Por Heinrich von Kleist
1810
Dije que, por más hábilmente que defendiese la causa de sus paradojas, no lograría nunca hacerme creer que en un títere mecánico puede haber más gracia que en la estructura del cuerpo humano.
Replicó que, en cuanto a gracia, al hombre le era completamente imposible igualar siquiera al títere, pues, dijo el señor C., en este campo, sólo un dios podría rivalizar en la materia; y, precisamente, éste sería el punto donde los dos extremos del mundo circular llegarían a encontrarse.