Por Pablo Lettieri
La fábula es conocida y la relata Plinio el Viejo en su Historia Natural (siglo I d.C.): una joven de Corinto descubrió la pintura cuando trazó en la pared el contorno de la sombra de su amado, la noche antes de que partiera a la guerra. En ese acontecimiento primitivo, que devela que la imagen se origina en el deseo por atrapar una ausencia, Hans Belting encuentra la mejor manera de definir lo que entiende por imagen, un concepto que atraviesa todas las épocas. En Antropología de la imagen, este antropólogo e historiador del arte, uno de los más destacados en tanto se ha ocupado ampliamente de reflexionar acerca de los problemas artísticos contemporáneos, ofrece una aguda reflexión sobre la relación dialéctica entre cuerpo e imagen, a través del análisis de los mecanismos simbólicos que rigen nuestro trato con las ellas. Atravesando la historia desde la antigüedad hasta nuestros días, Belting rastrea los diversos modos en que el hombre ha manipulado símbolos y herramientas para crear imágenes a la medida de sus deseos. Paralelamente a la historia del arte y las disciplinas de estudio de los dispositivos técnicos de producción y transmisión de imágenes, la perspectiva antropológica que propone este especialista alemán revela afinidades inadvertidas entre las iconografías más antiguas del hombre y aquellas consideradas modernas o “nuevas”. Lejos del apocalíptico presagio de la “muerte de las imágenes” y también del regodeo con las nuevas tecnologías, al margen de modas y tendencias, este original tratado de iconología intenta explicar que la determinación humana de inventar imágenes responde a la necesidad de conjurar la ausencia insoportable que supone la muerte.
La fábula es conocida y la relata Plinio el Viejo en su Historia Natural (siglo I d.C.): una joven de Corinto descubrió la pintura cuando trazó en la pared el contorno de la sombra de su amado, la noche antes de que partiera a la guerra. En ese acontecimiento primitivo, que devela que la imagen se origina en el deseo por atrapar una ausencia, Hans Belting encuentra la mejor manera de definir lo que entiende por imagen, un concepto que atraviesa todas las épocas. En Antropología de la imagen, este antropólogo e historiador del arte, uno de los más destacados en tanto se ha ocupado ampliamente de reflexionar acerca de los problemas artísticos contemporáneos, ofrece una aguda reflexión sobre la relación dialéctica entre cuerpo e imagen, a través del análisis de los mecanismos simbólicos que rigen nuestro trato con las ellas. Atravesando la historia desde la antigüedad hasta nuestros días, Belting rastrea los diversos modos en que el hombre ha manipulado símbolos y herramientas para crear imágenes a la medida de sus deseos. Paralelamente a la historia del arte y las disciplinas de estudio de los dispositivos técnicos de producción y transmisión de imágenes, la perspectiva antropológica que propone este especialista alemán revela afinidades inadvertidas entre las iconografías más antiguas del hombre y aquellas consideradas modernas o “nuevas”. Lejos del apocalíptico presagio de la “muerte de las imágenes” y también del regodeo con las nuevas tecnologías, al margen de modas y tendencias, este original tratado de iconología intenta explicar que la determinación humana de inventar imágenes responde a la necesidad de conjurar la ausencia insoportable que supone la muerte.
Antropología de la imagen
Hans Belting. Traducción: Gonzalo María Vélez Espinosa. Editorial Katz, Madrid, 2007. 322 páginas.