Por María Seoane y Telma
Luzzani
Publicado en CLARÍN
30 de junio de 2002
Desde el
corazón mismo del sistema, Jospeh Stiglitz se ha convertido en el más duro
crítico de las políticas del FMI. Académico gran parte de su vida, estrecho
asesor del presidente Clinton, número dos del Banco Mundial en 1997, el año en
que tembló el sudeste asiático y Premio Nobel de Economía en 2001,
Stiglitz acusa al Fondo de
causar desempleo, analfabetismo y hambre. Y explicó —en una larga entrevista telefónica— por qué las recetas del
FMI no sirven para reconstuir países en crisis como la Argentina y Brasil.
El discurso dominante hoy en la Argentina
insiste en que "o se acuerda con el FMI o nos caemos del mundo", una
suerte de expulsión al infierno. ¿Es así? ¿Hay una sola alternativa o se trata
de una falsa opción?
El argumento de que
no hay más que una alternativa es básicamente falaz. Argentina tiene otras
alternativas. Y les voy a dar tres ejemplos que demuestran que se puede tomar
un rumbo independiente. Malasia, en plena crisis, dijo al FMI: No queremos ayuda. Vamos a hacer exactamente
lo contrario de lo que ustedes recomiendan: controles de capitales, política
fiscal y de gasto y vamos a mantener las tasas de interés bajas. Resultado:
se recuperaron muy rápido y hoy están en una mejor posición. Todas las cosas terribles
que el FMI dijo que pasarían si no seguían sus indicaciones nunca sucedieron.
Incluso, a pesar de que su historia en derechos humanos no es la mejor del
mundo hay un enorme interés de inversión externa en Malasia. El segundo ejemplo
es lo que hizo Rusia después de "defaultear". El Kremlin reconoció
que la mayor parte del dinero que el FMI le prestaría a Rusia sería para pagar
a las instituciones financieras internacionales. Sabían que estos organismos no
querían tener una pérdida grande en sus libros. El Fondo dejó bien claro que no
estaba dispuesto a hacer grandes concesiones. Rusia negoció bien con el Fondo,
obtuvo el dinero y devaluó, cosa que el FMI le había dicho que no hiciera. Y
comenzó a crecer precisamente porque devaluó la moneda. El tercer
ejemplo es el más exitoso: China. Siguió un rumbo muy diferente: tiene
controles de capital, no privatizó muy rápido. Hizo todo a su modo. Y como le
fue bien obtuvo más inversión extranjera directa que ningún otro país del
mundo, fuera de Estados Unidos.
Rusia y China tienen un tamaño y un poder
que Argentina no tiene para decirle "no" al FMI. Y nosotros tal vez
fuimos demasiado lejos con las concesiones...
La cuestión fundamental para Argentina hoy
no es el dinero de afuera. Yo no soy el único que lo piensa. Economistas con
visiones muy diferentes a las mías coinciden conmigo, como Martin Feldstein que
escribió un artículo titulado "Argentina no necesita al FMI" en Wall
Street Journal. En el caso de que Argentina logre complacer al Fondo y
consiga más dinero, la mayor parte de esa plata va a ir a parar al FMI, al
Banco Interamericano de Desarrollo y al Banco Mundial. No ayudará a Argentina
en absoluto. Porque el dinero externo oficial no es el que va a ayudar a las
empresas argentinas a empezar a producir más. Y eso es lo que hace falta ahora:
los sectores productivos tienen que poder producir bienes y exportarlos.
¿Y cómo se hace para empezar a producir sin
dinero?
Es necesario obtener un poco de nafta para
hacer arrancar el motor. Y gran parte de eso puede venir a través de créditos a
la
exportación. Cuando México volvió a poner en marcha su
economía no fue el dinero del FMI lo que cambió las cosas. Lo que restableció
la economía fue el comercio y el dinero que fue a financiar las exportaciones
que obtuvieron de empresas estadounidenses. Lo que hace que una economía se
recupere es que las empresas empiecen a producir.
Siempre volvemos al mismo punto, México
recibió dinero pero Argentina...
Insisto. La cuestión no es solamente tener
el dinero sino ponerlo en el lugar indicado. El dinero tiene que ir a las
empresas para financiar su producción. Pero el dinero del FMI no va a las
empresas. Lo que les conviene es dinero del Banco de Desarrollo, necesitan que
el dinero financie la actividad crediticia para volver a poner en marcha los
bancos, necesitan dinero para créditos para el comercio, y necesitan que vayan
inversores para impulsar la
inversión. A ustedes no les conviene el dinero que entra y
sale del país.
La otra gran preocupación es Brasil. Muchos
culpan de la inestabilidad a un contagio de la crisis argentina, otros al temor
de que Lula sea el electo presidente.
Que es otra manifestación de la
inestabilidad que generan los flujos de capitales a corto plazo. Brasil es una
clara muestra de las dificultades que enfrentan los países al verse expuestos a
esos flujos que pueden ser muy desestabilizadores. Los países ricos pueden
resistirlo. A los pobres les resulta más difícil. Lo bueno es que se está
empezando a entender que es un problema aunque todavía no se conozca la
solución ni se sepa qué hacer al respecto. Pero hay que observar la realidad:
India y China no abrieron sus mercados de capitales y son los países que han
mostrado una mayor estabilidad y que mejor atravesaron las crisis financieras
mundiales.
EE.UU. dijo que no va a yudar a Brasil. Hay
quienes creen que detrás de esta indiferencia hay una estrategia: si se
profundiza la crisis y colapsa el Mercosur será más fácil para EE.UU. imponer
el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA). ¿Puede haber un designio
detrás de eso?
No, no creo que entiendan suficientemente
bien lo que pasa como para que se les ocurra una idea inteligente de ese tipo
(se ríe). Obviamente hay desde hace tiempo preocupación por el liderazgo de
Brasil en el Mercosur y por la competencia de ese bloque con el ALCA. Eso es
definitivamente así. Pero no creo que EE.UU. se arriesgue a desestabilizar
América latina para lograr ese objetivo. Si fuera así, estaría en contradicción
con la nueva política agrícola estadounidense que, por su proteccionismo,
generó una unión de América latina en contra del ALCA. Si lo que esa sospecha
sugiere fuera así habría que admitir que EE.UU. está teniendo una estrategia
incoherente muy peculiar.
En Wall Street hay quienes hablan del
"default" de Brasil a fin de año. ¿En ese caso, está toda América
latina en peligro? ¿Puede haber una crisis financiera global?
No creo. Los mercados de capitales están
mucho más diversificados que antes. Cuando Argentina cayó no hubo impacto en
los mercados financieros globales. Pudieron resistirla, porque la vieron venir
y pudieron ajustarse. Por otro lado, en la totalidad de los mercados
financieros globales, América latina representa un porcentaje muy pequeño.
Ahora bien, hace diez años se hablaba de la globalización, el triunfo del
capitalismo al estilo norteamericano que barrería el mundo. Hoy, nadie muestra
ese entusiasmo. Y eso tiene consecuencias para el rumbo de la ideología global,
para el mercado
global. La crisis en América latina por sí misma no va a ser un factor de
desestabilización importante pero sí la suma de esta crisis con otras que
tienen lugar al mismo tiempo como el escándalo de Enron y Worldcom que derivó
en una crisis de confianza en esas instituciones.
¿Estas crisis pueden ser signos de que el
capitalismo mundial entró en otra fase?
Sí. Obviamente, cada década es distinta. En
los 70 fue la crisis del petróleo; en los 80, los excesos de derecha de
Thatcher y Reagan; en los 90 la globalización. Y ahora estamos empezando a darnos
cuenta de algunos de los excesos de los 90 y estamos pagando el precio. Con
suerte podremos adoptar una perspectiva más equilibrada, que reconozca cuál
debe ser el rol de los gobiernos y el de los mercados.
En los países ricos hay claramente una
mayor intervención del Estado. ¿En esta nueva fase habría menos poder para los
mercados y más protección estatal?
Sí. Creo que se reconocerán más los
problemas que aparecen, la necesidad de normas contables, de mejor información;
habrá que dejar una regulación opresiva, rediseñarla para mejorar los mercados.
En su libro Ud. deja claro que los errores
del FMI provienen de decisiones políticas. ¿Qué sectores influyen y sacan
provecho de esas decisiones?
Hay algunos casos en los que puede hablarse
de errores de criterio. Yo lo que planteo es que los errores son tendenciosos.
El FMI sistemáticamente se preocupa más por la inflación que por el desempleo
porque su lógica va en esa dirección. Lo que yo trato de hacer comprender es
que el Fondo se inclina demasiado hacia la contracción y esto provoca caída de
la economía, pérdida de empleos, deterioro o interrupción de la educación y un
incremento peligroso de la desnutrición. El Fondo conmina: No deben dejar de cumplir con la deuda. Deben honrar
sus acuerdos. Pero resulta que cumplir con el contrato de crédito
significaba romper con otro acuerdo igualmente importante, el contrato social
de un gobierno con su pueblo: mantener empleos para los trabajadores,
garantizarles seguridad social.
Cuesta creer que el FMI sea inocente
cuando recomienda esas medicinas que empeoran la salud como en el caso de la
Argentina, a la que presiona con la austeridad fiscal cuando hay una profunda
recesión. Es obvio que la receta no es buena.
Exactamente. Prácticamente todos los
economistas estarían de acuerdo con eso. Sobre todo porque el estado de las
finanzas de Argentina no era tan malo como trató de describirlo el Fondo. De
hecho, si usted mira la relación déficit-PBI no era tan alta según la mayoría
de los criterios.
¿Si Meryll Lynch fue a juicio por dar malas
recomendaciones o un médico puede ser condenado por mala praxis se podría
juzgar y condenar al FMI por errores que provocan el hambre de millones?
Es cierto. Una de mis principales críticas
es que el Fondo como asesor económico debería plantear cuáles son las
alternativas, cuáles son los impactos en diferentes grupos, cuáles son los
riesgos y las incertidumbres y dejar que el país tome las decisiones. El FMI
pretende dictar una política particular, pretende que haya una sola política,
pretende estar más seguro sobre los efectos de esa política de lo que en
realidad está. Esa es una función inapropiada para un asesor.
Otra crítica al FMI es que algunos de sus
miembros están vinculados a los grandes bancos o a las grandes industrias. Esto
es "conflicto de intereses".
En Estados Unidos tenemos fuertes
restricciones para lo que denominamos "puertas giratorias". Para
evitar el conflictos de intereses, si alguien trabajó en una institución
pública no puede hacerlo en una privada hasta que no hayan pasado cinco años.
Pero el Fondo no está suficientemente atento, ni a la apariencia ni a la
realidad, a estos conflictos de intereses.
Esas políticas que generan miseria mundial,
tarde o temprano, vuelven como un boomerang contra los países ricos:
inmigraciones masivas, aumento del terrorismo, enfermedades epidémicas. ¿Cuando
el FMI o EE.UU. toman esas decisiones ven sólo las ganancias a corto plazo o
calculan también las consecuencias y amenazas que pueden venir a largo
plazo?
No representan necesariamente el interés de
EE.UU. Rep resentan más bien el
interés a corto plazo de grupos particulares dentro de EE.UU. Por ejemplo
Indonesia. Había mucha gente en la Casa Blanca y, especialmente, en el Departamento
de Estado preocupada porque el FMI y el Tesoro estaban imponiendo políticas
excesivamente austeras que desestabilizarían el país y por ende, la región y la
estabilidad global. Y estaban acertados. El Tesoro fue excesivamente miope, no
midió las consecuencias.
¿Esos grupos particulares tan influyentes
son siempre los mismos o son unos en el caso de Indonesia, otros en el caso de
Rusia, de la Argentina?
Son distintos grupos de lobby. Pero no se
puede poner todo en la misma bolsa. Por ejemplo, las cuentas bancarias secretas
offshore. Hay mucha gente en Wall Street que no aprueba estas cuentas y condena
la falta de transparencia. Y hay otra cantidad de gente, también en Wall Street,
que supo aprovechar los ahorros clandestinos de efectivo, la plata del lavado
de dinero, y que usaron su poder para ejercer presión. Hasta el 11 de
setiembre, la Casa Blanca
se resistió a las corrientes que impulsaban la reducción o directamente la
apertura de ese secreto bancario. Es importante comprender que la comunidad
financiera no es un bloque homogéneo.
Pero los que ganan la pulseada son siempre
los mismos. ¿Cómo se pueden frenar fuerzas tan poderosas?
Hay mucha bibliografía que apoya ese punto
de vista. El problema es que los que se benefician se hacen oír mucho más que
la gran mayoría que se perjudica. En esto la prensa tiene un rol fundamental.
Es importante que la gente sepa lo que pasa. Hay que tratar de movilizar un
espectro amplio de opinión pública. Porque una vez que se moviliza puede llegar
a cambiar las cosas considerablemente.
En su libro Ud. dice que la ciencia
económica pueden hacer mucho por los pobres.
Por eso la democratización es tan
importante. Si hay debates y discusiones sobre las distintas alternativas,
cuando éstas se dan a conocer, ahí la gente dice: Ajá, esta política tiene tales
consecuencias...Ummm A ver esta otra y así la gente puede
elegir con su voto cuál le parece mejor.
Normalmente los economistas hablan en jerga
y después sentencian: "Esto es lo mejor para nuestro país".
Por eso tan importante como que los
economistas planteen las alternativas es que la sociedad civil exija escuchar
cuáles son para poder elegir las que la beneficien. Tiene
que haber más compromiso. No decir:Esto
es muy complicado, se lo dejamos a los expertos. Porque los
expertos que eligen son siempre de la comunidad financiera y ven el mundo desde
su punto de vista. Dicen: Confíen
en nosotros. Claro, siempre desde su perspectiva, que no siempre
coinciden con lo que elegiría la mayoría.
¿Y que hacemos con el miedo al FMI?
Ya le dije: primero, reconocer que lo que
va a atraer a los inversores a la larga es el éxito. Y el crecimiento. No se
atrae inversores cuando hay depresión. Y si el FMI le aconseja tener depresión
no le va a servir para nada.