Por Artemio López
Publicado en RAMBLE TAMBLE
No, esto está muy complicado… -me dijo Pepe Pampuro-, no entra, no entra, fui hasta Lanús ayer y una vecina me dijo: “Pepe, te lo voto al tuyo, te lo voto a Kissinger”. No retienen el apellido, estamos en problemas!
Faltaba un semestre para las elecciones de abril de 2003. Esa anécdota del senador Pampuro, sucedida en plena campaña en 2003, me recuerda otra anterior: ¿Sabés qué quiero...?, que cuando se hable de política nacional me nombren, me había dicho Néstor Kirchner a mediados del año 2002.
Faltaba menos de un año para las elecciones de 2003 y ninguno de nosotros pensaba -y Néstor, menos- que, a partir de mayo, ya no habría hecho político de volumen en Argentina que no lo tuviera como protagonista excluyente.
Asumió con menos votos que desempleo, 24% de trabajadores desocupados; se fue del gobierno con 8,7%. Tuvo que enfrentar 54% de pobreza, dejó su gobierno con 26%. Cuando Néstor revoleaba el bastón presidencial, en mayo de 2003, el 27% de los argentinos pasaba hambre bajo el umbral de la indigencia, se retiró con 8,7%.
Fue por esto solamente el mejor presidente que tuvo el país desde la recuperación democrática, el único que entregó el país con mejores indicadores sociales y económicos que los que encontró al asumir.
Reordenó la deuda externa, nos liberó del cepo del FMI, anuló las leyes de la impunidad, derogó la ley banelco, y fundamentalmente, devolvió volumen institucional a un país desquiciado, restaurando la autoridad presidencial .
Finalmente, por su conducción firme, reconcilió a la clase política con la sociedad, alejándola del “que se vayan todos” con el que la ciudadanía castigaba a la dirigencia pusilánime, por su falta de resolución ante la crisis de 2001.
Mantuvo firme su convicción de jamás reprimir el conflicto social, a pesar de que su gobierno estuvo atravesado por la crisis social más profunda de la que tengamos memoria histórica. Todo esto es verdad y habría muchos más análisis sociales, económicos, institucionales, mejores que los que pudiera hacer quien esto escribe.
Pero también Néstor Kirchner fue un gran ser humano. Quiso el destino que mi madre muriera en 2005 durante su mandato, en medio del dolor sonó el teléfono, era Néstor increíblemente enterado: “Un abrazo, hermano”, solo eso bastó para que confirmara qué gran tipo era el Presidente, que me llamaba a mí, o sea, a nadie.
En fin, un grande Néstor, el más grande de los presidentes contemporáneos después de Perón y que, como el General en su momento, en otro momento histórico nos deja huérfanos. Por último, en medio de una época donde el cálculo y el cinismo dominan la política, Néstor Kirchner sabía que se inmolaba, era consciente de su enfermedad y de su destino incierto y, sin embargo, decidió seguir.
Un ejemplo tremendo, abrumador, de hasta dónde llega un ser humano movido por convicciones. No sé más qué decir, no se me ocurre nada salvo el chau Néstor, y como cuando murió mi vieja, tomo tus palabras: Un abrazo, hermano.