21/2/11

Mejor la rabia que la fiesta


Por Luis Paz
Publicado en PAGINA 12
 
El cambio en el hábito de la lectura de noticias en papel por la práctica de la lectura online modifica bastante más que la venta de diarios y revistas. Un diario abierto sobre la mesa podía hacer que los más chicos de la casa se toparan con alguna novedad internacional, algún hecho relevante de la política mundial. En cambio, una ventana con un artículo similar en Internet tiene, por lo común, un sólo destino: ser cerrada para habilitar el ingreso a alguna red social o servicio de mensajería instantánea. Así es que la elipsis de la noticia se ha vuelto mayor en la juventud, algo facilitado por otros factores también. Pero, por suerte, aún existen en la música ciertos espacios con la capacidad de contar el mundo más allá de las idas y vueltas de un amor no correspondido. Entre el collage furioso de remeras de Los Piojos, Almafuerte, Los Redondos y Charly, en el Cosquín Rock del fin de semana pasado apareció una remera con la inscripción “Uribe paramilitar” en un pibe de 15 años que, según cotejó el NO, no estaba demasiado al tanto sobre las FARC o la guerrilla narco. Era simplemente un acto reflejo de imitación a su nuevo ídolo, el Residente de Calle 13 que usó una prenda con el mismo diseño en la entrega de los Premios MTV de 2009. Lo notable es que el pibe no es el único que transformó su mirada sobre América latino a partir de la irrupción de la última gran cosa (grande de verdad) en la música de la región. Aunque, tal vez, la transformación más profunda haya sido la de Calle 13.

NO SE VA A LLAMAR REGGAETON
En sólo un lustro, Calle 13 pasó de ser la banda que aportaba temas a las fiestas (¡Atrévete-te-te!, La cumbia de los aburridos) a ser una de las pocas que se oponen a la fiesta de las compañías, los “artistas ladrones”, los gobiernos y los servicios secretos de los Estados, tal vez la única que en el último par de años haya criticado abiertamente y documentalmente (porque queda en sus discos) a todos ellos, y seguramente una de las poquísimas bandas latinas que se lanzan contra la casa central de la violencia, la guerra y el hambre, ubicada allá en el Norte, aun teniendo el apoyo de las estructuras del Norte: sus canales de videoclips, sus compañías, sus gurúes industriales, sus artistas. Aunque todo eso vaya a quedar en revisión desde ahora.
La historia comienza en Trujillo Alto, un pueblo del área metropolitana al sur de San Juan de Puerto Rico. Más precisamente, en la Calle 13 de esa urbanización. René Pérez Joglar, nacido el 23 de febrero de 1978 en Hato Rey, hijo de un abogado y una actriz de teatro, bachiller en arte y master en cine, se bautizó Residente porque así era como se identificaba con el guardia del barrio cada vez que regresaba a casa. Eduardo José Cabra Martínez nació el 10 de septiembre del mismo año y creció rodeado de música. Es bachiller contable y en sistemas, tiene estudios completos de piano y escogió ser el Visitante por la misma clave utilizada con el mismo guardia, con el que se encontraba cada vez que visitaba a su hermanastro René. El otro nombre es el de Ileana Cabra, conocida como PG-13 e hija de la misma madre que el resto.
La postal familiar se convirtió en musical cuando, al finalizar sus estudios básicos, Visitante se dedicó a tocar y producir, y Residente comenzó una carrera como diseñador. El rap del under puertorriqueño captó a René, que pronto se hizo conocido como El Déspota, un letrista promesa que hoy, ya más legalizado, reniega de aquel apodo elegido. Visitante era parte de una banda que fusionaba rock y batucada brasileña y con ella continuó mientras René se iba a Barcelona, a pasar una temporada como oyente de las carreras de cine ibéricas. Con el regreso comenzó la banda, surgieron las grabaciones y apareció la posibilidad de publicar su disco debut epónimo. Dos días después de la primavera de 2005, el líder del Ejército Popular Boricua-Macheteros, Filiberto Ojeda Ríos, fue asesinado en una redada del FBI, y Residente tuvo así el primer hecho político sobre el que cantar. Querido FBI, la canción inspirada en aquel hecho, fue una pieza central del disco Calle 13 y fundó las bases del Lado B de Calle 13, mucho menos bailable, más político, más logrado letrísticamente (parece que la rabia le cae mejor a René que la fiesta, al menos a la hora de intentar una letra) y, al fin, sello distintivo del grupo.
Sin embargo, fue su hit instantáneo y por entonces molesto, ¡Atrévete-te–te!, el que le ganó la mirada de los popes de la industria mucho antes que las de los popes de la música latina, y una nominación al Grammy Latino. Menuda sorpresa se llevó entonces el gobernador de Puerto Rico, Aníbal Acevedo Vilá, que escuchó a Calle 13 por unas grabaciones de su hijo. El tema La ley de gravedad es el resultado de la convocatoria del gobernador a que grabaran una canción en contra de los disparos al aire, comunes en el fin de año boricua. Es el único encargo de algún gobernante que Calle 13 tomó, porque cinco años más tarde fue el propio grupo el que se ofreció a estar en el Festival por los Derechos Humanos en Plaza de Mayo, algo similar a lo que pasó con la edición 2011 de Cosquín Rock, de la que participaron como antesala de los shows que el viernes 18 y el sábado 19 de febrero darán en el Luna Park con su disco nuevo.
“La gente busca la felicidad y parte de esa felicidad se la da la comodidad. Yo mismo he ido buscando eso”, analiza René para el NO, hurgando en aquellas primeras épocas. “El tema es que para estar cómodo tú, otro debe estar incómodo: así funciona el mundo. No se apunta a soluciones para todos sino para algunos”, diagnostica. Sobre su presente, es claro que tiene comodidades. Las suficientes como para no acceder a hacer una publicidad de Coca-Cola con la que podría haberle comprado, finalmente, una casa a su madre, que quedó desempleada de sus funciones públicas en la cultura municipal de San Juan cuando su hijo se retobó de más. “Tengo comodidades. Mucha gente las tiene, pero mucha otra no las tiene. Mis cosas son cosas por las que he trabajado y luchado, pero hay obreros que trabajan de la mañana a la noche y no pueden viajar ni tomarse vacaciones, entonces les es más complicado saber qué es lo que pasa en Latinoamérica, porque se pasan el día trabajando, también. Siento que esas comodidades tienen que servirme para hablarles a los incómodos”, interpreta el cantante. “Es algo que estoy aprendiendo a trabajar de un modo que respete a los trabajadores.”

YA NADIE VA A ESCUCHAR TU GOBIERNO
Un año después de aquel tema por encargo, el ex candidato presidencial Manuel Rosales utilizó ¡Atrévete-te-te! en su campaña, a lo que Calle 13 reaccionó rápidamente, negándose a sonar con esos fines. En ese año y medio, ya Calle 13 había pasado de ser una banda que vestía multicolor para las fotos de prensa, liderada por dos pibes con cara de nene que hablaban de bailes calientes. De cara a su segundo disco, atravesar países, la radicalización de las políticas en Puerto Rico, cada vez más lejanas de las clases obreras, y el creciente resquemor contra el Norte habían transformado a Calle 13 en una banda más peligrosa, sobre todo ahora que la industria los reconocía con premios, que los apellidos fundamentales de la música comercial latina y que el público se habían anoticiado de ellos no sólo como músicos sino también como ciudadanos de Latinoamérica no dispuestos a callarse las molestias impuestas por el resto. Se habían convertido en un grupo caliente, más que en un grupo de música caliente.
Residente o Visitante, su segundo disco, apareció en abril de 2007 e incluía colaboraciones de Gustavo Santaolalla, Bajofondo Tango Club, La Mala Rodríguez, Tego Calderón, Vicentico, Panasuyo, Orishas y Alejandro Sanz. Algunos impuestos por la disquera Sony Music, con la que pronto empezarían a tener problemas cuando les retirasen el apoyo en Colombia y en otros países contra cuyos gobernantes decidieran cantar. “Este es nuestro último disco con Sony, terminó nuestro contrato con Sony. Nos deben dinero, tendrán que pagar. Si nos quieren pagar, no volveremos a firmar. Nos jodieron por el culo así que ahora vamos a pedirles 10 millones. Y si te gusta el disco, por el Internet lo puedes bajar y piratear”, facilitan ahora, en la Intro de su nuevo disco, Entren los que quieran, corolario del contrato, principio de manifiesto para un posible futuro independiente y, al fin de cuentas, una declaración con doble filo, más allá de que ahora René diga que se metieron en la industria para usar sus estructuras para bien.
“Cuando empezamos, la propuesta de Calle 13 era documental, entonces tuve que ser fiel al modo de hablar de mi pueblo, a las palabras que me rodean, a lo que la gente usa para hablar. En la televisión y en el teatro se permite, porque dicen que representa lo real, ¿por qué en la música no? Quise usar la difusión que me daba la industria para imponer el modo de hablar de nuestros pueblos, pero me di cuenta, también, de que el ser tan directo hacía que mucha gente se rehusara a escuchar y entender el mensaje, y me pareció que eso era peor para nosotros como pueblo”, dice al NO, por vía telefónica, el cantante rapado que incluso pudo hacer un documental sobre la región, Sin mapa. Y de ese modo explica el cambio de mirada que se dio entre Los de atrás vienen conmigo, tercera placa, y Entren los que quieran. Y no es algo que sólo tenga que ver con el uso de “malas palabras” o “vulgaridades” sino con un cambio de perspectiva: el propio título del tercer disco tenía ese tono mesiánico que es fácil de criticarle a René, esa cosa suya del pro-hombre que hará justicia para Latinoamérica en sus versos, mientras que el del nuevo disco es más libertario, en tanto permite participar o no, subirse o no a su tren de sueños mejores para la región. Allí, los 30 le cayeron bien a René, que en el último disco abandona un poco lo confesional para ponerse generacional y regional.
A mediados de 2008, bajo la autoría intelectual y la producción general de Emilio Cartoy Díaz, Calle 13 se sumó a un proyecto de TEA Imagen y RadioTEA para convocar a artistas que desearan participar con su música del homenaje a la gesta que las Madres de Plaza de Mayo realizan hace más de 30 años. “Este tema es para todas las madres de todos los países, porque en muchos países hay desaparecidos, y también a todas las madres de inmigrantes.” Así presentaban Pa’l Norte, uno de los temas en los que Ileana Cabra pasa a compartir el protagónico.
Andrés Calamaro, Dante, Rubén Blades, Omar Rodríguez de Mars Volta y Café Tacvba son sólo algunos otros artistas con los que han colaborado en un camino corto pero efusivo de seis años de producción discográfica, giras y quilombos. “Durante estos últimos años, Calle 13 ha recibido muchas amenazas de muerte, 12 Grammy y nos han censurado en la radio”, hacen el inventario al comienzo de su nuevo disco. El eje de esos conflictos fue su aparición como presentador de los Premios MTV 2009, en los que René usó remeras con mensajes como “Chávez nominado mejor artista pop”, “Mercedes Sosa sonará x 100pre”, “Viva Puerto Rico libre”, “Micheletti rima con Pinochetti” y “Fortuño esquiva este huevo”, dedicado al gobernador de la isla, escrachado luego de despedir a unos 17 mil empleados públicos.
Otro de sus conflictos con el poder tuvo como contrincante al alcalde de San Juan, Jorge Santini, que lo tildó de “tecato” o falopero. En octubre de 2009, Residente lo desafió a someterse a un análisis de detección de drogas. Y a los pocos meses revolvió el tema en Entren los que quieran: “Hoy te va a conocer el mundo entero, te voy a hacer famoso, pero por periquero. Alcalde drogadicto con cara de idiota, ganarme esos Grammy fue como venirme en tu boca”, retoma en Digo lo que pienso. Cosas como esas llevaron a que el gobierno boricua censurara a Calle 13 en las radios, a la suspensión de numerosos conciertos en Puerto Rico, Colombia y Estados Unidos, y a más de una advertencia violenta que genera miedo en René.

LAS RIMAS ABIERTAS
Si América latina tiene unas venas abiertas por las que circula sangre indígena y unos ríos abiertos por las que todo el continente queda conectado en una suerte de red real, también tiene los oídos abiertos por los que circula la riquísima música popular de estas tierras. Era menester, entonces, que estuviera en su segunda etapa, esa que arranca en la tradición modernizada del Tango del pecado, la crítica un poco más lograda de Pa’l Norte y el kapangueo anti falsos (artistas, gobernantes) de La fokin’ moda; y que acaba en algunas de sus mejores canciones incluidas en Entren los que quieran. Ahora, con La bala, el recorrido épico de la violencia mundial; Latinoamérica, una enumeración hermosa y precisa de las bondades de nuestros pueblos; y hasta el nuevamente mesiánico Calma pueblo, Calle 13 lleva un par de años centrado en dos o tres líneas de acción bien claras: bajar caretas, sacar del medio a los ladrones que manejan el futuro de los trabajadores y, claro, seguir provocando el baile, pero también llamándoles la atención a las venas todavía cerradas de la América latina.
En ese proceso, también parecen haber aprendido a tratar mejor a las mujeres: esas que antes debían sacudirse, atreverse y menearse, ahora son centrales en el armado musical y poético de la banda. En el fundamental Latinoam-érica, por ejemplo, participan la brasileña María Rita, la colombiana Totó La Momposina y la peruana Susana Baca. “La inclusión de ellas y el protagonismo que ha tomado Ileana nos dieron la posibilidad de ampliar en cuanto a los sonidos, pero también tuvo que ver con todo lo que hace el grupo, que es intentar incluir. El espacio de la mujer en la música es mínimo y sólo para las mujeres que son consideradas sexies. Eso no tiene nada que ver con la música, que es sentimiento y no la representación de algo. Las mujeres han tenido algunas de las mejores voces y de los mejores fraseos de la música latina, para toda América la mujer es fundamental históricamente y vimos algo bueno en recuperarles ese lugar musicalmente, poniendo muchas voces femeninas.”
Pero tampoco fue ése el primer acercamiento de esta banda de música en clave urbana y moderna con la tradición musical de América latina. En Cantora, el disco de colaboraciones que Mercedes Sosa publicó poco antes de fallecer, los Calle 13 participaron de Canción para un niño en la calle, sobre un poema de Armando Tejada Gómez, con René improvisando fotografías de la marginalidad como overdubs para este clásico sesentista. Así la recordó René, una vez fallecida, en una carta abierta a La Negra: “Una voz fuerte que se había metido por las orejas de Pinochet para sembrarle en el tímpano las palabras de Julio Numhauser con Todo cambia, o que recitaba las palabras de León Gieco, Sólo le pido a Dios. Esa voz que escuché les da esperanza a los habitantes de una islita que se ahoga en el Mar Caribe. Le inyectó vitaminas a una colonia deshidratada, a mi isla Puerto Rico, una isla que lucha poco porque sabe poco. Logró que un pueblo que siempre había sentido miedo sintiera menos miedo. ¡Mercedes hace magia!”. De algún modo, con el cierre de su contrato con Sony, su actualidad musical y sus “comodidades”, Calle 13 se enfrenta hoy a una decisión: seguir el camino de La Negra, volverse músicos realmente populares, o ceder frente a las presiones políticas, económicas e industriales de aquellos a los que no les caen bien.
Por lo pronto, René no tiene ganas de callarse sino de hablar de lo que ve. En general, dice que en América latina “hay mucha represión, una situación que no da más”. No se atreve a decir que hay tanta como en los ‘70, pero entiende que “hoy tienen más herramientas para reprimir, como los medios”. Y que la sociedad de toda América latina está expuesta a una violencia demasiado extendida, como la que le quitó la vida a Mariano Ferreyra, el militante asesinado por una patota ferroviaria, una semana antes de la muerte de Néstor Kirchner: “Es lamentable, no puedo entender cómo puede existir ese tipo de actos. Cuando la gente tiene el poder y no las corporaciones, cuando a los países los gobierna el pueblo, hay otro espíritu, como lo ves en Cuba. Cuando estaba tocando en Plaza de Mayo sentí una responsabilidad tan grande por lo que le pasó a Mariano que me hizo preguntarme qué pasa con algunos artistas que se hacen cargo y por qué otros que pueden hacer buenas cosas no las hacen”.

¿Qué creés que es lo que hace que algunos no se hagan cargo?
Es que es un trabajo, hermano. Me pasa también a mí, hay un punto en el que ya no puedo cantar. Ultimamente siento un riesgo, una paranoia constante por lo que he dicho. Es un momento difícil y puede parecer peligroso, pero intento verlo de otro modo: creo que está bien lo que hacemos con Calle 13. Me tocó salir a decir esas cosas, asumir esa carga.

¿Te interesaría participar de otro modo en la configuración de un mundo nuevo, por fuera de la música? ¿Con un cargo político, por ejemplo?
Yo soy artista y creo que con el arte basta como militancia. No creo que me meta en un cargo político. Prefiero estar aquí, en los estudios, en los escenarios y girando por la región, que todos sepan que estoy aquí. Calle 13 no es música de Puerto Rico, es música de la región y nos preocupa lo que pasa. La verdad es que siento que en algunas cosas Calle 13 es más importante por lo que dice que por la música que tocamos.


notas