18/7/10

"El humor me pone en un lugar más noble"

Por Adriana Schettini
Publicado en CLARIN

Es Diego Capusotto, tómenlo o déjenlo: no quiere hacer concesiones a cambio de rating, no le pidan que la vaya de gracioso fuera de la pantalla, no esperen que silencie sus opiniones políticas. Aquí, un Capusotto auténtico.

¿Para qué te sirve el humor además de ser tu modo de ganarte la vida?
Me coloca en un lugar más noble y me permite la generosidad de dar. El hecho de que lo que hago se emita y se vea, genera alianzas con el espectador. Son alianzas basadas en un modo de mirar la vida y de encontrar lugares festivos dentro del horror. Si hay algo que atraviesa mi vida, eso es el horror de la existencia. Desde allí, uno crea mundos más puros a través del lenguaje humorístico.

¿Es necesario tener sentido de humor en la vida personal para poder hacer humor en la TV?
Dado el devenir de la vida, para mí es casi inevitable tener sentido del humor. No es una cuestión de derrotismo, sino una cuestión de enfrentar lo que nos duele. Para mí, eso es importante. Como también me resulta importante conformar las alianzas que hacen que uno se junte con la mejor gente posible.

¿En el trabajo o en la vida?
En la vida. A nosotros el programa nos da cierta trascendencia personal y entonces, es parte de la vida. No es como si yo trabajara en una editorial simplemente para cobrar a fin de mes y tener ordenado lo relativo a la subsistencia.

¿El programa te convirtió en alguien popular o es un ciclo de culto?
No sé si es de culto. El hecho de que algunas personas me paren por la calle es el resultado de algo que aparece y que tiene vida. Nunca me preocupó pensar en términos de si soy o no soy popular. Desde un lugar formal, siento que soy masivo porque estoy en un medio de comunicación. Pero, mi preocupación no pasa por entrar en ninguna categoría, sino por lograr que lo que hacemos con Pedro (Saborido) produzca algo, porque tiene una intencionalidad. Cuando uno hace humor no es sólo para que lo saluden por la calle, sino también para burlarse de aquellos que uno considera sus antagonistas en el modo de vivir.

¿El humor sería el modo más civilizado de confrontar?
Sí, probablemente. Pero el humor también es contundente a partir de la burla. Cuando uno se burla de alguien es como decirle “yo no te pertenezco”. Y uno no se burla porque sí; sólo los chicos se burlan sin tener noción acerca de qué se están burlando. Los adultos sabemos de qué nos estamos burlando; eso te da una especie de fortaleza que tiene que ver con tener claro con quién uno se junta y con quién, no. La burla es un buen antídoto, y, además, una manera de cierta resistencia.

¿A quién pudiste decirle “no te pertenezco”?
Mis enemigos saben que son mis enemigos. Tuve la oportunidad de decírselos, ya sea en un lenguaje humorístico como el que hacemos en televisión o en uno mucho más directo y de confrontación como es el lenguaje de la vida.

¿Nunca temiste que el ejercicio de la confrontación terminara convirtiéndote en un outsider?
Mis convicciones son bastante claras como para pensar en términos de temores.

¿Qué humor te divertía cuando eras chico?
Me divirtieron, y aún me divierten, figuras como Biondi y Marrone. Veía El chupete , Hupumorpo , Porcelandia , La Tuerca . Y me gustaba mucho Batman ; no lo veía con la lectura irónica que puedo tener hoy. Cuando uno es chico, es inmortal. Entonces, cuando aparecía Batman en el televisor, para mí no existía ninguna otra cosa en el mundo.

¿De qué se ríen tus hijas?
La mayor tiene once años y la menor, siete. Con todo lo que significa la diferencia de edad entre ambas, las dos van descubriendo cosas que las movilizan, y van cambiando permanentemente sus gustos.

¿Son fans de tu programa?
No. La más chica no lo ve casi nunca porque a esa hora está durmiendo. Y no sé qué puede producirle ver en la televisión al mismo padre que está al lado suyo. A los siete años, le debe resultar extraño, porque a esa edad uno suele pensar que las figuras de la tele no tienen una vida fuera de lo que uno ve en la pantalla. Mi hija mayor empezó a ver el programa ahora, a través de las repeticiones: algunas cosas le divierten; otras, por cuestiones generacionales, no las entiende. De todos modos, lo más importante es la relación padre-hija que tengo con ella. Mis hijas se divierten conmigo en lo cotidiano, no sienten la necesidad de verme en televisión.

¿La gente espera de vos que seas gracioso a tiempo completo?
Yo ya tengo 49 años, y lo que menos me preocupa es si la gente me va a ver como gracioso o no en la vida. No pueden esperar que sea gracioso fuera del marco televisivo. A mí, siempre me gustó ser payaso; no tuve que esperar a tener un programa para decir, “ahora lo logré”. De hecho, las compañeras de mis hijas, por ejemplo, se divierten más conmigo cuando vienen a mi casa que cuando ven el programa, que muchas de ellas ni siquiera ven.
Contaste que en la adolescencia soñabas con ser músico.

¿Querías ser una estrella del rock?
No, nunca soñé con ser una estrella de rock, sino músico de rock.

¿Cuál es la diferencia?
Que estrella de rock puede ser el cantante de Poison, que me parece un estúpido. Mi deseo era jugar al fútbol o tocar en una banda.

¿Ni de casualidad te imaginabas como una suerte de Mick Jagger?
No, no. Antes de ser Mick Jagger hubiera preferido ser Frank Zappa… ¡Toda la vida! Además, quería estar ligado a la música, porque sin ella la vida, probablemente, no tendría sentido. Yo soñaba con ser parte de una banda, pero también hubiese querido encontrar un sonido personal que fuera transcendente.

Cuándo querías tocar en una banda, ¿sentías que el rock era un lugar de resistencia?
Para mí era un lugar de placer. Y además, para quienes teníamos quince años durante la dictadura, el rock era un lugar de pertenencia. Era un refugio, era tener alianzas con los amigos, escuchar siempre los mismos discos o sorprendernos con un disco nuevo. No sé si era un lugar de resistencia, porque en aquel momento no teníamos claro que estábamos resistiendo. Nos hacía sentir fuertes porque nos posicionaba contra algo que a nosotros no nos gustaba y que era, un poco, la autoridad.

¿Es hoy el rock un producto más, devorado por el showbusiness y las discográficas?
No sé, habría que pensar en términos de grupos que tienen cosas para decir y que no están dentro de lo más conocido del rock. Al rock hay que ir a buscarlo, siempre; hay que ir a encontrarse con algo nuevo y no quedarse con lo que hoy está sonando. En el rock siempre hay algo de mugre. Hay que ser curioso y no escuchar a la banda de moda.

¿En el humor es lícito reírse de todo o hay límites?
Uno puede y necesita reírse de todo. En realidad, uno siempre está riéndose de la tragedia. Nunca nos reímos de una fiesta que termina bien; uno siempre se ríe de algo que termina mal porque si no, no hay fuga posible. Yo tengo un sentido un poco trágico de la vida, y también me río de eso. Sostengo que uno puede reírse de cualquier cosa y que por eso nos hemos reído tanto de la guerra, es decir, de algo que nos puede matar en pocos segundos.

¿Podrías reírte de los desaparecidos durante la última dictadura militar argentina?
Uno no tiene que reírse de los desaparecidos porque ellos forman parte de la resistencia, de los aliados que uno tiene para enfrentar a quienes los hicieron desaparecer. Como metodología, uno no se ríe de los desaparecidos, pero al satirizar a un militar uno responde a lo que ese militar hizo en la vida real, que, probablemente, haya sido hacer de-saparecer a treinta mil personas.

¿Podría llegar “Peter Capusotto y sus videos” a los canales líderes en audiencia, Telefe y El Trece?
El programa en sí mismo, podría. Pero no del modo en el que nosotros lo hacemos. Esos canales, cuando ven que un programa funciona, lo compran y lo ponen en determinado horario para cuidarlo. Pero si yo le dijera a Telefe o a El Trece que voy a hacer sólo diez envíos en una temporada, lo más probable sería que me dieran una patada. Además, esa pelotudez de que tal personaje tiene que estar más tiempo al aire porque mide más puntos de rating que otro es algo que no estamos dispuestos a negociar para salir al aire en un canal donde se supone que nos va a ver un montón de gente. Tampoco aceptaríamos eso de tener que hacer un recorrido por los otros programas de la emisora para que la gran familia del canal diga: “¡Qué lindo programa que hacen ustedes, bienvenidos a nuestra casa!”. De sólo pensarlo, digo: “¡No, si es así, me voy al cable!”.

Hay artistas que no se definen políticamente para no perder al público que no comparte su postura. ¿Evaluaste si en ese sentido te conviene hacer pública tu postura a favor del gobierno?
No soy tan estratega. Soy peronista porque, de alguna manera, el peronismo interpeló a los que son mis enemigos ideológicos. Tengo cierta sensibilidad social, y desde ese lugar, me monto en lo que significó el peronismo histórico. Después, en el peronismo entra todo.



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