28/1/10

J. D. Salinger, último acto


Por Juan Sasturain
Publicado en PAGINA 12


El hombre viejo que con tanto empeño

cuidó su soledad –como el oculto

guardián en el centeno, el tumulto

y los juegos de los niños– movió un leño

del contiguo hogar y –secreto dueño

de un fervor difuso, autor de culto

para tantos, pero solo– entre el bulto

de sombras y fantasmas, buscó el sueño.

Se soñó Seymour, estuvo en Normandía

otra vez, y vio el libro que su hermana

Franny leyó, y en sueños lo leía.

Después lo soñó a Holden la mañana

de la charla con Phoebe, y ya era el día

final: perfecto para el pez banana.

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