¿Por qué, en pocos segundos, un títere puede lograr lo que a un actor le llevaría un período más prolongado de tiempo?
¿Cuál es su lenguaje dramático?
El títere es una máscara. Aparece y no necesita presentación. Es el bueno, el malo, el sabio. La expectativa del público ha sido calmada. No hay duda sobre lo que es. Sin embargo, esa máscara se muestra persona. Se muestra con todas las contradicciones. Y resulta que el sabio tiene dudas, que el valiente tiene miedo, que detrás de la risa puede estar el llanto. Somos sorprendidos porque esa cosa, ese objeto, es la vida misma. Y no lo esperábamos. De la misma manera que no nos damos cuenta que estamos viviendo cuando estamos viviendo.
En el lenguaje dramático del títere, el personaje está movido por sus mecanismos más primarios, más íntimos. Se mueve por lo que siente. Vive por lo que necesita. Ama y se ama. Cómo es y cómo se es.
Un pobre objeto, un trozo de tela y cartón, asume toda la humanidad que, lamentablemente a veces, el hombre no se anima a rescatar para sí mismo.
El hombre, ser supremo de la naturaleza, es desnudado en toda su pavorosa y bella humanidad, por una simple cosa, un pobre objeto de cartón y tela: un títere.