuerpos. Por ejemplo, pese a que la Constitución Argentina dice que todo ciudadano tiene derecho al trabajo, a la propiedad, a la salud. En la práctica, son una minoría los que tienen casa o trabajo. Yo no quiero poner el acento en los problemas espirituales, sino en el cuerpo como algo inseparable de todos esos derechos. Además, el cuerpo es la herramienta, desde el punto de vista técnico, de nuestra técnica. Hasta no hace mucho la metodología del actor estaba puesta sobre las acciones físicas, que era una herramienta del tipo racional instrumental. Con el tiempo, nos fuimos dando cuenta que eso era una especie de racionalización de la técnica y entendimos que la verdadera herramienta era el cuerpo.
-¿Cómo se aborda el cuerpo desde su técnica?
-El cuerpo puede ser abordado desde muy distintas perspectivas. El cuerpo del ser humano no es pura naturaleza, a diferencia del cuerpo de los animales, que puede ser explicado desde la pura fisiología y la pura zoología. El cuerpo humano es una mezcla de fisiología y de cultura. Nosotros no tenemos un cuerpo que no implique la cultura. Una de las normas que respeta todo ser humano civilizado es, por ejemplo, la ley contra el incesto. Y es una ley absolutamente cultural y sin embargo está tan enraizada en nosotros, que no percibimos que es cultural.


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