Por Tomas Abraham
Publicado en PAGINA 12
Los asaltos a los supermercados, o los llamados saqueos, son intervenciones programadas a las que se suman espontáneamente cientos o miles de pobres, desocupados y jóvenes desclasados. Son menores los casos en los que se agrega gente de clase media y punteros políticos que cargan productos domésticos de más valor, como los televisores que llevan en sus coches. El desencadenamiento del asalto es realizado por grupos marginales con un cierto número de individuos armados que están al servicio de un caudillo. Estos jefes de tropa están instalados hace muchos años en el partido peronista o en ciertos sindicatos y a veces coinciden con la barra brava de algún club de fútbol.
Una vez iniciado el movimiento es casi imposible controlarlo.
Hay provincias en las que los empleados públicos no cobran hace meses. Parte de la cólera popular se debe a esta situación de vaciamiento de las cajas provinciales. En varias provincias el dinero ha sido sustituido por bonos cuya conversión en dinero legítimo es imposible y cuya circulación está sometida a especulaciones que bajan su valor. Varios de estos mandatarios provinciales que han sido responsables de este vaciamiento forman parte del nuevo elenco político que gobernará a la Argentina. Fernando de la Rúa se fue sin pena ni gloria, sin gloria seguro. No pudo mantener siquiera el mínimo decoro que exigía su investidura. Es grave para la Argentina que los presidentes elegidos según la ley salgan por la puerta trasera y en helicóptero. Ni el partido oficial ni la oposición asumieron sus responsabilidades constitucionales. De la Rúa debió ser destituido por ineficiencia en sus funciones a través de un juicio político. Se podía hacer en horas. Pero nadie quiere pagar el mínimo costo político. El Congreso no quiere destituir constitucionalmente a un presidente, prefiere echarlo.
Claro que se puede vender el aviso publicitario que lo echó el pueblo. No hay pueblo en la Argentina; hay gente con hambre, grupos armados, bandas de choque y una clase media con un sector castigado en sus bolsillos y otro gozando de privilegios fiscales y monetarios que cubre su vergüenza manifestándose en hipócrita rebeldía y aplaudiendo siempre lo peor.
¿El futuro? En lo económico es probable que se devalúe el peso y se termine así con el régimen de convertibilidad. Habrá inflación. Los ahorros contabilizados en dólares que están depositados en los bancos perderán gran parte de su valor. Se entrará en default.
Es probable también que una vez que se tomen estas medidas haya situaciones de caos y desfinanciación por lo que luego se dolarizará. Resulta difícil imaginar que en Argentina se tenga la fuerza política y la honestidad para sobrevivir a una puja con los acreedores externos e internos y frente al poder financiero.
Políticamente es posible que lo que hasta ahora se llama justa rebelión del pueblo, coraje de la gente, cacerolazo bendito, etcétera, de ahora en más se llamará acción de bandas subversivas, o grupos disolventes de extrema izquierda. El peronismo en el poder sabe manejar mejor los resortes de la protesta y también conoce cómo implementar con mayor crueldad los de la represión.