Los que trabajaron Clint Easwood invariablemente hablan sobre la primera vez que él los llamó por teléfono y el efecto que tuvo sobre ellos la voz disfónica y susurrante del director. Eastwood entra a un estudio de Warner Brothers, en California, con largos y desmañados pasos: un andar que parece de otra época. Ha hecho películas de todo tipo en los últimos diez años, pero para la mayoría de nosotros siempre será el hombre que inicia una pelea en una cantina del oeste, que defiende el honor de una dama: uno de los últimos héroes norteamericanos.
A punto de cumplir 79 años, su capacidad de trabajo como realizador está intacta. En la Argentina, el 22 de enero se estrenó El sustituto y mañana se estrenará Gran Torino, en la que también actúa. Además, está seleccionando actores para una película sobre Nelson Mandela (The Human Factor), adaptación del libro de John Carlin y, cuando le pregunto quién hará del líder sudafricano, pone cara de diablillo y dice: "Yo. Les voy a mostrar mi versatilidad". (En realidad, será Morgan Freeman. "El actor perfecto para Mandela".)
Bajo distintas formas, los intereses de Eastwood siempre parecen volver al tema del heroísmo, en particular al del héroe poco simpático. En Gran Torino encarna a Walt Kowalski, un viejo intolerante, pendenciero y amante del gatillo fácil (imaginen al Henry Fonda de La laguna dorada pero con armas) que con el tiempo aprende a amar a sus vecinos del grupo étnico hmong más que a su quisquillosa familia y a hacer un gran sacrificio por ellos. Una vez que Eastwood deja de refunfuñar y sobreactuar -el peligro de dirigirse a sí mismo-, ofrece una interpretación emotiva y el filme resulta conmovedor e inesperadamente perturbador.
¿Quiso hacer el papel de Walt desde un principio?
"Sí", contesta.
¿Sí?
"Sí, me gustaban los dilemas que tenía que resolver. Me gustaba el mensaje del antiguo Estados Unidos que quizá esté obsoleto. Walt quizá esté obsoleto -se ríe bajito-. Pero aprende cosas nuevas. Y eso es lo que le da interés a la película. Tomás a un tipo que es muy obcecado en sus opiniones, que insulta la igualdad de oportunidades, y lo ponés junto a personas con las que es terriblemente hostil. Y, de repente, se mira al espejo y dice: 'Tengo más en común con estas personas que con mi consentida y desagradable familia'. Se da cuenta de que a esa gente le gusta estar con él, aun cuando no sea una persona particularmente simpática".
El filme calibra nerviosamente la intolerancia de Walt exagerando los ejemplos de burla racial afectuosa entre irlandeses, italianos y polacos para mostrar que estas cosas tienen distintos niveles. Le pregunto si le preocupaba encontrar el tono justo.
"No estaba preocupado por nada. Cuando llegás a mi edad, ¿qué te pueden hacer?"
También le resta importancia al hecho de haber sido pasado por alto en los Oscar. Gran Torino funcionaba muy bien en las boleterías pero no obtuvo ni una nominación. "Tuve tres películas nominadas de las últimas cinco que hice. Simplemente hago la película lo mejor que puedo. Lo demás es política y pavonearse. No soy bueno para eso. Creo que nuestro mensaje fue tan bueno como cualquier otro de este año. Así son las cosas".
Eastwood sigue teniendo un cuerpo fibroso y un aspecto duro, pero su postura deja bastante que desear y su famoso susurro a veces parece deberse a la fragilidad de la edad. "Ochenta es sólo un número. Muchos son viejos a los 40 años".
¿Su vanidad no sufre cuando se ve en la pantalla?
"Es demasiado tarde para la vanidad. Si tuviera 30, diría: 'Eh, ese no es un buen ángulo'. Pero ahora no hay buenos ángulos. Así que lo aceptás y seguís adelante".
A Eastwood quizá lo mantiene joven su familia; tiene siete hijos cuyas edades oscilan entre los 12 y los 40 y pico. Su hija de 12 años, Morgan, vive con él y con la segunda esposa de Eastwood, Dina Ruiz, ex conductora televisiva de Arizona. El se casó con su primera esposa, Maggie Johnson, cuando tenía 21 y tuvo dos hijos con ella. Siguieron casados treinta años, durante los que Eastwood tuvo un hijo con Roxanne Tunis, dos con Jacelyn Reeves y otro con Frances Fisher, mientras mantenía una larga relación con la actriz Sondra Locke. Me pregunto si Morgan lo ve como papá canchero o como un padre que la avergüenza. Eastwood parece sorprendido ante este planteo. "Creo que me considera un padre canchero. Nos llevamos muy bien. También tengo una hija adolescente. Creo que piensan que soy un buen padre. No soy totalmente objetivo. No creo que me vean como un tipo que debería ser su abuelo. Antes hacía bromas al respecto: decía que mis hijos no me daban nietos y entonces tuve que tener mis propios nietos".
Es de imaginar que ser hijo varón de Clint Eastwood debe crear ciertos problemas, así como ser hija de algún ícono de la femineidad podría creárselos a una hija. Le pregunto si a sus hijos la relación con él les costó más que a sus hijas. "Quizá. Quizá no. No creo que necesariamente tengan que terminar conflictuados. Los padres deben inculcarles la lógica de la vida. No todo el mundo se convierte en una figura conocida. Eso tiene ventajas y desventajas. No hay que darle más importancia de la que tiene. Uno nunca tiene el control total. Pero tiene que aspirar a fijar la agenda, y el destino hará el resto".
Traducción: Elisa Carnelli
Traducción: Elisa Carnelli