"Al principio no había actores ni espectadores, estaban todos juntos los hombres. En cierto momento apareció uno que ya tenía bastante con la comuna, un individualista, un revolucionario, un hermético que quería quedarse solo. Para irse tenía que ser diferente de los que se quedaban. Salió y marcó una división. Se presentó frente a los que se quedaron, y los transformó en espectadores de su actuación. Para seguir siendo distinto, tenía que aplicar sobre sí mismo métodos muy radicales, no bastaba con haberse ido. Tenía que ser diferente, pero también tenía que compartir algo con los que se habían quedado. Esas son las condiciones del hombre muerto. Por eso he llamado a mi teatro, el teatro de la muerte".
"La ilusión traslada la realidad a una órbita diferente, que los poetas definirían como órbita poética, aunque quizá sea otro espacio distinto, que esté situado en el tiempo absoluto, no el nuestro. Es posible que la poesía sea el signo de ese otro mundo, que gira en una órbita ajena".
Tadeusz Kantor