Publicado en TIEMPO ARGENTINO
El filósofo y funcionario PRO Alejandro Rozitchner volvió a generar controversia luego de que en una columna publicada en el diario La Nación asegurara que en las elecciones porteñas había ganado “la gente normal”. El intelectual había manifestado el año pasado vía Twitter que “a los chinos” los quería “un poco”.
En medio del debate que provocó la columna del músico Rodolfo “Fito” Páez, en la cual confesó que le daba “asco la mitad de Buenos Aires”, pasó desapercibida una opinión de Alejandro Rozitchner, hijo del filósofo marxista León Rozitchner. “Ganó la gente normal”, planteó en un editorial del diario La Nación a propósito del triunfo de Mauricio Macri en las elecciones porteñas.
Rozitchner es funcionario macrista desde hace varios años y en 2010 cobró 7500 pesos mensuales del gobierno porteño por funciones de asesoría. Entre otras cosas es uno de los colaboradores del blog oficial “informal” del Ejecutivo de la Ciudad de Buenos Aires, Aire y Luz. Más allá del estipendio que recibe, el sitio registra solamente nueve entradas desde septiembre del año pasado.
Su relación contractual con el gobierno porteño no figura en ninguno de los perfiles que el funcionario posee en diferentes sitios de Internet y el matutino La Nación lo define como “un extraño tipo de escritor y filósofo”.
El pasado martes, luego de que se publicó la opinión de Páez, Rozitchner volvió a la carga y desde la “tribuna de doctrina”, cuestionó al músico. “Fito, no entiendo”, tituló su columna en la que se preguntó “¿Cómo, después de unas elecciones libres en las que el pueblo de la ciudad se manifestó con claridad a favor de una opción, puede alguien creerse con el derecho a denigrar públicamente semejante torrente de votos?” Cabría indagar qué lugar ocupa el otro 53% de sufragios que el filósofo dejó del otro lado de la línea de lo que considera “gente normal”.
El funcionario también tuvo una consideración controvertida que estuvo en consonancia con el discurso de Mauricio Macri del domingo. “…los proyectos (pudieron) más que el resentimiento neurótico y la obsesión con el pasado, con un pasado que se altera para hacer caber en un planteo infantil”, escribió.