30/9/09

Los Fratellini


"Je suis un vieux clown, le plus clown français, et que l'on me traite de paillase,
de baladin ou de grotesque, rien ne saurait me faire davantage de plaisir.
car j'ai mon métie dans le sang, l'odeur de la piste m'attire comme le picotin attire le cheval".


Entre las numerosas publicaciones dedicadas a Los Fratellini se destaca el libro escrito por uno de ellos, Albert, el más payaso de los hermanos, el augusto de maquillaje grotesco y zapatos enormes. Nous, les Fratellini tuvo gran aceptación en su época y se realizaron numerosas ediciones por lo que hoy no es demasiado difícil hacerse con un ejemplar. Los tres mosqueteros del circo, los hermanos Fratellini, fueron los reyes de la pista durante muchos años. Uno de ellos nos cuenta su gran aventura.


Nous, les Fratellini
Albert Fratellini. Bernard Grasset Editeur, París, 1955.

23/9/09

Una ópera entre confiterías y gift shops


Por Alejandro Cruz
Publicado en LA NACION


En el nuevo plan de obra para el Teatro Colón, donde estaban los camarines -con muebles de cedro, estantes de mármol y espejos, que sacaron con destino incierto- funcionará una confitería. Y si, antes, estos camarines en los que los bailarines cambiaban su vestuario en minutos estaban a un piso del escenario, pasarán del segundo nivel al tercer subsuelo. Allí funcionaban la peluquería, el taller de mecánica escénica y el depósito de fotofilmación. Muchos de esos talleres tienen destino incierto.
En el nuevo Colón, habrá dos nuevas confiterías (una de ellas estará en la terraza), cuatro salas vip, dos nuevos gift shops (tiendas de recuerdos) y salas de conferencias y exposiciones en donde, hasta hacía poco, había talleres, salas de ensayos y gente que le daba vida a esta verdadera fábrica. Una usina cultural que, bajo esta nueva óptica, se perfila más como una sala receptora de producciones para ser visitada por turistas.
Estos detalles, y muchos más, se desprenden de los planos y las informaciones obtenidas del mismo riñón de los encargados de la obra de infraestructura que, según se ilusiona el jefe de gobierno, piensa inaugurar el 25 de Mayo del Bicentenario. Mucha de esta información ya estaba bosquejada en la propuesta oficial que los encargados del trabajo compartieron hacía dos meses con algunos medios y que, con el paso del tiempo, todo indica que fue tomando forma.
En una información interna firmada por Sonia Terreno (ex encargada del Master Plan en tiempos de las gestiones de Ibarra y de Telerman, que sigue en función bajo la administración de Mauricio Macri) deja en claro que "se trabaja sobre los planes pedidos por el director ejecutivo" Martín Boschet, el mismo que perdió su puesto a partir del acto de las zapatillas Converse realizado en el CETC del cual, primero, había dicho que no sabía nada hasta que, en esta misma sección, se publicó un memo con su firma que comprobaba lo contrario. Los trabajadores del Colón también lo señalan como el ideólogo del nuevo plan maestro. Y vale recordar que cuando los directivos del nuevo plan maestro hicieron la presentación oficial de esta nueva versión dijeron seguir las indicaciones de Horacio Sanguinetti, el número uno del Colón. Sea uno u otro, el nuevo Colón parece llevar sus firmas.
La semana pasada, en una entrevista realizada por este cronista a Sanguinetti, el funcionario comentó que ya había hablado con los encargados de la obra y que les había dicho que quería la sala principal abierta para octubre del año próximo. Queda saber esa sala a qué tipo de teatro responde, si es posible realizar semejante trabajo en tan poco tiempo y qué costos tendría tal intervención desde la perspectiva del cuidado de un edificio con valor patrimonial.
Después de varios meses, durante los cuales la obra estuvo paralizada, a principios de septiembre, el Ministerio de Desarrollo Urbano, encargado político y técnico de la obra, y Syasa, la empresa encargada del gerenciamiento, hicieron su primera (y única) presentación ante la prensa. Allí dieron las pistas de los planes que fueron definiendo a lo largo de este tiempo. Informaron, entre otras cosas, que el nuevo costo de la obra será de 280 millones de pesos. Y detallaron, por ejemplo, que para este mes estarían trabajando unas 300 personas entre operarios y profesionales. Desde dentro de la sala, desmienten tal movimiento. Consultado Syasa, al cierre de esta nota no hubo respuesta. Desde el gobierno, el responsable político de esta nueva versión del Master Plan es el ministro Daniel Chain a quien varias veces se intentó entrevistar, pero siempre hubo respuestas negativas (la última vez, a mediados de esta semana, se dijo que el funcionario no estaba en el país).
Preocupado por la situación que se vive en el Colón y por el futuro de un edificio de inobjetable valor internacional, los trabajadores levantaron la voz. Muchos de ellos son indudables profesionales en lo suyo. Otros, artesanos de oficios en extinción. Sin embargo, según aseguran, nunca nadie se les acercó para pedirles opinión o consejo sobre las características de su oficio para saber qué espacio diseñar.
El martes de la semana pasada intentaron participar de la reunión que iban a tener los encargados de la obra con la Comisión Nacional de Monumentos Históricos, con quienes deberían acordar los trabajos de conservación de los edificios catalogados y los responsables de semejante tarea. Fue imposible. Sin embargo, dos días después, fueron atendidos por integrantes de la Comisión Nacional para explicar la preocupación sobre los trabajos que, aseguran, ponen en riesgo la integridad del patrimonio. A dicha reunión asistieron unos 60 trabajadores.
El arquitecto Fabio Grementieri, especialista en preservación urbana, es asesor ad honórem de los trabajadores y de la Comisión de Defensa del Teatro Colón. "Pedimos incluir en la protección y tutela todo tipo de acervo, como mobiliario, obras de arte, colecciones bibliográficas, de instrumentos, de escenografías, de vestuarios y registros de imagen y sonido", dice. Consultado el arquitecto Martín Repetto, quien preside dicha comisión, apunta: "El planteo de proteger otros aspectos del Teatro nos parece interesante y lo vamos a poner rápidamente en estudio porque todo hace al patrimonio del Colón. Contender y contenido van de la mano. Por eso les pedimos a los trabajadores que nos hagan la solicitud por escrito para estudiar el tema". O sea, varios de los objetos que actualmente están apilados en un galpón del gobierno con goteras (como se ve en las fotos) podrían ser declarados parte del Patrimonio Histórico Nacional.
Según los planos arquitectónicos elaborados por los técnicos, muchos talleres o desaparecerían, o serían reubicados en otros espacios del edificio, o todavía no tienen asignados un nuevo lugar. No es exactamente lo que dice la ley de autarquía del Colón. "La norma dice que los talleres deben funcionar en los lugares históricos. Eso lo tenemos que hacer valer", apunta la diputada de Coalición Cívica Teresa Anchorena, también miembro de la Comisión Nacional de Monumentos Históricos. En la norma aprobada el 7 de octubre, en su artículo tercero se lee: "Producir bienes y servicios en talleres existentes en la sede histórica, con el objeto de ser destinados a los espectáculos realizados por el Teatro".
Uno de los espacios todavía no reubicados es la biblioteca del Colón, que posee material valiosísimo. José Miguel Onaindia es el presidente de la Asociación Amigos de dicha biblioteca. "Voy a pedir ya mismo una reunión con Sanguinetti porque todo parece indicar que la biblioteca no tiene lugar asignado y porque nos ha llegado información de que se ha perdido parte de su patrimonio", sostuvo el ex director del Incaa luego de una reunión que el jueves pasado mantuvo con los integrantes de la asociación. ¿Teatro fábrica?
Como telón de fondo, lo que parece estar en juego en todo esto es el tipo de teatro que imagina el macrismo. "De un primer análisis del actual programa de necesidades -dice un informe redactado por los trabajadores- surge la convicción de que éste no sólo plantea una nueva y aún más agresiva intervención en el patrimonio edilicio del Colón, sino que fruto de la misma, se implementará un modelo de teatro que significará la destrucción del actual sistema de producción propia reduciéndolo a su mínima expresión y alterando para siempre la funcionalidad histórica de nuestro Primer Coliseo, transformándolo en una sala de alquiler para todo tipo de eventos." Por eso, solicitan a la Comisión Nacional Monumentos y a la Comisión de Presupuesto de la legislatura porteña el rechazo total a los cambios previstos y piden que se los incluya en el proceso de tomas de decisiones.
Cuando la semana pasada LA NACION entrevistó a Sanguinetti, inevitablemente salió el tema de las obras de infraestructura. Al hablar de las críticas que recibe su gestión, apuntó: "Mi vida ha estado vinculada al Colón de una manera extraordinaria. No he venido a destruirlo. Desde luego, hago lo que puedo...".

22/9/09

Beckett por Brook


Por Peter Brook

Beckett era un perfeccionista, pero ¿puede alguien ser un perfeccionista sin ser capaz de intuir antes la perfección? Hoy, con el paso del tiempo, vemos cuán falsas eran las etiquetas sobre Beckett: desesperanzador, negativo, pesimista. Desde luego, se adentra en el oscuro abismo de la existencia humana. Su humor le salva y nos salva de la caída, rechaza las teorías, los dogmas que ofrecen consuelos beatos, aunque su vida fue una constante búsqueda de significado.
Sitúa a los seres humanos en la oscuridad, tal y como los conoció. Constantemente miran a través de las ventanas, dentro de ellos mismos, en los otros, en lo que hay fuera, en lo que está por encima, en lo inconmensurable de lo desconocido. Él comparte sus incertidumbres, su dolor. Pero, una vez descubierto, el teatro se convirtió en una posibilidad de procurar unidad, una unidad en la que la imagen, el sonido, el movimiento, el ritmo, la respiración y el silencio se conjugan en una única virtud. Esta era la despiadada exigencia a la que se sometió a sí mismo, una inalcanzable meta que alimentaba su necesidad de perfección. Así, se adentra en el poco transitado camino que une la tragedia griega, Shakespeare y el teatro contemporáneo, en una inflexible celebración de alguien que mira la verdad frente a frente, desconocida, terrible, sorprendente…

20/9/09

Cría Cobos


Por Horacio Verbitsky
Publicado en PAGINA 12

Durante su desempeño como gobernador de Mendoza el vicepresidente Julio Cobos favoreció grandes negocios de los principales grupos de medios del país, que le retribuyen con generosidad, presentándolo como una alternativa política al gobierno nacional, dentro de dos años o ya mismo, según se desarrollen los acontecimientos. Ése es el sentido de su hiperactividad en asuntos que nunca se asociaron con la vicepresidencia, que ha conseguido irritar tanto al gobierno como a otras fuerzas de la oposición. Sus encuentros con el diputado de Unión-Pro Francisco De Narváez y con la conducción del Grupo Clarín tienen una faz pública y una cara oculta, que se develan en esta nota.
Estas relaciones especiales de Cobos abarcan tanto al grupo América, al que lo acercó su asesor Leopoldo Moreau, como a Clarín. Además de medios, el trío Vila-Manzano-De Narváez opera servicios públicos y áreas petroleras en Mendoza, donde Clarín posee el principal diario, fundado hace 126 años. El envío al Congreso del proyecto de ley de Servicios de Comunicación Audiovisual recalentó esas conexiones.


VILA-MANZANO-DE NARVÁEZ
En julio de 2006 un fuerte viento Zonda provocó graves daños, entre ellos la caída del servicio eléctrico de la empresa del grupo, EDEMSA, que dejó sin luz a 50.000 personas en el Gran Mendoza por más de 72 horas. El Ente Regulador que dirigía Mario de Casas, le impuso a una multa de por lo menos dos millones de pesos, además de las compensaciones que debería pagar a los damnificados. Cobos lo desautorizó: “No me interesa que el EPRE aplique multas, sino que en situaciones de fuerza mayor ayude a las empresas a restablecer el servicio”, dijo. Agregó “que EDEMSA se puso inmediatamente a disposición y estoy muy conforme con la forma en que ha trabajado”. Pero el ente regulador insistió y Cobos se llamó a silencio al percibir el fastidio social con la falta de servicio.
Cobos y su ministra de Economía, Laura Montero, licitaron once áreas petroleras. La oferta más alta, por 76 millones de dólares, fue presentada por una UTE que encabezó Oxipetrol. Las ofertas siguientes, ambas por 55 millones de dólares correspondieron a empresas del trío ManzanoVilaDe Narváez y del empresario patagónico Cristóbal López. Pero Cobos anuló la licitación. En la segunda convocatoria, ya con la oferta de Oxipetrol conocida, Manzano y López mejoraron las suyas y resultaron los principales adjudicatarios. La inversora en negocios energéticos de Manzano y los Vila, Ketsal, fue la única que ofertó por las once áreas. En asociación con Kilwer obtuvo la principal (Chachahuén, por 126,7 millones de dólares) y por otros 62 millones las áreas Ñacuñán, Pampa del Cebo, Zampal Oeste, San Rafael, Malargüe y El Coirón I y II. Oil M&S, de Cristóbal López, se quedó con el área del Río Diamante, por 66 millones de dólares.
La legislatura cuyana sancionó una ley de marco regulatorio de servicios públicos que el grupo resistía. Manzano dijo que no había que preocuparse demasiado porque podía arreglarse en el decreto reglamentario. Consiguió más que eso: Cobos nunca reglamentó la ley.


CLARÍN EN LOS ANDES
José Luis Manzano era el ministro político cuando el presidente Carlos Menem decidió privatizar YPF. Para amortiguar la fuerte oposición que provocaba en el peronismo, le aconsejó que transara con las provincias hidrocarburíferas los juicios por regalías mal liquidadas. Mendoza recibió 617 millones de dólares en Bonos de Consolidación. Ese fue también el origen de los célebres fondos de Santa Cruz, que el gobernador Néstor Kirchner depositó en el exterior. En Mendoza, el gobernador Rodolfo Gabrielli creó el Fondo de Financiamiento de Inversiones Públicas y Privadas para la Transformación y el Crecimiento (FTYC), que comenzó a operar en 1994. El objetivo principal declarado por el Fondo en su página institucional es “brindar asistencia crediticia a las pequeñas y medianas empresas” y apoyar proyectos de desarrollo ganadero, agroindustriales, mineros y de colocación de malla antigranizo para zonas cultivadas. La línea destinada al sector industrial contempla préstamos para adquirir “maquinaria nueva”. El monto financiable es de 200 mil pesos, que aumenta a 300.000 si la mitad de las máquinas son producidas en Mendoza. La tasa para esa línea es la mitad de la ya subsidiada del Banco Nación, se paga a cinco años, y sin gracia.
Sin embargo Cobos usó ese fondo para prestar 11,6 millones de pesos al Grupo Clarín que quería importar una rotativa con muchos años de uso, fabricada en Alemania. Desde su constitución el FTYC prestó 570 millones de pesos a más de 5.000 empresas, a un promedio de 114.000 pesos por crédito. Clarín recibió cien veces más, superó en 58 veces el tope de los 200.000 pesos, importó una máquina alemana desde Estados Unidos y obtuvo además un año de gracia antes de comenzar el pago. Es comprensible que ambos grupos mediáticos consideren a Cobos un estadista notable, llamado a poner límites a la barbarie de lo que Laura Montero llamó “la tiranía” de Kirchner. Por eso lo adoban como presidenciable. Ya llegará el turno de hacerle sentir los instrumentos de trinchar.


TIPOS DE SUERTE
Cobos asistió junto con los directivos de Clarín a la puesta en marcha de la rotativa. Era director ejecutivo de ese fondo provincial el ahora secretario administrativo del Senado, el contador Jorge Tieppo, procesado por el otorgamiento irregular de otros créditos. Los préstamos por más de dos millones de pesos deben ser aprobados por la Administradora Provincial del Fondo, un órgano colegiado autárquico que integran tres ministros y depende en forma directa del gobernador, que es la autoridad de aplicación. En el momento del préstamo a Clarín lo integraba Laura Montero, en el presente diputada nacional y senadora electa. Tanto Tieppo como Montero tienen una relación íntima con Cobos. La rotativa fue instalada en la zona industrial de Guaymallén e imprime en media hora los 30.000 ejemplares del diario Los Andes, fundado en 1883 en Mendoza por Adolfo Calle. Sus descendientes sólo retienen el 20 por ciento del paquete accionario. El 80 por ciento restante es del Grupo Clarín, que llegó a ese porcentaje luego de comprar la parte de La Nación, con la que sigue asociado en Expoagro. El 27 de noviembre de 2008, cuatro meses después del voto contra la resolución 125, a partir del cual Clarín y América lo elevaron a la categoría de prócer llamado a grandes destinos, Cobos cortó las cintas y oprimió el botón de arranque de la nueva rotativa que había financiado, de 1.200 toneladas de peso y 1.500 caballos de fuerza. A la ceremonia asistieron las máximas autoridades del Grupo Clarín. La máquina de cinco niveles KBA Commander 70, fabricada hace un cuarto de siglo por la empresa alemana Koenig & Bauer, fue adquirida al diario Daily Herald, de Chicago. La mole, operada a control remoto, fue instalada en una nave de 18 metros de alto por 60 de largo. El Daily Herald la usó hasta 2003. Clarín la compró en 2005 y la desarmó durante tres meses, entre abril y julio de 2006, para cargarla en 74 contenedores que fueron por carretera hasta Nueva York y en barco por los océanos Atlántico y Pacífico hasta Valparaíso, desde donde siguieron por tierra hasta Mendoza. En un recuadro titulado El financiamiento, el diario Los Andes informó el 18 de marzo de 2007 que la inversión total fue de 17,87 millones de pesos, de los cuales 11,6 fueron prestados por el FTYC, a devolver en cuatro años, con uno de gracia, en 16 cuotas trimestrales y a tasa subsidiada. El 28 de noviembre, al anunciar que ofrecería más color y mejor calidad dijo que “parece un proceso mágico”. Cobos sostuvo que Los Andes era una institución más que una empresa. El intendente de la capital mendocina, Víctor Fayad, dijo que el vicepresidente electo era “un tipo de suerte. Siempre está en el lugar y el momento justos” y contó que en la inauguración de un casino Cobos dijo que le gustaría que salieran el 25 y el 26. Esos fueron los números en los que se detuvieron las dos primeras bolas de la noche.

MALVERSACIÓN E INCUMPLIMIENTO
Hace tres semanas la fiscal especial de delitos complejos de Mendoza Claudia Ríos elevó a juicio por malversación de caudales públicos e incumplimiento de sus deberes funcionales una causa contra el contador Tieppo. La inició el Tribunal de Cuentas cuando detectó que había otorgado créditos para comprar autos particulares a varios de sus empleados en el Fondo, que no contempla esa línea personal. Según la prensa mendocina, Cobos analizó la posibilidad de removerlo, pero no lo hizo porque en ese caso no podría impedir que la mayoría oficialista en el Senado designara al sucesor. Como director administrativo, Tieppo maneja un presupuesto de 362 millones de pesos. Además otorga subsidios y becas, aunque el decreto reglamentario sostiene que sólo pueden hacerlo los senadores. Tieppo y Montero también fueron acusados por el otorgamiento de un crédito de 8,7 millones de pesos a una empresa de transporte que estaba en convocatoria de acreedores y muy endeudada con el Estado provincial, y otros cinco a productores de mosto que se declararon en cesación de pagos. La transportista El Cacique ofreció como garantía los microbuses a comprar con ese dinero. En su fallo 15.012 emitido en diciembre de 2007 el Tribunal de Cuentas provincial condenó a Tieppo y Montero a pagar una multa, y estableció que si el crédito quedaba impago deberían responder con su patrimonio personal, porque la opción de embargar los vehículos sólo perjudicaría a los pasajeros. Según el matutino porteño La Nación fue el entonces jefe de gabinete Alberto Fernández quien convenció a Cobos de que mantuviera a Tieppo porque de otro modo el kirchnerismo designaría al sucesor. El vicepresidente devenido en líder opositor perdería el control de su principal fuente de recursos. Clarín tituló que “Cobos busca retener a su hombre de máxima confianza”.

VOCACIÓN DE PODER
Cuando este gobierno termine, la ley audiovisual lo sobrevivirá. La reclamó una amplísima coalición social y permitirá mayor pluralidad de voces en un mercado de excesiva concentración. Dada la flexibilidad de la presidente CFK, que admitió cambios en todos los artículos antes y durante el tratamiento parlamentario, la oposición de centroizquierda pudo poner en práctica la propuesta de Martín Sabbatella de consolidar el piso de lo avanzado en estos años pero levantar el techo, y por una vez no fue testimonial, salvo algún narcisista solitario. Es útil calcular la magnitud de estos alineamientos con la nueva conformación del Congreso. Para llegar a los 147 votos en la Cámara de Diputados, el Frente para la Victoria sumó a sus 105 remanentes, otros 42 del Partido Socialista, Solidaridad e Igualdad, la Concertación, Frente Cívico por Santiago, Encuentro Popular y Social y Buenos Aires para Todos en Proyecto Sur. Después del 10 de diciembre, el gobierno conservaría 83 diputados propios y sus potenciales aliados otros 41. En vez de 147 serían 124, cinco menos que el quórum, contra los 133 que sumaría la oposición. Ahora el oficialismo puede llegar en el Senado hasta 44 votos, entre propios y posibles aliados, frente a 28 seguros de la oposición. Esto por supuesto es variable, según las leyes que se traten y en el caso de las retenciones móviles se produjo el famoso empate en 36. Con el parlamento renovado la cuenta se reduciría a 40/32 (los cuadros completos de cada Cámara se publican en la edición electrónica). Esto, sumado al posible veto presidencial, que la oposición carecerá de votos para rechazar, define una situación de menor debilidad oficial a la que desearía el obstinado frente del rechazo. La oposición de centro-derecha (radicales, peronistas minoritarios, libertadores y PROs), prefirió no incidir en lo sancionado sino preconstituir presuntas nulidades de las que Clarín y América puedan servirse para impugnar la ley en los tribunales. La táctica de dilatar para que no se supere la ley de Videla (que sólo Menem pudo redefinir porque cedió todo lo que le pedían), sugiere escasa vocación de poder por parte de esa oposición. Si pensara que pronto puede llegar al gobierno hubiera apoyado este proyecto, imprescindible para el sistema democrático, porque redimensiona un poder supraconstitucional que siempre lo condicionó en defensa de intereses, propios y del sector económico que representa.

AL PALACIO DE JUSTICIA
Apenas horas después de la media sanción a la nueva ley audiovisual el juzgado contencioso administrativo federal 2 aceptó el amparo que le permitirá al Grupo Clarín continuar con la fusión de Multicanal y Cablevisión pese a la orden en contrario del COMFER. El juez Esteban Carlos Furnari fue propuesto en mayo de este año por la presidente CFK pese a que ocupó el cuarto puesto en el concurso para proveer la vacante. El Senado le dio el acuerdo el 5 de agosto y el 18 el Poder Ejecutivo firmó el decreto de designación en ese tribunal crítico. Una versión rosada diría que esto ridiculiza los cuestionamientos al gobierno y al Consejo de la Magistratura. Pero también hay lecturas más escépticas. Furnari era secretario de la sala V de la Cámara en este fuero donde se tratan las cuestiones económicas, tarifarias y de regulación que interesan al Estado y a las grandes empresas. Cuando el titular del juzgado 2, Sergio Fernández, fue ascendido a camarista y la subrogante designada por el Consejo de la Magistratura también se alejó invocando razones de salud, el Consejo designó a Furnari como subrogante. El procedimiento produjo un escándalo en el fuero, porque Furnari no figuró en la terna elevada por los camaristas Bernardo Licht, Marta Herrero, Néstor Buján, Pedro Coviello, Jorge Demarco, Luis Otero, Guillermo Galli y Alejandro Uslenghi. Sin embargo, el Consejo lo eligió, sin fundamentar la razón, invocando la original figura de la “terna de minoría”, propuesta por los camaristas Pablo Gallegos Freddiani, Jorge Argento, Carlos Grecco, Jorge Morán y el infaltable Sergio Fernández, donde sí estaba. Varios amparos judiciales se opusieron a su designación, uno de ellos de Poder Ciudadano. La sala de Sergio Fernández lo rechazó. En la secretaría de la sala V, Furnari sucedió a Claudio Fernández, hermano de Sergio. Claudio Fernández debió renunciar en 1997 cuando la empresa energética por entonces chilena Central Puerto denunció que un abogado íntimo amigo del secretario le había pedido dos millones de dólares para resolver a su favor un expediente. El entonces juez Gabriel Cavallo procesó a Claudio Fernández por entender que le había pasado los datos del expediente al extorsionador. El tercer hermano es Javier Fernández, director de la Auditoria General de la Nación. Los hermanos tuvieron estrecha relación con el ex ministro y juez Rodolfo Barra y hoy son los principales operadores de la SIDE en el Poder Judicial. Con el pretexto de ayudar al gobierno en los temas críticos han construido una base de poder propia, más duradera que cualquier administración. Este episodio demuestra mejor que cualquier discurso que cuando los bienes intangibles salen a subasta en el mercado, siempre hay alguien capaz de mejorar la oferta. También por esa razón utilitaria, no hay nada más conveniente que elegir magistrados capaces e íntegros.

19/9/09

Tristeza

¿Ustedes vieron caer la noche, desde un ómnibus, a un lado y a otro de la Ruta 9?
Entonces conocen la tristeza.

Andrés Rivera
El verdugo en el umbral

16/9/09

¿Se puede o no?

Por Eduardo Aliverti
Publicado en PAGINA 12

Suele ocurrir que cuanto más difícil resulta entender un episodio o problema, de cualquier índole, la respuesta adecuada sea la más sencilla. Lo complicado es que la elementalidad del diagnóstico suponga facilidad de solución. Una vez más, aquello de que lo difícil no es explicar la realidad sino modificarla.
Hay la lamentable sensación de que el insólito operativo en el Grupo Clarín concluyó por empiojar el debate sobre la ley de medios audiovisuales. Hablar de “debate” es en realidad demasiado pretencioso, porque esa palabra debería remitir a cierto piso de estatura profesional en la observación del objeto de estudio. Y lo que rige hasta ahora, por parte de los núcleos de poder que cuestionan el proyecto, es simplemente una crítica feroz apoyada en denuncias políticas que no logran justificar técnicamente. Una campaña salvaje, motorizada por la inquietud corporativa frente a los negocios formidables que se ven afectados, no es un debate. Es una disputa de correlación de fuerzas. Este punto es imprescindible para encuadrar lo sucedido la semana pasada. Y después, para resignificarlo de acuerdo con lo que hay en juego. Está clarísimo que Clarín es el principal beneficiado por esa asombrosa requisa impositiva, para cuya inoportunidad política no alcanzaría calificativo alguno. Aun cuando se contemplen los niveles de arrebato y ensimismamiento de que hacen gala los Kirchner, pensar que pudieron haber ordenado una cosa así, o que un descerebrado obró por las suyas bajo simple ignorancia del titular del organismo oficial, es afrentar al sentido común. Fuentes muy directas, de acceso presencial a lo que se vivió en Olivos el jueves a la noche, ya informaban de una maniobra de servicios de inteligencia en o desde las segundas líneas de la AFIP. Y después, un peine ¿complementario? de esa inferencia derivó en que se hablara de una pantomima financiada presuntamente desde fuera del organismo, aunque todavía sin clarificar ni la fuente de financiación ni el origen del despampanante poder demostrado. Le hicieron al Gobierno una cama de aquéllas, pero, muy lejos de atenuar la responsabilidad de los K, la agrava. Meterse sin más red que la confianza en sí mismos en una guerra de este tamaño, mucha más violenta que la del “campo” porque hay en danza el poder multimediático, es una irresponsabilidad enorme. Hace siete días, esta columna recaía en la pregunta de si el oficialismo tiene espaldas de amplitud y movilización para enfrentar a contendientes semejantes, así sean circunstanciales. Y frente a esta grosería de un batallón de inspectores en el corazón del bando contrario, sirviéndole en bandeja la victimización, cabe preguntarse cómo es posible que se les escape la tortuga de los servicios. Ya sea porque fue ahí desde donde se maniobró, o bien porque no supieron prevenir una jugada en la que intervino más de un centenar de personas. Hay aspectos incontrolables incluso calculándolos, como el vice Cobos usando su despacho para juntar a toda la oposición contra el proyecto. Una actitud repugnante, digna de un inmoral, elegido por las corporaciones de “prensa” como el candidato casi perfecto si no fuera por las reminiscencias delarruistas que porta. Eso no puede evitarse y desde una mirada especulativa hasta puede verse como favorable, porque sirve para ratificar y exponer a la tropa que se enfrenta. Pero la desidia a propósito de las maniobras serviciales es imperdonable. Que los hayan operado en esta forma habla pestes de cuánto hay en el kirchnerismo de muñeca política y capacidad de imprevisión.
¿Qué esperaban al encajarse, por las razones que fueran, contra los negocios de quienes conducen, virtualmente, la información y la agenda opinativa del país? Les sacaron el fútbol, les niegan la fusión del cable, les meten la norma japonesa para digitalizar y largan un proyecto de ley que les reduce al 35 por ciento la penetración de mercado. ¿Una batería así y descuidaron la SIDE? Nadie está exento de sufrir operaciones. Pero vaya con la diferencia entre no poder eludirlas por descuidos o yerros tácticos y carecer de una estrategia global. En esto último se incluye la mala, pésima, comunicación gubernamental para explicar con eficiencia las características de un proyecto sobre medios que ha sido una construcción mucho más vasta que la de oficinas oficialistas. Gente que lleva años trabajando en esto. Que tiene livianas o profundas diferencias con los K o con sus modos, pero que sabe separar lo principal de lo secundario. Gente que sabe entender a la mediática como la más decisoria de las estrategias en el engranaje de poder. No se puede rifar tanto trabajo dejando flotar el recelo de que ésta es nada más que una guerra contra Clarín. La incluye, desde ya, como abarca también a otros sectores a los que ese y otros medios sirven de parlante. Pero no puede acabar ahí. Hay que informar infinitamente mejor. Hay que desnudar las mentiras esparcidas por los afectados o los pusilánimes, a diestra y siniestra. Porque mienten cuando dicen que el Estado se quedará con todo, mienten cuando afirman que se pueden quitar las licencias cada dos años, mienten cuando no dan cuenta de que ningún país del mundo “serio” –como dicen ellos– permite una concentración de medios como la Argentina. Mienten, pero el Gobierno no sabe comunicar que mienten. Su política de información pasa más por marketineo fraseológico que por data concreta. Están sujetos al arbitrio de las peleas solitarias que libran algunos pocos entendidos, y otros pocos analistas sueltos, contra la maquinaria infernal de goteo permanente, incansable, taladrante, de grupos mediáticos y socios ideológicos. Quitarles el fútbol fue poco menos que terminal para su estructura de ingresos, y algunos aspectos azarosos hicieron que los nervios terminaran de estallar. Si la Selección Argentina de fútbol no se clasifica al Mundial, la pérdida de publicidad será un mazazo rematador en sus proyecciones de ingresos. ¿O alguien piensa seriamente que estamos hablando de libertad de prensa?
Es momento entonces de volver al principio. A la sencillez de lo complejo. Con esta ley se mide eso que la derecha llama “calidad de las instituciones”, y que sirve para saber cuánto las instituciones responden a la derecha. La batalla con los campestres fue un gran primer round que ganaron éstos, al convencer a las capas medias –con la ayuda de los horrores procedimentales del Gobierno– de que debían hacer propio el discurso de las patotas agrarias. Y ahora hay ésta, la más grande, que verificará si es posible (comenzar a) avanzar contra los cíclopes mediáticos dueños del mensaje. Si no hay tenida eficaz con ellos, no la habrá contra ningún factor de poder. Lo que pase con esta ley constatará la auténtica valentía de nuestra democracia. Porque la suerte de este proyecto mide, quizá como nunca, lo que se puede y lo que no en este país.

11/9/09

La verdadera muerte de un presidente

Por Gabriel García Márquez

A la hora de la batalla final, con el país a merced de las fuerzas desencadenadas de la subversión, Salvador Allende continuó aferrado a la legalidad.
La contradicción más dramática de su vida fue ser al mismo tiempo, enemigo congénito de la violencia y revolucionario apasionado, y él creía haberla resuelto con la hipótesis de que las condiciones de Chile permitían una evolución pacífica hacia el socialismo dentro de la legalidad burguesa.
La experiencia le enseñó demasiado tarde que no se puede cambiar un sistema desde el gobierno, sino desde el poder.
Esa comprobación tardía debió ser la fuerza que lo impulsó a resistir hasta la muerte en los escombros en llamas de una casa que ni siquiera era la suya, una mansión sombría que un arquitecto italiano construyó para fábrica de dinero y terminó convertida en el refugio de un Presidente sin poder.
Resistió durante seis horas con una metralleta que le había regalado Fidel Castro y que fue la primera arma de fuego que Salvador Allende disparó jamás.
El periodista Augusto Olivares que resistió a su lado hasta el final, fue herido varias veces y murió desangrándose en la asistencia pública.
Hacia las cuatro de la tarde el general de división Javier Palacios, logró llegar hasta el segundo piso, con su ayudante el capitán Gallardo y un grupo de oficiales. Allí entre las falsas poltronas Luis XV y los floreros de Dragones Chinos y los cuadros de Rugendas del salón rojo, Salvador Allende los estaba esperando. Llevaba en la cabeza un casco de minero y estaba en mangas de camisa, sin corbata y con la ropa sucia de sangre. Tenía la metralleta en la mano.
Allende conocía al general Palacios. Pocos días antes le había dicho a Augusto Olivares que aquel era un hombre peligroso, que mantenía contactos estrechos con la Embajada de los EE.UU. Tan pronto como lo vio aparecer en la escalera, Allende le gritó: "Traidor", y lo hirió en la mano.
Allende murió en un intercambio de disparos con esa patrulla. Luego todos los oficiales en un rito de casta, dispararon sobre el cuerpo. Por último un oficial le destrozó la cara con la culata del fusil.
La foto existe: la hizo el fotógrafo Juan Enrique Lira, del periódico El Mercurio, el único a quien se permitió retratar el cadáver. Estaba tan desfigurado, que la Sra. Hortensia Allende, su esposa, le mostraron el cuerpo en el ataúd, pero no permitieron que le descubriera la cara.
Había cumplido 64 en el julio anterior y era un Leo perfecto: tenaz, decidido e imprevisible.
Lo que piensa Allende sólo lo sabe Allende, me había dicho uno de sus ministros. Amaba la vida, amaba las flores y los perros, y era de una galantería un poco a la antigua, con esquela perfumadas y encuentros furtivos.
Su virtud mayor fue la consecuencia, pero el destino le deparó la rara y trágica grandeza de morir defendiendo a bala el mamarracho anacrónico del derecho burgués, defendiendo una Corte Suprema de Justicia que lo había repudiado y había de legitimar a sus asesinos, defendiendo un Congreso miserable que lo había declarado ilegítimo pero que había de sucumbir complacido ante la voluntad de los usurpadores, defendiendo la voluntad de los partidos de la oposición que habían vendido su alma al fascismo, defendiendo toda la parafernalia apolillada de un sistema de mierda que el se había propuesto aniquilar sin disparar un tiro.
El drama ocurrió en Chile, para mal de los chilenos, pero ha de pasar a la historia como algo que nos sucedió sin remedio a todos los hombres de este tiempo, que se quedó en nuestras vidas para siempre.

9/9/09

Películas para que la gente grite


Por Sergio Raúl López
Desde MÉXICO D.F.


La sonrisa a medias ocultada. Es el mayor recuerdo que tengo de él. El que más me molesta, además. No sé sabe a ciencia cierta si es la sorna permanente con la que se relaciona con el mundo o simplemente aquel gesto tan latinoamericano para socializar, aunque no descarto que posea un dejo sádico. Mirado de cerca, Gaspar Noé en poco se diferencia de un joven adulto contemporáneo y globalizado: rapado para ocultar su calvicie prematura; con jeans y playeras de marca como si fuera a ir a una fiesta de música electrónica; sencillo en su actuar, sin aspavientos ni poses –algo extraño: y sin reproductor de MP3–, ah, y con esa apariencia de edad indefinible en la que la generación actual se queda estancada por su miedo al paso del tiempo.

Pero sí, es él. El provocador. El rebelde. El cineasta que ha conseguido abucheos y admiraciones por igual. Que ganó Cannes con un largo cortometraje –dura 40 minutos–, Carne (1991) en el que aborda los celos asesinos de un carnicero, padre celoso de su hija-amante con retraso mental. El argentino que vive y filma en Francia, que recibe apoyos franceses, que filma en francés, pero cuya cinematografía es abiertamente opuesta a todo los supuestos del cine galo, especialmente a la Nueva Ola.

Que, además, consiguió trabajar con la pareja más popular de la nación francesa sólo para cumplirse el capricho de hacer a Monica Bellucci víctima de una violación violentísima a manos –y a patadas– de un padrote adicto a los poppers, y a su marido, Vincent Cassel un enloquecido novio sediento de venganza que acaba fracturado, violado y provocando el asesinato del hombre equivocado en su segundo largometraje Irreversible (2002), cuyo guión entero, confiesa sin pudor, no tenía más de tres páginas. No obtener ningún premio en Cannes fue un gran logro para el director, aunque se le frustró el deseo de que la cinta fuera prohibida en toda Francia, ese sí hubiera sido un logro significativo.

“Es como un partido de fútbol, hay que hacer películas para que la gente grite”. La frase, sucinta, franca y bastante certera, define la personalidad de Gaspar. O al menos la máscara con que públicamente aparece ataviado. Un hombre tranquilo pero de frases contundentes y cínicas, que disfruta de la fama repentina que obtuvo viajando por los festivales de cine de todo el globo, donde se muestra fiestero, afecto a los buenos tragos, a las mujeres atractivas –que lo rodean, admiradas–, a romper el protocolo y a hacerle la vida difícil a los periodistas que lo acosan.

Lo curioso es que lo tiene todo claro. Sabe que los rollos proyectados con sus creaciones fílmicas son el arma más poderosa para llamar la atención y que no requiere de más aspavientos. Lo mismo su primer largometraje Solo contra todos (1998), en el que el carnicero de Carne ahora asesina al por mayor –y que reaparecerá en Irreversible pronunciando la frase: “El tiempo lo destruye todo”. O que anunciar que su siguiente trabajo será psicodélico, “como un viaje de hongos”.

“Soy famoso hoy, mañana no lo seré. A veces me dan bebidas gratis en la disco o me preguntan que si soy Gaspar Noé”, cuenta. Y al admitirlo, muestra estar consciente del cambiante y variable panorama cinematográfico internacional.

Pero tan extraño como su comportamiento resulta su historia biográfica. Nació en Argentina, pero pasó la niñez en Nueva York. Regresó a Buenos Aires en 1970, pero su familia se exilió a París tras la dictadura de la junta militar en 1976. “Me consideran un cineasta francés porque ahí estudié cine (en L’École Nationale Superieur Louis Lumière), pero tengo un lazo afectivo con la izquierda argentina de los años setenta. Leo poco, más ensayos que novelas, pero cuando llegamos a Francia mis padres frecuentaban mucho a pintores y psicoanalistas –su padre es el gran artista y teórico Luis Felipe Noé–, pero el círculo se fue disolviendo y nos integramos a la sociedad francesa”, rememora.

Por eso le resulta fácil ocultar a medias su acento argentino para hablar en castellano. En México lo hizo por precaución, admitiría de pronto, para no resultar chocante. Y volvió a su tema favorito, dar comentarios cínicos: “Si somos adultos, ¿por qué tenemos que hacer películas aptas para todo público? Yo hago cine para mí mismo y para mis amigos”. Y tras la queja, vuelve a Irreversible, su querida provocación en lata: “Cada año en Cannes hay películas que causan controversia. En el 2002 fue la mía , pero también Requiem por un sueño (Aronofsky, 2000), Batalla en el cielo (Reygadas, 2004) o la película de Amat Escalante (Sangre, 2005) que ese año causó más pasión que reacción. Según los franceses, Mónica Bellucci es la mujer más bella de Francia, pese a que es italiana, y junto con Vincent hace desde hace largo rato la pareja de moda, como hicieron Nicole Kidman y Tom Cruise. Pero ella es el trofeo femenino en las películas estadounidenses en las que participa y nadie esperaba que hiciera este papel. Por eso causó conmoción”.

¿Disfruta acaso imaginar y llevar a la pantalla escenas de violencia tan extrema o busca simplemente provocar el rechazo de las masas asiduas al cine? Yo creo que si no hubiese tenido a Mónica Bellucci en el protagónico, jamás se hubiese armado tal escándalo.

“La película es una tragedia porque sabes lo que les va a ocurrir, sabes que no se puede evitar nada de lo que pasó y porque hagan lo que hagan los personajes, no van a poder evitar el destino. Es muy parecida a Titanic (1997), ya sabes que el barco se va a hundir y miras una historia de amor. Justo así es Irreversible, es una historia de amor”.

Pero también pienso que la cinta comparte los mismos excesos a los que llegó el actor de acción Mel Gibson al dirigir La Pasión de Cristo (2004). En ambas cintas lo único que presenciamos son demostraciones de la violencia seca, ciega, de lo que los seres humanos son capaces de hacerse unos a otros. Y de los chorros de hemoglobina que tales acciones liberan. Nada más, porque la acción devora a los diálogos, a la historia misma y a cualquier reflexión. El horror de la acción supera a la palabra y al pensamiento, pues en una no se mira por ningún lado las prédicas cristianas y en la otra no hay nada detrás de los incidentes trágicos. La sola imagen en movimiento.

“A la gente le gusta el horror. Y cualquier obra de Charles Dickens, de Fiodor Dostoievski resultan más violentas que Irreversible y funcionan ante el público, aunque la industria piense lo contrario. Algún día me dijeron que La Biblia es más violenta que mi película. En fin, Irreversible funciona bien sexualmente, el escándalo le ayudó a funcionar y a atraer el público, hasta mis enemigos hablaban de la película”.

Ahora, ha hecho retornar aquella pantalla negra con grandes, pesadas letras naranjas desplazándose lentamente a la inversa. Pero ya no se lee ELBISREVERRI. Ya no son en castellano sino en inglés las palabras que corren. DOIV va primero. Le sigue EHT RETNE. En medio un cadáver enroscado a un retrete. Y la atmósfera sonora es enervante de nuevo. Sirenas y cláxones, caracolas y cables de alta tensión alterados por efectos electrónicos, zumbones, repetitivos. Otra vez la música incidental de Thomas Bangalter, aquel integrante –junto con Christo– del dueto francés de música electrónica Daft Punk, que hiciera las cosas más desagradables para el oído, durante el interminable plano secuencia de la violación a Bellucci. El drama ahora transcurre en Japón, en medio de una sociedad extrema, aburrida hasta el límite, suicida, tortuosa y cercenadora en su arte, que albergará al par de huérfanos que han prometido cuidarse uno al otro. Hermanos incluso, en lo extremo de sus medios de subsistencia: dealer uno, stripper la otra. Claro, la peor decadencia parisina no se compara en refinamiento ni en excentricidad a la de Tokio. Todo con un elenco de (casi) desconocidos.

Un Noé con bigote de corsario, de Hell Angels, se ganó una exasperante, casi aburrida, ovación de pie en Cannes durante cinco minutos al estrenar su nueva provocación, Enter the Void (Francia-Alemania-Italia, 2009). Ingresa al vacío –que así podría traducirse– ya no se ganó abucheos. ¿Será que se está volviendo viejo? ¿Qué ya forma parte del Main Stream de los festivales de clase A? ¿Qué la sonrisa sardónica ya no funciona como antes? Lo cierto es que la idea de mostrar en pantalla un viaje de alucinógenos y filmar en Asia eran inquietudes que le rondaban a la cabeza ya desde hace varios años. Alistémonos para la nueva oleada de comentarios en torno a Gaspar. Seguirá intentando esa sonrisa cínica con la que pronuncia frases provocadoras. Estoy seguro. Así sufra unánimes ovaciones de pie. Su rostro seguirá ejercitando esa enigmática burla.

8/9/09

Quietud aún inquieta

Por Samuel Beckett
Traducción de C. E. Feiling


Una noche mientras estaba sentado con la cabeza entre las manos se vio a sí mismo levantarse y partir. Una noche o día.
Porque su propia luz al extinguirse no lo dejó en la oscuridad. Una especie de luz entró entonces a través de la única ventana alta. Bajo ella aún el banco sobre el cual hasta que no pudo o quiso otra vez solía montar para ver el cielo. El no haber estirado el cuello para ver lo de abajo fue quizá porque la ventana no estaba hecha para abrirse o porque no pudo o quiso abrirla. Quizá porque conociendo demasiado bien lo de abajo no deseaba verlo otra vez. De modo que simplemente solía pararse allí elevado sobre la tierra y ver a través del cristal nublado el cielo sin nubes. Su luz débil inmutable como ninguna otra luz que pudiera recordar de los días y noches en que el día seguía de cerca a la noche y la noche al día. Esa luz exterior entonces cuando su propia luz se extinguió fue su única luz hasta que también se extinguió y lo dejó en la oscuridad. Hasta que también se extinguió.
Una noche o día entonces mientras estaba sentado con la cabeza entre las manos se vio a sí mismo levantarse y partir. Primero levantarse y quedar de pie aferrado a los bordes de la mesa. Luego sentarse otra vez. Luego levantarse y quedar de pie aferrado a los bordes de la mesa otra vez. Luego partir. Comenzar a partir. Sobre invisibles pies comenzar a partir. Tan despacio que sólo el cambio de lugar mostraba que partía. Como cuando desapareció sólo para reaparecer más tarde en otro lugar. Luego desapareció otra vez sólo para reaparecer otra vez más tarde en otro lugar otra vez. Así otra vez y otra vez desapareció otra vez sólo para reaparecer otra vez más tarde en otro lugar otra vez. Otro lugar en el lugar donde estaba sentado con la cabeza entre las manos. El mismo lugar y mesa que cuando Darly por ejemplo murió y lo dejó. Que cuando otros también por su parte antes y desde entonces. Que cuando otros también por su parte dejándolo hasta que él también por su parte. La cabeza entre las manos casi esperando que al desaparecer otra vez no reaparecería otra vez y casi temiendo que no. O meramente preguntándose. O meramente aguardando. Aguardando para ver si él mismo también o no. Se dejaría o no solo otra vez aguardando a que nada otra vez.
Visto siempre de atrás adonde quiera que fuese. El mismo sombrero y saco que entonces cuando marchaba por los caminos. Los caminos solitarios. Ahora como quien en un lugar desconocido busca la salida. En la oscuridad. En un lugar desconocido ciegamente en la oscuridad de la noche o el día busca la salida. Una salida. A los caminos. Los caminos solitarios.
Un reloj a lo lejos anunciaba las horas y medias horas. El mismo que cuando entre otros Darly esa vez murió y lo dejó. Campanadas ahora fuertes como traídas por una brisa ahora débiles en el aire quieto. Gritos a lo lejos ahora débiles ahora fuertes. La cabeza entre las manos casi esperando que cuando la hora sonara la media hora no y casi temiendo que no. Igualmente cuando la media hora sonaba. Igualmente cuando los gritos por un momento cesaban. O meramente preguntándose. O meramente aguardando. Aguardando escuchar.
Hubo un tiempo en que a veces solía levantar su cabeza lo suficiente como para ver sus manos. Cuanto de ellas había para ver. Una sobre la mesa y la otra sobre la una. Descansando después de todo lo que habían hecho. Levantar su pasada cabeza un momento para ver sus pasadas manos. Luego apoyarla sobre ellas para que descansara también. Después de todo lo que había hecho.
En el mismo lugar dejado día tras día por los caminos. Los caminos solitarios. Recobrado noche tras noche. Recorrido de pared a pared en la oscuridad. La entonces pasajera oscuridad de la noche. Ahora como desconocido para quien ve que se levanta y parte. Desaparece y reaparece en otro lugar. Desaparece otra vez y reaparece otra vez en otro lugar otra vez. O en el mismo. Nada para mostrarlo como no el mismo. Ninguna pared hacia la cual o desde la que. Ninguna mesa vuelta a la cual o más lejos de la que. En el mismo lugar que cuando recorridos de pared a pared todos los lugares eran como el mismo. Ninguna pared hacia la cual o desde la que. Ninguna mesa vuelta a la cual o más lejos de la que. En el mismo lugar que cuando recorridos de pared a pared todos los lugares eran como el mismo. O en otro. Nada para mostrarlo como no otro. Donde nunca. Levantarse y partir en el mismo lugar de siempre. Desaparecer y reaparecer en otro lugar que nunca. Nada para mostrarlo como no otro donde nunca. Nada sino las campanadas. Los gritos. Lo mismo de siempre.
Hasta que tantas campanadas y gritos desde que fue visto por última vez que quizá no sería visto otra vez. Entonces tantos gritos desde que las campanadas fueron oídas por última vez que quizá no serían oídas otra vez. Quizá así el fin. A menos que un intervalo de calma. Entonces todo como antes. Las campanadas y gritos como antes y él como antes ahora allí ahora habiendo partido ahora allí otra vez ahora habiendo partido otra vez. Entonces la calma otra vez. Así otra vez y otra vez. Y paciencia hasta el único fin seguro del tiempo y el pesar y el yo y el segundo yo el verdadero.

2
Como alguien en sus cabales cuando finalmente estuvo afuera otra vez aún no sabía por qué no estaba desde hace tiempo afuera otra vez cuando comenzó a preguntarse si estaba en sus cabales. ¿Acaso puede de alguien no en sus cabales razonablemente decirse que se preguntaban si estaba en sus cabales y utilizaba lo que le quedaba de razón en esas perplejidades del modo en que debe decirse de él si es que algo debe decirse? Fue por lo tanto como un ser más o menos razonable que emergió finalmente sin que supiera cómo al mundo exterior y no había estado allí más de seis o siete horas por reloj cuando no pudo sino comenzar a preguntarse si estaba en sus cabales. Por el mismo reloj cuyas campanadas eran aquellas oídas innumerables veces durante su confinamiento mientras anunciaba las horas y medias horas y así en cierto sentido al comienzo motivo de tranquilidad hasta que finalmente de alarma por no sonar con más fuerza ahora que en el principio cuando su sonido era amortiguado por las cuatro paredes. Entonces buscó consuelo pensando en alguien que se apura hacia el oeste al atardecer para obtener una mejor visión de Venus y no encuentra ninguna. Del único otro sonido los gritos que aliviaba su soledad mientras extraviado en el sufrimiento estaba sentado con la cabeza entre las manos lo mismo era cierto. De su procedencia vale decir la del reloj y los gritos lo mismo era cierto vale decir tan imposible de determinar ahora como naturalmente tampoco entonces. Utilizando en todo eso lo que le quedaba de razón buscó consuelo pensando que su memoria del interior estaba quizá en un error y no encontró ninguno. Para aumentar la ansiedad su paso tan silencioso como cuando descalzo pisaba el suelo. Así todos los oídos de mal en peor hasta que al final cesó si no de oír de escuchar y se puso a examinar los alrededores. Resultado finalmente estaba en un campo cubierto de pastos lo cual ayudaba a explicar si no otra cosa su paso y luego un poco más tarde como para comenzar aquello de algún modo para aumentar su desazón. Porque no podía recordar ningún campo cubierto de pastos desde el mismísimo corazón del cual no se divisara algún límite de cierto tipo sino siempre en algún rincón y otro algún confín a la vista como una cerca y otro tipo de barrera desde la cual retornar. Ni al mirar con mayor atención para empeorar las cosas era éste el corto pasto verde que le parecía recordar masticaban los rebaños y manadas sino largo y de un color gris claro que viraba aquí y allí al blanco. Entonces buscó consuelo pensando que su memoria del exterior estaba quizá en un error y no encontró ninguno. Así todos los ojos de mal en peor hasta que al final cesó si no de ver de mirar (a su alrededor o con mayor detenimiento) y se dispuso a pensar. Con este fin y a la falta de una roca sobre la cual sentarse como Walther y cruzar las piernas lo mejor que pudo hacer fue detenerse y quedarse inmóvil cosa que hizo tras un momento de duda y por supuesto bajar la cabeza como alguien que está meditando profundamente cosa que hizo tras un momento de duda también. Pero pronto cansado de remover vanamente esos restos mentales avanzó a través del pasto largo y grisáceo resignado a no saber dónde estaba o cómo había llegado allí o dónde estaba yendo o cómo iba a regresar al lugar de donde no sabía cómo había venido. Así sucesivamente sin saber y sin una meta a la vista. Sin saber y lo que es más sin deseos de saber ni en realidad deseos de ningún tipo ni por lo tanto ningún pesar excepto que hubiera deseado que las campanadas cesaran y los gritos de una vez por todas y lamentaba que no lo hicieran. Las campanadas ahora débiles ahora fuertes.

3
Así sucesivamente hasta detenerse cuando a sus oídos desde el profundo interior una palabra que él incapaz de atraparla terminara donde nunca hasta entonces. Descansar entonces antes de que otra vez desde no mucho hasta tanto tiempo que quizá nunca otra vez y entonces otra vez débil desde el profundo interior oh cómo y allí esa palabra perdida otra vez que terminara donde nunca hasta entonces. De todas formas cualquiera que fuese terminara y así sucesivamente ¿no estaba él ya mientras parado allí tan encorvado y a sus oídos débil desde el profundo interior otra vez y otra vez oh como un algo y así sucesivamente no estaba él por lo que lejos como podía ver ya allí donde nunca hasta entonces? Porque cómo podría incluso alguien como él habiéndose encontrado una vez en tal lugar no sentir el escalofrío de encontrarse en él otra vez cosa que no había ocurrido ni habiendo sentido el escalofrío buscar consuelo en vano en el así llamado pensamiento de que habiendo de algún modo escapado antes podría de algún modo escapar otra vez cosa que no había ocurrido. Allí entonces todo ese tiempo donde nunca hasta entonces y por lo que a él concernía no podía ver en ninguna dirección cuando levantaba la cabeza peligro alguno o esperanza por así decir de poder alguna vez escapar de allí. Iba entonces ahora a seguir adelante sin que importara en una dirección y ahora en otra o por otra parte no inquietarse más como bien podía ser vale decir como aquella palabra pedida podría ser que si para avisarle que evitara tales cosas por tristes o malas por ejemplo entonces desde luego pese a todo lo primero y si lo contrario entonces desde luego lo otro vale decir no inquietarse más. Tales cosas y muchas otras del mismo tipo el rumor de su mente así llamada hasta que nada hubiera del profundo interior sino cada vez más débil oh que terminara. No era cosa de cómo ni dónde. El tiempo y el pesar y el yo así llamado oh que terminara.

Traducción de C. E. Feiling

7/9/09

Los medios y la apreciación de la realidad

La discusión verdadera es acerca de cómo se distribuye el espacio comunicacional en medio de avances tecnológicos capaces de haber provocado una de las mayores revoluciones de la historia de la humanidad.
Los medios espejan, pero también determinan nuestros gustos, compras, ilusiones, bajos instintos... Nuestra apreciación de la realidad.

1/9/09

Auxilio planta

Nada personal


Por Pablo Lettieri

Obligado por las circunstancias a mirar hacia atrás, es inevitable que la memoria lo devuelva a uno a un cierto momento que, aunque a primera vista parezca aleatorio, bien mirado resulta no sólo significativo, sino también determinante. En el caso del autor de estas líneas, ese momento tuvo lugar a fines de 1984, luego de la representación de Galileo Galilei, de Bertolt Brecht, en la Sala Martín Coronado del Teatro San Martín. En plena primavera democrática, para alguien que había terminado recientemente sus estudios secundarios (cursados en su totalidad bajo la dictadura), y que se encontraba aún con la cabeza rapada como herencia del hoy abolido servicio militar, era inevitable rendirse al hechizo de los argumentos de Galileo, que sostienen que la fuerza del pensamiento siempre triunfará, aún bajo regímenes recelosos de toda actividad intelectual. “Galileo Galilei, el manso poder de la razón sobre los hombres”, se titulaba el número 17 de la revista TEATRO, dedicado a aquella puesta, en cuya tapa se veía el retrato de un Brecht envejecido, imaginado por Hermenegildo Sábat. Me llevé un ejemplar esa misma noche.
Desde entonces me convertí en un lector entusiasta de la revista, al punto de contarme entre los orgullosos poseedores de su colección completa, habiendo conseguido muchos de sus números agotados. Inclusive el primero, aquél con Alcón/Hamlet en la tapa, aparecido a fines de 1980 y dedicado a la recordada versión del clásico que, en tiempos oscuros, permitía pensar al Príncipe como un libertario lanzado contra la opresión y la ignominia.

VOCACIÓN MONOGRÁFICA
La revista nació de la vocación de Kive Staiff por el periodismo –es conocida la broma según la cual aceptar la dirección del San Martín habría sido sólo una excusa para poder editar una revista de teatro– y tuvo una primera dirección emblemática a cargo de Gerardo Fernández y Sergio Morero –quienes habían reemplazado al crítico musical Jorge Aráoz Badi, que la dirigió unos pocos números. Con Analía Roffo como jefa de redacción y Olga Cosentino y Carlos Troncone como redactores, durante sus primeros años de vida TEATRO se caracterizó por escoger la puesta más relevante del repertorio como piedra de toque para desarrollar el estudio de un autor, de su obra y, también, de su tiempo histórico. Clásicos universales como Lope de Vega, Tirso de Molina, Ben Jonson, Molière, Schiller, Chéjov, Gorki, Bernard Shaw, Valle-Inclán, Brecht y Arthur Miller; dramaturgos fundamentales de la escena rioplatense como Florencio Sánchez y Armando Discépolo; insoslayables autores argentinos contemporáneos como Roberto Cossa, Griselda Gambaro y Eugenio Griffero pasaron por sus páginas en aquellos años iniciales. Más tarde la revista fue ampliando su campo de acción para testimoniar también la actividad desarrollada por el Teatro San Martín, más allá de su programación. Hubo así números dedicados a sus elencos estables, el Ballet Contemporáneo y el Grupo de Titiriteros; al programa de Acción Externa, a través del cual se busca generar nuevos espectadores entre los estudiantes; a las prestigiosas y numerosas –y hoy un tanto añoradas– visitas de artistas y compañías extranjeras a los escenarios del San Martín durante los años ochenta: Tadeusz Kantor y Cricot 2, el Stary Teatr de Wajda, el Máximo Gorki de Leningrado, Dario Fo y Franca Rame, la Cuadra de Sevilla, Kazuo Ohno, el Kabuki, el Odin Teatret de Eugenio Barba, Pina Bausch, Susane Linke, Jennifer Muller, El Galpón de Montevideo, Rajatabla de Venezuela, entre tantos otros. Y hasta hubo un número dedicado a mostrar el San Martín por dentro, desafiando aquella tradición que supone que “Los mecanismos de la magia” del escenario deben ser velados al público, y descubriendo ante el lector los rostros de las personas, artistas y artesanos que trabajan encima o muy cerca de él.

EL NÚMERO MALDITO
Hacia fines de los ochenta y cuando la revista llegaba a su número 40, el cambio de autoridades en el San Martín determinó la interrupción del proyecto editorial tal y como había sido concebido. Ese número 40 (dedicado a Peer Gynt de Ibsen que protagonizaba, casualmente, Alfredo Alcón) se encontraba a punto de entrar en imprenta al momento del cambio institucional, por lo que terminó siendo impreso por cuenta de sus propios responsables. Aquellos escasos 50 ejemplares del 40, por años considerado el número “maldito” de la colección, circularon casi clandestinamente entre sus devotos como un objeto de culto. 
Las posteriores administraciones del Teatro San Martín consideraron necesario realizar cambios profundos en la revista, tanto en su diseño como en su línea editorial, que pasó a llamarse Teatro/2 y fue dirigida por Osvaldo Quiroga primero y Alberto Catena después. 
“Nadie recuerda las cosas tal cual eran”, decía Hemingway, pero yo recuerdo que mi primera tarea como colaborador de la revista fue conseguir una foto de T.S. Eliot para ilustrar un ensayo suyo sobre Ben Jonson, a propósito de la versión de Volpone estrenada en ese momento. TEATRO iniciaba por entonces (abril de 1995) su Tercera Época, dirigida ahora por Olga Cosentino, reconocida crítica de teatro que se había iniciado en las páginas de la revista. Sin duda fue lo reducido de su redacción (se limitaba a ella misma) lo que convenció a Olga de aceptar mis servicios. La revista volvió entonces a modificar estética y contenidos: al espectáculo más importante se le destinaba un dossier especial pero también recibían tratamiento los demás espectáculos de cada temporada. Tiempo después, Olga Cosentino dejó su lugar al periodista uruguayo Carlos Troncone, otro veterano redactor de TEATRO, que ejerció su dirección hasta la fecha de su prematura muerte, ocurrida en 1999. Troncone le imprimió a la revista la profundidad, la seriedad, la erudición, el cuidado por la lengua, la sensibilidad y ese humor un poco burlón que fueron las marcas de su estilo. Su colega, amigo y compatriota Gerardo Fernández volvió entonces a la conducción de la revista que había sido, sin duda, el objeto textual más preciado de toda su rica trayectoria como crítico. Los pocos números que alcanzó a dirigir –Gerardo falleció en julio de 2000– conservaron los rasgos de excelencia de una revista cuya paternidad se le reconoce merecidamente.

LA REVISTA DE UN COMPLEJO
Con la llegada del nuevo siglo se produjo la integración de todas las salas dependientes del gobierno comunal en el Complejo Teatral de Buenos Aires, lo que significó un nuevo desafío para la revista: dar cuenta de muchos más espectáculos con la misma cantidad de páginas (y con la misma, siempre escasa, redacción). Esa tarea de transición la emprendió, con su entusiasmo y dedicación habituales, Antonio Rodríguez de Anca, quien había sido secretario de redacción de la revista en sus comienzos. Desde 2005, la gestión encarada por el actual director, Guillermo Saavedra, supone una nueva etapa en el desarrollo de la revista, que incorpora al habitual análisis de la programación del Complejo, asuntos y materiales que van más allá de ella. 
Con estas líneas he buscado homenajear a la revista TEATRO a través de un breve recorrido por su ya extensa historia y del recuerdo de las personas que le han dado su carácter. Con algunas de ellas trabajé y les debo mucho más que una guía en la persecución del siempre huidizo estilo, desconfiar de las modas culturales o saber diferenciar las audacias artísticas legítimas de las falsas vanguardias. De estos profesionales aprendí que, aunque con una tirada limitada y circunscripta a una forma artística determinada, con sus aciertos y errores, la revista TEATRO podía ser una de las tantas plataformas desde las cuales las sociedades lanzan imágenes de sí mimas y de su tiempo al futuro.
A poco de cumplir tres décadas de vida, con este número 100 TEATRO se convierte en la publicación especializada de más extensa continuidad y, sin duda, una de las más perdurables de todo el periodismo cultural argentino. Es seguramente un motivo de orgullo para quienes integraron sus filas en distintos momentos. Claro que esta aventura editorial habría sido imposible de no ser gestada y mantenida por una institución pública, sostenida con el esfuerzo de todos los porteños y dedicada a la comunidad. 

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